¡Todo está bien, todo está bien! seguía repitiéndome esas palabras una y otra vez, y hasta creerlas no iba a dejar de repetirlas, aunque podría pasar así toda la noche. Hoy cumplo 17 años llorando cada noche... ¡feliz aniversario para mí! ¿Es qué soy muy dramática? Ya que importa, los problemas siguen atacándome y yo no se que hacer mas que llorar. Pero no iba a recurrir al líquido carmesí en mis muñecas, esta vez no. Sabía que no debía, pero lo iba a intentar. Recurrir a mi madre nunca es buena idea, pero estoy desesperada, necesito cariño. Tal vez hoy sería diferente.
-¿Qué es lo que quieres de mí? -dijo mientras yo trataba de abrazarla tímidamente pero su pregunta hizo que me quitara inmediatamente.-Estoy ocupada maldita sea, no he terminado el trabajo de hoy.
"El trabajo de hoy" y yo ni siquiera sabía en que trabajaba ella. Así de nula era nuestra interacción. Se veía estresada, pero siempre se ve así.
-Hoy que es mi cumpleaños...-dije casi en susurro, por lo que traté de alzar la voz, quería que me escuchara y que no se le escapara ninguna palabra como suele pasar, cerré los puños y en un intento de grito dije- ¡Quiero tus abrazos, qué me digas que me quieres mamá! -Su expresión apenas cambió, y su respuesta fue nula."Tal vez" fue la clave.
¿Llorar que cambiará? ¿Hará que mi madre me quiera o que al menos lo intente? ¿Hará que todos mis problemas desaparezcan así de la nada? Absolutamente no, no cambiará eso y no cambiará nada. Debo hacer algo por mí, debo dejar de llorar al menos esta noche. Tengo estas ideas a diario, sin embargo las lágrimas siguen rondando por mis mejillas.
Vivo sola con mi madre desde siempre, en un pequeño apartamento. En una ciudad tan basta como lo es un frijol. Mi habitación es básicamente un cuarto de baño sin inodoro ni regadera, con un pequeño y viejo futón japonés, una lampara y un montón de libros escolares en un rincón. Ella y yo nunca hemos sido muy cercanas. Supongo que debería entenderla, ella tampoco la ha tenido fácil. Un bastardo la violó cuando apenas tenía quince años y sus padres la corrieron apenas se enteraron. Ellos no iban a permitir que ella avergonzara a una familia tan "pulcra" como lo eran ellos. Eso es básicamente todo lo que sé de ella, de Nora Strosmitsh.
Yo tengo 17 años y nadie me ha violado, debería alegrarme, supongo. Voy a una pequeña escuela en donde soy la marginada Cami Strosmitsh. A diario me hacen bromas más pesadas de las que podría si quiera contar. Cada mañana me levanto con la intención de mejorar mi vida, pero como ya dije anteriormente, termino con lágrimas que son más viejas que yo. Creo que nunca me he visto en un espejo con detenimiento, en mi casa no hay ninguno y solo he visto pequeños reflejos de mí en ventanas y en charcos de agua. No me parezco en nada a mi madre, por lo que debo parecerme a aquel bastardo...soy su pequeña "bastardita". Mi madre debe verlo a él cada que me ve a mí y eso debe incrementar su odio hacia mí. Estoy tan acostumbrada.
Hoy llegué a la escuela y me recibieron con huevos y algo que creo que es jamón podrido, ¡vaya que son creativos! Siempre cargo conmigo ropa extra, ya saben...para amortiguar su creatividad. Cambiada, y con olor a huevo y a podrido fui a mi casillero que está más viejo que mi abuelo, bueno...no conozco a mi abuelo, pero supongo que debe estar viejo. Llegué con estos pensamientos esperando encontrar una rata muerta o basura adentro, pero todo lo que encontré fue una carta muy pulcra, lo que me hizo sospechar más. Abrí el sobre y desplegué la carta que decía:
"Camila Strosmitsh,
Tengo el honor de invitarte al club de los bastardos. Por favor reúnete con nosotros, los bastardos, en el café "Jusk" a las 17:00 horas. La reunión durara 1 hora y te interesa más de lo que crees."
¿Club de los bastardos? reverenda estupidez.

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Una noche sin oscuridad
De TodoYo tengo 17 años y nadie me ha violado, debería alegrarme, supongo. Voy a una pequeña escuela en donde soy la marginada Cami Strosmitsh. A diario me hacen bromas más pesadas de las que podría si quiera contar. Cada mañana me levanto con la intención...