Debo admitir que resulta interesante e inédito en Bolivia, que -según se informó en Los Tiempos de Cochabamba- cientos de cocaleros se hubieran movilizado en la jornada nacional del "akulliku" que se realizó en Cochabamba, La Paz, Sucre, Tarija y Oruro, principalmente, habiéndose expuesto además, productos derivados de la coca, como panetones, licor, pastelitos, dulces, mate, chisitos, mermelada, ungüento, pasta dental y champú de coca, lo cual me parece una iniciativa digna de resaltarse en el Estado Plurinacional, ello claro está, dejando de lado algunas actitudes adversas que surgieron en Santa Cruz. También es por todos conocido, que esta jornada se realizó precisamente en apoyo al presidente Morales, quien en Viena defendió el "akulliku", pidiendo a la ONU despenalizar el masticado de coca para reparar un "error histórico", habiendo convocado además a una lucha conjunta contra el narcotráfico.
Es absolutamente comprensible, destacable y loable en alguna medida, que como parte de la estrategia nacional para la despenalización de la hoja de coca, Bolivia haya denunciado con reserva la Convención de Viena, en pos de ser readmitida con la condición de que se respete el akulliku de la hoja de coca, dado que de ésta forma se pretende concientizar a la comunidad internacional sobre la necesidad de realizar un nuevo análisis del tema.
Ahora bien, más allá de que en aproximadamente seis ciudades de Bolivia se hubieran reunido para acullicar (argumentando que al igual que la uva mientras no está procesada no es vino, la coca mientras no es procesada no es cocaína, lo que es absolutamente lógico), o de que autoridades de distintas entidades estatales (considerando que son parte del mentado "proceso de cambio") apoyen la iniciativa del Presidente, de tomar acciones en protesta para despenalizar la hoja de coca, resulta increíble (por no decir espeluznante) que ahora uno de los Magistrados Pitufos en Bolivia (calificativo diseñado por @gamalserhan en razón del color de su investidura y el reducido tamaño de su legitimidad electoral), y nada menos representante del Tribunal Constitucional Plurinacional (que se supone es el Defensor de la Constitución), se hubiera atrevido a declarar que en la Hoja de coca de puede ver el fallo positivo o negativo de una causa: "En momentos de sueño, cuando tenemos que revisar los expedientes, pijchamos la coca y, en momentos complejos, yo consulto a la coca. En un caso de un amparo constitucional, por ejemplo, están las opciones A o B, y se consulta a la coca para ver si vamos a fallar en sentido positivo o negativo. ¡En la coca sale!" (según dijo el Magistrado en declaraciones a la red Gigavisión el día de ayer 13 de marzo).
Al respecto, no existe ningún problema mayor en el hecho de que el Tribunal Constitucional Plurinacional (TCP) se hubiera sumado a la jornada en pro de la despenalización del consumo tradicional de la hoja de coca (ello además con una inédita ceremonia realizada en la sede de ese órgano de justicia, la cual estuvo presidida por un amauta especialmente llegado de la ciudad de La Paz), dado que, inclinándonos por lo bueno, posiblemente pretenda ponerse de relieve que la hoja de coca, además de sus propiedades nutricionales y médicas, tiene un rol importante en las culturas andinas, porque se constituye en el principal instrumento de chamanes o "yatiris" para predecir el futuro; PERO, ello no puede ser un justificativo suficiente para afirmar que la justeza de una decisión judicial en sede jurisdiccional, constitucional o inclusive administrativa, pueda determinarse por el lado en que caiga una hoja de coca, a menos que, esa sea precisamente una de las innovaciones de la "justicia plurinacional" en Bolivia, lo que tampoco es convincente.
Quisiera pensar que las declaraciones de este "magistrado", solamente se tratan de un "lapsus lingüis" (si vale el término), por encontrarse arraigado de tradiciones y prácticas ancestrales, que posiblemente lo hubieran acompañado en el desarrollo de toda su vida (dado que hasta el presente aún mantiene el uso del poncho y algunos símbolos de la "justicia comunitaria", pendiendo en el cuello), pero eso no significa que éste "Magistrado" (elegido por un mínimo voto popular) pretenda asumir y ejercer las atribuciones señaladas por Ley, en razón de su cargo, basándose en lo que le pueda "decir" la hoja sagrada (si es que eso realmente sucede, porque creo que más se trata de la interpretación que cada "yatiri" le brinde a la hoja), puesto que si bien en las áreas rurales, muchas veces "consultan" a la hoja de coca para "conocer el futuro" o "indagar el pasado" de las personas (lo cual, particularmente no comparto), ello no significa que pueda ser considerada como instrumento "útil" o "indispensable" en la administración de justicia en Bolivia, mucho más si se trata de la Justicia Constitucional, en donde la vida, la libertad, los derechos fundamentales y garantías constitucionales en su conjunto, deben ser protegidos mediante una decisión judicial concreta expresada en una Sentencia Constitucional, que por cierto tiene ciertos principios y reglas a las que debe sujetarse para ser emitida.
Esperemos que este tipo de declaraciones o tendencias de los Magistrados Pitufos en Bolivia no sean recurrentes, porque la protección a los derechos y garantías constitucionales de las personas, no puede realizarse de esa forma, y ni mucho menos se puede otorgar justicia a la ciudadanía, dependiendo de lo que la hoja de coca "diga".
Reitero que, personalmente, no tengo nada, absolutamente nada, en contra de la hoja de coca o su "akulliku", pero si pretenden que ella sea un parámetro suficiente para decidir sobre la vida, la libertad, y los derechos de las personas, entonces los nuevos Magistrados Pitufos tienen que repensar el sentido de sus funciones, y la relevancia de sus decisiones.