Tuve una experiencia gratificante que duró dos días, me perdí en la naturaleza junto al Jesus y la Javiera, amigos.
Me di cuenta de que realmente vale la pena vivir, me faltaba la gente y el momento adecuados para darme cuenta de aquello. Ahora soy feliz y no voy a dejar que nada me deprima, se que puedo afrontar todo lo que venga ya que en realidad es todo demaciado agradable.