—Los profesores no deberían encargarnos escribir un guion de un día para otro, toma tiempo el decidir una historia, personajes y desarrollarlo todo —dije para mí misma viendo el portátil que descansaba sobre mis piernas, el archivo se encontraba en blanco, la redacción no era lo que mejor se me daba por lo que me veía en aprietos, ya era muy tarde en la noche y la entrega del trabajo era para el día siguiente.
El sonido de una canción llamó mi atención, no era el tipo de música que le gustaba a Trina, la que sonaba era "oscura", se podía apreciar guitarras eléctricas y una ruidosa batería; reconocería esas canciones donde fuera. Levante mi vista a mi ventana, acomodé mis lentes en el puente de mi nariz para observar mejor la figura de Jade quien se encontraba en su habitación bailando al compás de su música.
No llevaba más de dos meses desde que se había mudado a la casa contigua a la mía, pensé que con esto podríamos convivir más logrando que naciera una amistad entre las dos. Pero tal como todos mis esfuerzos siempre resultaba lo contrario, Jade no hacía más que lanzarme miradas asesinas en cuanto coincidíamos en las salidas de nuestros hogares, no emitía ni una sola palabra hacia mí.
Por suerte ella aún no se había fijado que la ventana al frente de la suya daba a mi cuarto, si lo supiera me imagino que se la pasaría con las cortinas sobre ella o escribiendo mensajes amenazantes contra mi persona.
El hecho de que ahora ella viviera al lado no me molestaba, sin embargo se me hacía incomodo cada vez que ella repetía esa rutina de poner música a todo volumen y danzar con ella; desde que comenzaba no podía quitar los ojos de ella, de su cuerpo, de sus caderas, de la tranquilidad que reflejaba su rostro durante la acción.
Esta vez no era la excepción, mis ojos recorrían lo que podía ver de su figura, de los apretados jeans negros que cubrían sus piernas, del top de mallas que guardaba su torso y él cual iba despojando lentamente de su sitio.
Esperen.
Nunca había pasado esto en las veces anteriores, Jade se estaba quitando la camisa, Jade West se estaba desvistiendo en su habitación y yo era la afortunada en verla. Quité el aparato de mis piernas y me moví más cerca a la ventana para poder observar mejor, no pude evitar morder mis labios al momento en que vi el blanco torso de la gótica; nunca había dudado del buen físico de Jade pero ahora lo veía mejor, un abdomen plano y blanco además de un par de pechos que aún se encontraban escondidos tras un bra negro.
Ella seguía bailando ajena a mis pensamientos, ajena a mi presencia. Mi mano se movió por sí sola, buscando un lugar en específico de mi cuerpo, nunca antes había hecho tal cosa pero mi cerebro se encontraba nublado por lo que veía, el calor se apoderaba de mi cordura, mis dedos tocaban el borde de mi pantalón pero se detuvo al momento en que mis ojos hicieron contacto con unos orbes cristalinos.
Allí se encontraba el gato cazando al ratón. La música seguía sonando pero su cuerpo no se movía, su mirada no se despegaba de la mía y ninguna expresión resaltaba en su rostro. ¿Estaría molesta? Tal como si leyera mis pensamientos frunció el ceño mientras se desplazaba rápidamente hasta su ventana para cubrirlas con sus oscuras cortinas. Sí, una vez más le había dado una nueva razón a Jade para no ser mi amiga, ¿Quién quisiera ser amiga de una espía? Por lo menos estaba segura de que no había logrado ver lo que mi mano estaba a punto de hacer, ya que el muro debajo de la ventana tapaba a esa altura.
Me deje caer sobre mi cama con un bufido de frustración, agregando a esto un cojín sobre mi rostro. Mi cuerpo me había traicionado, llevaba tiempo asegurándome de creer que veía a la gótica como solo una amiga pero con esta situación quedaba más que claro que veía a Jade como algo más, tenía un enamoramiento con ella.
Miré una vez más a la ventana, la música ya no sonaba y aquellas malditas cortinas seguían en su lugar.
[...]