2 - La caída

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Almiris no era un reino especialmente extenso

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Almiris no era un reino especialmente extenso. Aún así habían zonas que Lucca no conocía, y otras tantas aún sin habitar que no podían atravesarse sin protección adecuada debido a la alta presencia de criaturas oscuras.

Lucca nunca había visto hasta dónde llegaba el río Yesk, por eso se sintió tan incómodo cuando bajaron del bote y no reconoció ni la colina más lejana. Luego recordó la naturaleza de la misión en que se encontraba y pensó que quizás debió consultar a más gente y llevar más ayuda, en vez de solo lanzarse a la primera oportunidad. Ahora le pesaba no haber advertido a su guardia ni haber dejado a alguien en su reemplazo.

Ser rey era difícil.

Los tres se adentraron en una pequeña arboleda que en pocos minutos abrió el acceso al claro de una colina, y un poco más allá, las faldas del monte Aiv'Shed.

Avanzaron en relativo silencio por más de treinta minutos en un ambiente que se hacía más pesado a medida que se acercaban al monte. Lucca podría describirlo como aire sofocante y la constante sensación de estar siendo observado por una multitud, sin embargo solo eso era quedarse corto. Tenía la permanente necesidad de sacar la espada a pesar de que el sol calentaba su nuca y el cielo claro parecía en calma.

Sin embargo sus sospechas de que algo estaba fuera de lugar se volvieron reales cuando, tras atravesar varios metros de densa maleza, acabaron de golpe en un claro de tierra muerta.

—¿Qué rayos-...?

La vegetación terminaba tan de golpe que era como si hubiesen cortado el bosque a la mitad y lo hubieran puesto a la fuerza en aquel terreno de tierra árida y piedras erosionadas que se materializó delante de ellos. Aún así, el camino continuaba como si nada y los pies del monte estaban cada vez más cerca.

Lucca no fue el único que notó que, aunque se iban acercando sin problemas, el silencio alrededor de ellos había crecido hasta hacerse absoluto, y que la senda transitable se hundía en la tierra, formando zanjas y grandes riscos. La tierra, reseca y oscura, parecía tragarse la luz, convirtiendo el ambiente en uno innecesariamente lúgubre.

—Algo me dice que esto es obra de esa energía oscura que tu madre mencionó, Lucca.

—Pensaba lo mismo. Pero eso no explica la falta absoluta de espectros en el terreno.

—Eso no significa que más adelante no los haya —advirtió Jasper—. Manténganse atentos.

Lo que les recibió, para mayor confusión, fue otro tramo de denso y verde bosque. Esta vez la senda a seguir estaba marcada por un camino de ladrillos hecho por el hombre, de piedra raída por el paso de las décadas pero aún en buenas condiciones si descontaban la maleza crecida a raudales encima de ella y las grietas que aparecían de tanto en tanto.

Pero no se detenía ahí. La luz natural no había disminuido pero por alguna razón la oscuridad seguía ahí.

—Este lugar se ve espeluznante. No me sorprendería que estuviera lleno de espectros —dijo Asha—. Si la mismísima Reok te envía, significa que los rumores que han llegado a Valiset son ciertos.

La cima de Aiv'ShedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora