Mila abrió un ojo. Uno solo, pero fue más que suficiente para ver una criatura, negra como la noche, que la miraba fijamente con sus inmensos ojos amarillo azufre abiertos de par en par. Tenía el morro aplastado cerquísima de la nariz y una boca sutil que en ese momento había empezadi a abrirse lentamente dejando entrever unos largos colmillos afilados...
-Te recuerdo que es hora de levantarse.¿Quieres llegar OTRA VEZ tarde al colegio? -dijo lentamente la criatura, con un marcado acento y un tono de total desaprobación. Después se bajço de un salto de la cama de Mila y se dirigió a la puerta.
Ella le tiró la almohada, pero naturalmente no le dio porque el enorme gatazo negro estaba bajando las escaleras.
<<Gummitch está cada vez más insoportable -pensó Mila, levantándose y poniéndose las pantuflas de felpa con forma de murciélago rosa--. ¿ Cómo se atreve ? Yo NUNCA llego tarde a ningún sitio... Bueno, solo de vez en cuando. ¡Y, además me gustaría saber desde cuándo él es el encargado de despertarme!>>
Miró el despertador que estaba encima de la mesilla ( una rana de plástico verde con una coronita dorada en la cabeza : ¡ porras, realmente era hora ya de moverse ! ¿ Por qué la tonta de la rana no había croado su acostumbrado << ¡ Bésame !... ¡ Bésame!...>> con el qe cada mañana la sacaba del mundo de los sueños? << Pues claro, anoche se me olvidó darle cuerda >>, pensó mientras atravesaba el rellano para ir al baño. SU baño, grande como un sello, pero solo para ella.
Había tenido que insistir durante meses para que sus padres se decidieran a reestructurar la buhardilla, pero ahora tenía por fin un cuarto para ella sola, con su lavabo personal, su moqueta amarilla, un tablón para su colección de pinza y una claraboya justo encima de la cama, perfecta para contemplar las estrellas o las gotas de lluvia que caían sobre el cristal.
Una gozada, teniendo en cuenta que antes tenía que compartir el cuarto con su hermano Oliver. quien no conocía el significado de la palabra <<lavarse>> pero tenía el baño eternamente ocupado con sus exèrimentos. Y no era nada agradable encontrarse justo después de levantarse con una bañera llena de baba verde hiriendo o con que el váter residía un sapo gigantesco.
Mila se miró al espejo. Además de la larga camiseta talla XL con la frase BRUJA ETERNA que usaba para dormir, vio su pelo pelirrojo, sus acostumbrados superrizos que salían disparados en todas direcciones, unos ojos castaños, una nariz chata y un sinfín de pecas (una vez había intentado contarlas y antes de cansarse había llegado a 180).
¡Qué rollo de pecas! No conocía a nadie que tuviera tantas pecas: en la cara de su madre y de Oliver, por ejemplo, había solo un puñadito. Cerró los ojos un momento y, cuando los abrió de nuevo, en u cara no quedaba ni una sola manchita.
¡Fantástico! Se le daba cada vez mejor hacer que desaparecieran y volvieran a aparecer las cosas, y las transformaciones tampoco le salían nada mal. Sus poderes se limitaban a esto.. por ahora. Con el tiempo se manifiestarán otros, aunque todavía no sabía cuales : al menos, eso era lo que le pasaba a todas las brujas. O casi todas.
