Capítulo Uno

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Me despierto debido a la luz natural que entra por la enorme ventana de la habitación de George y suspiro. Aún debe ser pronto y no quiero levantarme ya que es domingo, pero debo hacerlo. Una vez que me despierto es imposible que vuelva a quedarme dormida.
Me deshago del enorme brazo que rodea mi cintura desnuda y me levanto de la cama no sin antes coger mi ropa del suelo para después dirigirme al baño y darme una agradable ducha. Al acabar, me visto con la ropa que llevé ayer, me peino, me lavo los dientes para quitarme ese mal aliento mañanero y salgo del cuarto de baño.

-Buenos días- dice mi novio tumbado en la cama, con los ojos cerrados y con esa voz ronca que indica que acaba de despertarse.

-Buenos días- respondo con una sonrisa.

Me dirijo lentamente hacia él para darle un casto beso en los labios, pero cuando voy a separarme, me rodea con sus brazos haciendo que me caiga en la cama, riendo.

-¿A dónde crees que vas?- pregunta claramente divertido.

Soplo para quitarme un mechón de pelo del rostro y comienzo a besarle toda la cara, a lo que él ríe separándome. Sé que no le gusta que le haga eso, según él parezco un perrito al que su dueño le acaba de regañar y está pidiendo disculpas.

- Me voy a ir ya a casa, tengo cosas que hacer y - le toco la puntita de la nariz- tú también- sonrío y me levanto de la cama.

George imita mi gesto, pero al parecer no se percata que está desnudo, por lo que se le ve todo haciendo que me de la vuelta, sonrojada. Al ver mi reacción suelta una carcajada y escucho como va poniéndose la ropa, bueno, en su caso el pijama.
Cuando salimos de la habitación me acompaña hasta la puerta principal de su casa, o bueno, de su enorme mansión.

-Bueno, mañana no te veo porque tengo reunión con la empresa de mi padre, pero te llamo para quedar.

Yo asiento en respuesta y rodeo su cuello con mis delgados brazos mientras él rodea mi cintura.

-Te quiero- susurra sobre mis labios a lo que yo respondo juntando nuestros labios.

George y yo llevamos dos años de novios. Nos conocimos en un banquete de "personas importantes" de toda la ciudad de California y bueno, la química surgió de inmediato entre nosotros. Poco a poco nos fuimos conociendo y hasta el día de hoy. Por supuesto que nuestros padres estuvieron y están maravillados con nuestra relación ya que si seguimos juntos al cabo de los años, las empresas de ambas familias se juntarían y ganarían mucho más dinero y mucha más fama.
Algo atípico de nuestra relación es que George me ha dicho mil millones de veces que me quiere, algo que yo no he hecho aún ya que no me siento preparada para dar ese paso tan grande. Yo quiero ir pasito a pasito, sin prisas. Por supuesto, mi novio no me presiona, es todo un caballero, además de ser bastante atractivo.
George es un hombre alto, con unos ojos avellana que enamoran a cualquiera, un pelo castaño bien cuidado y una piel bronceada típica de California. A pesar de no tener un cuerpo de modelo ya que no va mucho al gimnasio por temas de trabajo y estudios, se conserva bastante bien ya que siempre lleva una dieta equilibrada, al contrario que yo que no paro de comer comida basura, pero no me culpo, está muy buena.

Cuando llego a casa, lo primero que hago es darle un beso en la mejilla a Susan, la señora de la limpieza que ya lleva trabajando para mis padres diez años y es como una madre para mí.

-Susan, me muero de hambre- confieso haciendo un puchero.

Ella me responde animadamente sirviéndome un zumo de naranja junto con unas piezas de fruta, un vaso de leche con cereales y dos tostadas. Adoro los desayunos que prepara esta mujer.
Retiro los platos sucios de la mesa y me dispongo a subir a mi habitación para volver a lavarme los dientes y ponerme ropa de deporte.

LibertadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora