La vida sigue

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Mi vida continuo así de mal.

Sentía que ya no podía ser la niña normal que las únicas preocupaciones que debía tener era la escuela, ningún tipo de preocupación real y los juegos.

Sentía que no encajaba en ningún lugar, y nunca lo haría más.

Siempre antes de acostarme pensaba en eso y me torturaba a mi misma hasta que me quedaba dormida.

Podía pasar momentos muy felices pero no podía evitar que llegarán los horribles recuerdos de aquella ocasión. Aprendí que nunca se irían y que debía vivir con ellos para siempre.

Para mi suerte mis padres decidieron que no nos quedaríamos con mis abuelos. Me sentía muy feliz, ya que no vería tan seguido a esa persona.

Aunque en las reuniones familiares si lo tenía que ver y era bastante incómodo. Incluso lo es ahora...

Mis padres le dijeron a una persona que nos cuidara pero, en nuestra misma casa. Esa persona también era un familiar, y esa persona era hermano, de la persona que me arruino la vida.

Su nombre es Julio. Era y es alguien normal, y alguien muy amable.

Nos cuido por un buen tiempo en ese lugar, hasta que nos mudamos a otra casa que mis padres construyeron. Estaba más que feliz porque en el antiguo lugar que vivíamos quedaba justo enfrente de mi abuela, y por ende de mi primo. 

Julio nos cuido hasta que cumplí los 13 años.

Luego éramos solo mi hermano y yo.

Íbamos a la escuela regresábamos a casa, le preparaba de comer y nos divertíamos mucho hasta esperar la hora que mis padres regresarán.

Luego de un tiempo, o, mucho tiempo en realidad, cumplí 15. A esa edad decidí contarle a mi padre lo que había sucedido en los años anteriores con mi primo. Durante el transcurso de la conversación pareció ser comprensible y mostro interés en mis sentimientos. Me sentí aliviada de que al fin, y por primera vez pude hablar de este asunto con alguien y ya no solo estaba en mi corazón.

Mi padre me pidió mantenerlo en secreto, y así lo hice.

Luego, con el transcurso del tiempo en cada discusión que tenia con mi padre, el me hacia insinuaciones que así como comenzaba discusiones por cosas ¨estúpidas¨ con otros, de igual manera me pude inventar lo que me había sucedido con mi primo. Y ahí, justo ahí, an mis 15 años, me di cuenta que no podía confiar en nadie. No podía contarle mis cosas a nadie. No podía si quiera enamorarme en serio de alguien.

Tengo problemas de confianza.

Y así continuo mi vida.

Durante los inicios de mi adolescencia, empecé a permitir que los chicos jugaran conmigo, dejaba que me tocaran, que me besaran y que hicieran los que se les antojara. No lo hacia por placer, porque nada de eso me excitaba. Los chicos no me excitaban, pero por alguna razón que aun desconozco lo seguía permitiendo.

Por otro lado, dentro de esas experiencias con chicos también experimente depresión. No quería existir, quería morir, simplemente sentí que no encajaba en este mundo. Y por supuesto, también empecé a fumar de manera excesiva. Siento que si hicieran una lista de las peores cosas que puede hacer una persona definitivamente yo estuviera ahí. Sentía que no valía la pena.

Entre otras noticias, mi madre quedo embarazada de mi segundo hermano, y pasaron muchas cosas. Ese fue un momento crucial.

Entre ellas, pasó que mi primer hermano le diagnosticaron pandas es un síndrome poco conocido y muy grave.

"Trata de una serie de síntomas neurológicos que consisten en tics y movimientos involuntarios, asociados a trastornos psiquiátricos de tipo obsesivo-compulsivo"

Mi hermano era compulsivo.

Si pensaba en algo debía hacerlo. En una ocasión se lanzó del balcón del segundo piso y cayo en el primer nivel. Lo hizo por diversión...

Mi madre dio a luz a un hermoso niño, y tuvo que dejar su empleo para cuidar a mi nuevo hermano y a mi otro hermano. Este último perdió todo un año de clases en tratamientos, y citas con los doctores.

Fue un momento bastante difícil en nuestra familia. Todos debíamos velar por el y cuidarlo más. Viví con la presión de que mis padres no querían enterar a nadie más, por la dignidad de la familia, o que pensarán que mi hermano era un "loco".

Al final todo llegó a un equilibrio, y los medicamentos actuaban de manera correcta.

Se había logrado calmar y tranquilizar.

Éramos la típica familia normal y unida que todos elogiaban. Y que mis padres amaban escuchar eso.

Aunque en realidad las cosas iban de mal en peor. El matrimonio de mis padres se estaba rompiendo.

Pero todos supimos llevar las cosas sin que ninguna palabra saliera del hogar.

Según mis padres no podíamos mostrarle a los demás que no éramos una familia de admirar.

Todo cambio (HISTORIA REAL)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora