Capítulo 2: La Búsqueda

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    El chofer estaciono el auto frente a la puerta de entrada de la lujosa mansión.

-Deja el auto por aquí, pueda que volvamos a salir- dijo Enrique a su chofer mientras cerraba la puerta del coche.

La mansión estaba rodeada por un extenso y hermoso jardín lleno de muchas clases de flores. Frente a la entrada estaba posicionada una isla, con una fuente.

La puerta de entrada era muy grande, llena de hermosos vitrales. Abrió la puerta y se introdujo en la mansión, en el salón estaba su mujer sobre el sofá, llena de lágrimas que rodaban por sus mejillas, y rodeada de policías que iban de allá para acá. Su mujer al verlo se abalanzo sobre él y lo rodeo con sus brazos y continuo llorando sobre su hombro.

-¿Qué información tiene oficial? –Pregunto Enrique al inspector.

-Según testigos fue un ataque armado hacia el vehículo donde se conducía su hija, luego de matar al chofer se la llevaron a ella, aunque nadie vio la dirección tomada por los agresores pues por el miedo cerraron las persianas y se escondieron, este tipo de ataques no son comunes en esta área de la ciudad. No hay muchas pistas en este caso.

-¡¿Qué?!, ¡Eso es imposible! ¡Alguien tuvo que haber visto la matricula del carro o algo!

-Lo lamento señor, pero es la verdad, nadie se detuvo a observar nada por el miedo, solo vieron muchos hombres de negro con las caras cubiertas y bien armados, se presume que desde hace meses planeaban este ataque.

-¡Tiene que encontrar a mi hija!

-Señor tranquilícese, le prometo que haré todo lo que este en mis manos para encontrar a su hija sana y salva.

-Ok, está bien lo siento, ¿Habrá algo en lo que le puedo ayudar?

-Por ahora hemos interferido sus líneas telefónicas, de seguro no tardaran en llamar para pedir algún rescate, cuando lo hagan necesito que lo mantenga al teléfono lo más que se le sea posible.

-Está bien lo hare.

Mientras tanto su esposa aún seguía hecha un mar de lágrimas.

-Tienes que ser fuerte amor, te prometo que también podre mis esfuerzos para encontrarla, aunque sea lo último que haga, y matare con mis manos al culpable de tu ahora sufrimiento.

-¿Por qué esto nos tiene que pasar a nosotros? –Dijo Agatha entre sollozos.

...

-Ve, desátala de la pared y tráela, tenemos que pedir su rescate.

Aníbal fue y desencadeno a la nena de la pared, llevándola hasta donde su amo.

La nena estaba con su uniforme sucio de comida, con ojeras por esos últimos tres días de no dormir muy bien, estaba muy cansada, sus ojos estaban rojos y le dolía mucho la cabeza de tanto llorar, estaba casi sin voz de tanto gritar pidiendo ayuda. Su respiración era jadeante y cortante, con una apariencia muy demacrada.

-Que mal te miras Adriana, veo que no te han sentado muy bien los días en este hotel de lujo.

Adriana estaba tan cansada que cayó de rodillas al suelo, y luego se desplomo totalmente en él.

-¡Traigan una silla y siéntenla!

Trajeron a la nena hacia un sofá que estaba cerca. La casa parecía ser una cabaña de campo lujosa, tenía muchas cabezas de animales pegadas a la pared, con grandes ventanas cubiertas por largas y gruesas cortinas, tenía también una gran escalera que conducía a la segunda planta, pero a ella la habían situado en una de las habitaciones bajas, en la última del pasillo.

En la habitación había un aproximado de diez hombres que rodeaban a la nena, todos con armas largas y cubiertos de la cara, y aunque algunos hablaban, no reconocía la voz de ninguno, ni siquiera de su jefe.

-¡Cállense todos! Hare la llamada para pedir el rescate.

...

El reloj marcaba las 9 pm, ya habían pasado 4 horas de zozobra, a la espera que el teléfono sonara y diera una señal acerca de quiénes eran los que estaban detrás de esto y que era lo que querían.

Los policías iban y venían de allá para acá por todo el salón, entraban y salían de la casa. En un rincón del salón había situado una mesa en la cual estaba un aparato de rastreo de llamadas

Sonó el teléfono y Enrique salto de su asiento, estaba nervioso y su corazón latía a mil por hora. Descolgó el teléfono y el inspector le hacía señas para que hablara lo más que pudiera.

-Tengo a tu hija –La voz del otro lado no parecía humana, era más bien robótica, era irreconocible.

-¿Dónde la tienes?

-Eso no te importa, pero si quieres volverla a ver vas a tener que hacer todo lo que te diga.

-¿Qué quieres?

-Dos millones de dólares. Te doy dos días plazo para conseguirlos y no me digas que no los tienes, se dé lo poderoso que eres, no te será difícil conseguirlos, te daré más instrucciones mañana.

-¡No! ¡Espera! ¡Quiero hablar con mi hija!, ¡Mierda!, ¡Colgó!

Tiro el teléfono decepcionado.

...

-¡Papá! –Grito la nena

-¡Cállate! –Dijo el jefe al tiempo que dejaba ir una fuerte bofetada sobre la nena que le volteo la cara.

-¡Oye Santiago no sean tan duro con ella! –Dijo Aníbal

Santiago saco su pistola y le apunto a Aníbal.

    -¿Tú quién eres para darme ordenes? Encerrarla de nuevo.



LA NENADonde viven las historias. Descúbrelo ahora