Capítulo 2.

28 1 0
                                    

Era tanta la euforia que tenía que logré bañarme, maquillarme, arreglarme el cabello y lo peor de todo elegir algo para ponerme en menos de una hora. Era un récord viniendo de mí.
Decidí usar un vestido corto y ajustado negro que apenas me llegaba a los muslos, tenía una parte de la espalda al descubierto y lo que más me gustaba era que resaltaba mis curvas. Sinceramente no soy de usar este tipo de ropa muy seguido, pero fue un vestido que compré y nunca usé porque siempre sentía que no era la ocasión. Pero estoy completamente segura de que hoy vale la pena usarlo. Me puse unos tacones altísimos del mismo tono, nunca fui de interesarme en los colores, creo que eso fue lo único que no cambio desde que Nate se fue. Él me recuerda como a una niña que odiaba el maquillaje, y ni hablar de este tipo de vestimenta. Podría decirse que hago todo esto más que nada para ver su cara y demostrarle que las cosas cambiaron desde que él decidió irse.
Preferí no hacerle nada a mi cabello y dejarlo con mis ondas naturales. Pero no me lo dejé así porque quería, me hubiera encantado alisármelo pero no tuve más tiempo ya que una de las cualidades de Nate nunca fue la paciencia y por lo que veo no cambió, no soporto que me apuren así que harta de sus gritos suplicándome que fuera más rápida me miré por una última vez más en el espejo, apagué la luz y mientras iba bajando por las escaleras esperaba aunque fuera una mirada pero él estaba como si nada mirando su móvil y tarareando una canción. 

―¿Podemos irnos, por favor? ―pregunto inocentemente, tratando de captar su atención.

―Si Mila, en un rato nos vam...

No llegó a completar la frase que quedó sorprendido al girarse y verme así, lo único que hacía era mirarme de arriba hacia abajo con la boca completamente abierta y los ojos como platos. En un momento pareció regresar a la realidad y por lo tanto volvió a hablar normal.

―¿Pero qué haces que todavía no te cambias?

No puedo hacer otra cosa que reír, esta era justo la reacción que esperaba. Él siempre fue muy protector conmigo así que no puedo disfrutarlo más.

―Ya estoy cambiada, ¿no te gusta?

Nate se quitó su chaqueta horrorizado y se acercó hacia mí para poder ponérmela.

―No, no, no. Estás confundida y muy si piensas que voy a dejar que vayas así vestida. Nunca en la vida.

Luego de media hora, de hacer mil pucheros y rogar tanto terminó cediendo. Pero únicamente con la condición de que al menos iba a llegar con la chaqueta puesta y al momento de salir me la tenía que volver a poner.


El trayecto en auto fue muy alborotado, ambos cantando (o mejor dicho, gritando) como locos sin remedio. Extrañaba tanto esto, sentirme viva. No sé cómo soporté estar tantos años sin él. Cuando por fin llegamos, pudimos ver que era realmente un caos de gente. Tuvimos que dar unas vueltas más para encontrar un lugar para poder estacionar pero finalmente lo encontramos, lo malo era que había que caminar mucho y yo no soportaba más estos tacones, ya sentía como me empezaban a doler, no tengo ni la menor idea de cómo voy a hacer para aguantarlos toda la noche. La música se escuchaba estando a cuadras, y me sentía más tranquila al notar como cada vez se iba sintiendo más cerca. Dios, necesito un lugar para sentarme urgente. Y alcohol, mucho alcohol.

―Nate maldito, deja de sonreír que te estoy viendo ―le recrimino mientras lo fulmino con la mirada, se nota a kilómetros que está disfrutando de mi sufrimiento―. No te das una idea de lo horrible que es esto.

Parece que lo hubiera incitado aún más, porque se empezó a reír a carcajadas.

―Yo te avisé que te cambiaras, fuiste tú la que no quiso hacer caso. Ya de eso no me hago responsable. Igual tranquila, estamos llegando.

Cinco minutos que hubieran sido menos de no ser por mí y mis agotados pies que me impedían caminar más rápido, llegamos. Muchas miradas se enfocaron en nosotros, las mujeres me miraban con envidia pero me daba igual porque siempre que iba con Nate a algún lado pasaba eso. Era un real y completo caos, gente por todos lados, la mayoría con mucho olor a alcohol, entraban y salían a cada rato. Después de empujar a miles de personas logramos entrar.

―No te separes de mí ―me grita para poderlo escuchar, la música estaba muy fuerte―. Si te pierdo aquí, no te encuentro en la vida. Ahora acompáñame que tengo que encontrar a alguien, ¿está bien?

―De acuerdo ―le hablo de la misma forma siguiéndolo. No me gusta depender de alguien, pero en este caso tiene razón. La fiesta está demasiado llena para mi gusto, sería peor aún salir sola de aquí, perdida.

Caminamos hasta que logramos salir al patio trasero, lo vi mirar para todos lados. No tengo ni la menor idea de a quién busca y no soporto más estos tacones, maldita sea yo y mis ideas. Me quería sentar en algún lado, así fuese en el suelo no me interesaba.

―Ven Mila, por aquí ―me señala.

―Nate, me duelen horrores los pies. Sigue tú, yo me quedaré aquí. Sabes dónde hallarme.

―¿Estás segura? ―pregunta desconfiado y asiento―. Está bien, pero prométeme que no te moverás más de un metro hasta que yo vuelva.

―Prometido, ahora ve ―me río y él duda, pero termina accediendo y lo pierdo de vista entre la gente.

Logré sentarme en uno de los bancos de madera que allí se encontraban, y comencé a mirar a todos. No muy lejos de mí, identifiqué a un grupo numeroso de personas sentadas en unos sillones blancos. Más mujeres que hombres, pero uno llamo particularmente mi atención. No lograba verlo bien por la distancia, pero a simple vista te das cuenta de lo guapo que era. Como si percibiera mi mirada en él, empezó a ver a la gente de mi costado izquierdo hasta que finalmente sus ojos se posaron en mí y me pilló contemplándolo.

―Mierda ―empecé a mirar para todos lados haciéndome la distraída. Siempre fui muy avergonzada respecto a eso. No me gustaba mucho el contacto de miradas porque me ponía nerviosa.

Un rato más tarde, no pude evitar volver a mirar y me llevé la sorpresa de que seguía estando el mismo grupo, menos él. Seguramente habrá ido a buscar algo para tomar o habrá ido al baño. Me doy vuelta aburrida.

―Hola, muñeca ―me dice una voz ronca masculina, y me quedo deslumbrada al ver unos llamativos ojos verdes clavados en mí acompañados de una brillante y blanca sonrisa.

O tal vez, solo tal vez, mis dos teorías fueron falsas y él se encontraba al frente mío.


My gooood, vaya sorpresa se llevó Mila. ¿A quién habrá ido a buscar Nate? ¿Quién será el hombre con el que nuestra protagonista se encontró? Por ahora se los dejo a su imaginación. xoxo♥ 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Feb 20, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Simplemente túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora