Y comprendí, que lo que anhelaba de ti eran : esas caricias, esos besos, tu frialdad, que al fin y al cabo no era fría, tu risa, tus susurros, tu forma de hablar...
Que resultó siendo todo tan falso, tan fingido; se te hizo fácil hacerme añicos en tan poco tiempo, desangrándome de tal herida engendrada por tu demonio desencadenando un dolor inimaginable.
