—A mí no me gusta este tipo de juegos—sonrió sádico—, pero como me encanta complacer a unos buenos amigos.
Los Alfas temblaron de horror. Esto se pondría sumamente aterrador. Los hiso retroceder con cada paso que avanzaba hacia adelante, no era su intención, mentira, estaba más que consciente sobre lo que hacia en aquellos momentos asustando gente sin compasión. Sus pasos atemorizantes eran tan pequeños, suaves y a la vez decididos. Todo paso en fracción de segundos.
Uno de los sujetos se armo de valor intentando golpear al pequeño Omega, pero a cambió sólo recibió una patada en la cara, no supo en que momento exacto terminó siendo rescatado por su Alfa; sólo recordaba a ver golpeado a los sujetos, a uno le dió una patada tan fuerte contra la pared que de su cabeza salió sangre, a otro le rompió la muñeca y todo el brazo, mientras que hubo uno que terminó con la cara en el piso siendo azotada tres o cuatro veces; pero lo agradecía de sobre manera, porque sí hacia esfuerzo físico lastimaría a sus bebés.
Cuando se dió cuenta Reborn ya estaba golpeando a los tipos que lo atemorizaron, pero lo que más sorprendió a él pequeño Omega fue que inmediatamente todos los demás guardianes lo encontraron, y vaya que Vongola derramaría sangre para defender a su adorable castaño. Eso hubiera pasado sí no fuera porque el Hitman recibió una llamada importante, dejando noqueado a los acosadores de su lindo castaño.—Bien, los amarran y meten a un saco—ordenó sin miramientos él mayor—. Tenemos cosas que hacer, cuando regresemos los torturaremos hasta la muerte.
Los guardianes asintieron de manera algo desganada, tenían ganas de hacer rodar unas cuantas cabezas. Aunque Tsuna no estaba muy de acuerdo con dejarlo vivir en aquellos momentos.
—Chicos lamento preocuparlos—se disculpo sonrojado.
Los chicos no eran tan malos como aparentaban; algunos de ellos; así que sólo se limitaron ha abrazar al chico como dándole a entender que no estaban enojados con él, sí que muy preocupados.
Reborn se molesto tanto al ver a todos esos idiotas abrazar a su lindo castaño. Sólo él tenía derecho a abrazarlo, tocarlo, en serio quería patearles el trasero.
Mejor dicho, los peteo en su rostro, menos a Kyoya, porque dios sabé que era el único rápido y a Mokuro, porque, bueno, él ilusionista era demasiado consciente que él castaño era prohibido.—¡Caminen!—dijó aplastando la cabeza de algún pobre desgraciado contra el piso con toda la ira posible.
—Reborn lastimaste a ese sujeto...
—Vamos Tsuna, déjalo ser—Kyoya tomo del brazo al menor jalandolo lejos de todo ese escándalo.
—Pero Kyoya–nii...
Al parecer hoy no era día de dejar hablar al pobre chico porque fue cargado al estilo nupcial y secuestrado.
Él chico se enojo con todos sus amigos, en serio estaba muy, muy frustrado, enojado y avergonzado por no poder hablar como todo el mundo, se sentía un Omega menos preciado por estár embarazado.
Se perdió en sus pensamientos, en esos que vienen y van como las sonrisas, en esos que podrían marcar el alma de cualquier haciéndolo quedar tan pequeño ante el rostro del universo infinito.Miró a sus acompañantes y sus agiles pero perfectos movimientos, trajes impecables por una ocasión especial pero a la vez muy sería, estaban perdidos en el camino que debían seguir, sin saber exactamente la razón se sintió tan pequeño, tan absolutamente inservible en un mundo tan caprichoso. Había un destino marcado para sus hijos, era la primera vez que se daba cuenta de ello, toco su vientre con una sonrisa nostálgica adornando su bello y acaramelado rostro, sus labios rompieron la ilusión genuina de una sonrisa honesta, sus hormonas alteradas, con toque de preocupación alertaron a su Alfa. Reborn apareció a su lado en un grácil movimiento, lo abrazo de la cadera alejando a Hibari Kyoya para consolarlo.
—¿Qué sucede?—preguntó meloso sin apartar la vista del camino.
—Tendrán que suceder la mafia—miró a Reborn con los ojos llorosos y el alma rota.
Él mayor sintió el corazón palpitar desbocado, con una pulsación acelerada como si fuera un caballo, limpio las lágrimas que quebraban la piel como ácido.
—Será lo que tenga que ser—confesó arrepentido de no haber planeado esa preocupación de su pareja—. Pero juró que pasé lo que pasé, no importa quién sea, sí los lastiman los cazare al puro estilo Vongola, con algún toque de Hitman.
Beso sus labios con tiempo, calmado y profundo, anhelando el contacto tan conmovedor que le abatia el alma. Sabía que cumpliría, era así de sádico, cruel y sobreprotector, sus besos sus labios, aquellos fuertes brazos, todo eso le dejaba en claro que no estaba jugando. Cazaria ha quién le hiso daño a sus hijos, los secuestraria, torturaria, para al final terminar destirpandolos como un pez.
—Eso espero Hitman, porque sino espero que disfrutes tu mes sín sexo—amenazó seriamente.
Reborn tembló ligeramente, ya no sabía si era por aquella amenaza tan maldita mente cruel, porque Timoteo lo veía fijamente o porque tendría que hacer un reto para ganar la mano del décimo, y eso sería un lío, ya que los retos vongola eran temidos, pero los de matrimonio eran tan odiados como el maldito papeleo que los jefes de la mafia hacían a diario.
Eso ya era decir mucho, porque nadie en su sano juicio mental haría papeleo, nadie.—¿Reborn me puedes explicar esto?—pidió amablemente el noveno.
Su cara tenía una sonrisa indescriptible, su aura gritaba que mejor correr que morir, pero sus ojos tenían esa calma tan fría, trago en seco, esto se pondría extremo.
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Nuestro destino (En edición).
FanfictionAlfa, Omega y Beta, vaya que era difícil estar clasificados de esa forma. Pero más difícil tratar con un hermano mayor que te considera un juguete sexual Sólo por ser un Omega. Era difícil y más que todos lo consideraban basura por ser torpe. Pero v...