"¡PUM!" Las puertas del gremio azotaron contra las paredes dirigiendo toda la atención de sus residentes hacia la entrada del mismo. En ella se veía un cuerpo siendo opacado por la luz solar en plena tarde. La silueta que se lograba distinguir era más que necesaria para saber de quién se trataba; del chico que destruyó el gremio unos días atrás.
Los ojos rojos del joven se movieron de un lado a otro buscando alguna mesa libre, y como acción secundaria observado a todos los que se encontraban en ese momento. Para mala suerte de él estaba prácticamente lleno el lugar, pero hasta la esquina de éste había una mesa algo apartada.
—¡Tch!— Se quejó justo después de dar algunos pasos. Y con gran razón, pues algunos instantes antes de entrar podía escuchar lo activo que estaba todo, pero después de su llegada el ambiente del lugar se había vuelto tenso, ni siquiera debía de olfatear para sentir el odio que emergía de todos los integrantes ahí. Nuevamente dio paso hasta el lugar que había ubicado antes con su mirada e ignoró todo las malas vibras dadas por los demás. Nunca le había importado lo que pensaran de él y este no sería el momento para comenzar a preocuparse.
Tras unos minutos sentado y sin decir nada, con una expresión de pocos amigos, característica de él, una pequeña mujer intentaba acercarse a lo lejos. Él ya le había conocido antes, pero no de la mejor manera y por supuesto que la reconoció, al igual que sabía lo que intentaba hacer, pero no diría nada hasta que llegara el momento indicado.
Ella siguió acercándose más con algunos pasos lentos y temblorosos, estaba bastante insegura de lo que hacía. Llegó a unos metros de la mesa en donde estaba el chico rudo, para ser exactos del otro lado, frente a él. Tomó un banco con sus pequeñas manos y lo jaló para sentarse.—No es necesario que hagas esto— Interrumpió las acciones de la chica.
—Yo... Yo sólo quiero sentarme aquí— La linda mujercita le contestó rápidamente mientras se sentaba de la misma manera.
—¿Eh?— El grandulón se levantó un poco de la silla y colocó su mano derecha sobre la mesa con algo de fuerza. —No necesito que me tengas lástima— Reclamó mientras le veía con un rostro desafiante. —Puedo soportar esto toda mi vida si es necesario— agregó.
—No te tengo lástima...— El volumen de sus palabras era bajo. —Como dije, sólo quiero sentarme aquí. No tienes porqué notar que lo estoy— aumentó un poco la fuerza con que decía sus palabras y vió sus manos para evitar la mirada de su contrario.
—¡No me jod...!— El chico se percató de que todas las miradas estaban apuntándolo junto algunos murmullos que parecían criticarle. —Está bien, haz lo que quieras— Tomó asiento nuevamente y se cruzó de brazos para intentar actuar con indiferencia.En la chica se notaba una gran sonrisa con semblante de victoria, la cual cambio después de agitar un poco su cabeza.
—...— Se mantuvieron de esa forma durante algunos minutos, un lapso de tiempo incómodo y silencioso. Ninguno parecía ceder a ello, por lo tanto, como era de esperarse, el chico de metal se levantó algo desesperado. Planeaba irse del lugar, pero en su intento notó una mirada asesina hacia él. Era el maestro del gremio, estaba viendo cada movimiento en él, no dejaría que se fuera así, sin intentar cruzar palabras con ella.
De manera casi inmediata, Gajeel sabía lo que el anciano esperaba, y entonces, apretando sus puños y labios de manera simultánea, dio un giro de 180° con una mirada exasperante en él.<<Hay personas que disfrutan estando solas, pero no hay ninguna que soporte la soledad>> susurró al aire con un disgusto notable. —Tch, ¿qué se cree ese viejo?— seguía quejándose en susurros mientras regresaba al asiento frente a la hada de escritura sólida. —Como si supiera algo sobre mí— levantó la mirada para ver a Levy y notó que intentaba ocultar sus burlas detrás de un libro.
Actuó rápidamente. Acercó su mano hasta el lomo del libro y con ayuda de sus dedos lo cerró. Lo tenía en su poder, de hecho, lo había traído hacia él. Al otro lado de la mesa.—¡Oye!— reclamó la joven lectora junto a un rostro de enojo, que más que provocarle miedo al grandulón, le daba risa.
—No te quejes. Si vas a estar aquí, "conmigo"— contestaba a su reclamo. —No tienes que estar leyendo, pon algo de atención tan siquiera. Aparte, la que empezó con las burlas fuiste tú— agregó.
—Sólo me reía por algo que terminaba de leer, aparte tú...— abrió un poco los labios, pero las palabras no podían salir. Afortunadamente el chico la volvió a interrumpir.
—¿Yo?— Levantó un poco los tornillos que tenía como cejas. —Si buscas una disculpa no la tendrás— una frase normal para él, pero cruel para ella. —Al igual que tu libro. Bueno, al menos hasta que te vayas, quiero decir, que esta conversación termine—.La pequeña no contestó. Más que por el enojo de su libro fue por lo que el chico acababa de decir. Era de cierta manera hiriente. Se limitó a fingir molestia, volteando su rostro como si estuviera poniendo atención a otra cosa.
¿Había hecho algo malo? Eso se preguntaba el chico. Pensaba que después del incidente tenía que tratarla un poco bien, aunque le costara demasiado. Pero eso no era lo suyo, no podía simplemente llegar y decirle "Perdón, lamento haber hecho eso". Así que intentó seguir con la plática.—Parece que me tendré que quedar con esta cosa después de todo, si no iniciamos una conversación, tampoco podremos terminarla...— hacía referencia a que por lo mismo, el libro no podía ser regresado. Acertó. Ella dejó su faceta actual y volteo a verle preocupada.
—No, no, no. Debes de regresarlo. Y no es "esa cosa". Tonto. Es un libro. Se nota que no los conocías— Gazille logró su cometido.
—Bien, lo haré. Pero ahora pide algo, yo pago— ofreció. —O al menos eso haré. Tengo que completar una misión para pagar— habló un poco de más.
—Tú... ¿pagas?— parecía que no entendía a que se refería.
—Si, yo pago. Lo que comas o bebas. Yo que sé— dió una explicación errónea a la duda de la chica, pero con la información suficiente para saber a qué se refería.
—Aquí, en Fairy Tail no...— intentar dar una respuesta le era difícil. Pero estaba haciendo lo posible para que él entendiera. —No pagamos por lo que comemos. Se podría decir que es gratis— fue lo mejor que le pudo decir.
—¿En serio?— fue una sorpresa el enterarse de ello. Preguntó algo incrédulo para confirmarlo.
—Sí. No pagamos— afirmó. —¿En tu otro gremio no era así?— regreso la pregunta.
—No... En Phantom Lord... Era todo distinto— vió a sus alrededores mientras seguía hablando. —Pagabamos por la comida y estancia. Claro, algunos teníamos beneficios, pero...No lo sé, supongo que me puedo acostumbrar a esto—.
—El gremio ahora no te tiene confianza, incluso puedo asegurarte que la mayoría no te odia. No tardarán en aceptarte— planeaba que el chico logrará hacer lo último que dijo con mayor facilidad, acostumbrarse.
—Ge-He. Me da igual si me aceptan o no— su orgullo salió a flote. —No por nada soy el gran Kurogane no Gajeel— sus afilados dientes se mostraron en una sonrisa egocentrista, sonrisa que duró poco, pues... —¡Oye! ¡¿Que tratabas de decir con "Se nota que no los conocías"?!— la sien del chico se remarcó cuando estaba reclamando. Ella no respondió, sólo hizo un rostro de sorpresa al pensar que lo había olvidado y siguió con una gran risa...Fue un día raro para él. Comenzaba a notar la gradual diferencia entre su pasado y presente. Las cosas no eran como antes, de hecho eran mejores, y aunque parezca raro, no le hacía sentirse cómodo. Digamos que si todos se hubieran tratado con indiferencia, a él no le hubiera importado. Ya estaba acostumbrado al rechazo y miedo por parte de los demás, pero esta ocasión no era así. Ahora todos se trataban con afecto dejándolo de lado a él.
Y así fue como la historia de ambos volvió a iniciar tomando el camino correcto.
Nota: "Kurogane no Gajeel" significa "Acero negro Gajeel".
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Hada de Hierro
FanficNo siempre se inicia de una excelente manera o al menos de una forma deseada, pero siempre puedes tener un nuevo comienzo. Gajeel Redfox sabe muy bien lo que es eso.