Un breve recuerdo.

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"La Huella que a ti te toca dejar en la vida, sólo tú la puedes marcar".

Ayer iba caminando, y a mi paso encontré a dos niños de aproximadamente 5 o 6 años corriendo, uno disfrazado de Spiderman y otro de Conejo con una capa ama­rrada a su cue­llo, ambos segu­ra­mente eran Súper héroes, y eso lo pude sen­tir igual que ellos, los con­tem­ple un segundo hasta que paso junto a mí una moto que al ace­le­rar me dis­trajo y tris­te­mente me saco de seguir par­ti­ci­pando en ese juego. Y vol­ver a mi reali­dad y a mi rápido andar.

Nues­tro cami­nar por la vida lo lle­va­mos en oca­sio­nes a trote a paso lento o corriendo los moti­vos del ritmo que mar­ca­mos en nues­tra vida es a veces por el tra­bajo, por la falta de tiempo, por la edad o sim­ple­mente por­que sí, pero me gusta pen­sar que a pesar de eso, vamos mar­cando recuer­dos y sen­sa­cio­nes a las per­so­nas que nos encon­tra­mos en ese andar, estoy con­ven­cido que día a día esa son­risa que le rega­la­mos a nues­tro vecino por la mañana o a la chica de aquella tienda les deja una bonita sen­sa­ción, y qui­zás la recuer­den durante su día.

La Madre Teresa decía "A veces sentimos que lo que hace­mos es tan sólo una gota en el mar...pero el mar no sería el mismo si fal­tara esa gota". Esa pala­bra ama­ble que nos dan o que damos, esa mirada de saludo o esa son­risa que a veces cru­za­mos con algún extraño, hacen la dife­ren­cia en un mundo que tris­te­mente vemos que se hace áspero, por todo lo que sucede a nues­tro alre­de­dor, (delincuencia, pandillaje, gue­rras, nar­co­trá­fico, ham­bre, catás­tro­fes natu­ra­les, con­ta­mi­na­ción, enfer­me­da­des y un largo lar­guí­simo etc.)

Nues­tra acti­tud ante la vida es la que hace la dife­ren­cia en una socie­dad ace­le­rada, en la que ya no nos dete­ne­mos a con­tem­plar cosas sim­ples que la vida nos regala, como el tocar de un instrumento de aquel desconocido en el autobús, los colo­res de las flo­res , una melo­día, el olor del pasto mojado, la llu­via etc. Esas cosas que dis­fru­ta­mos y nos dan la clave para sen­tir­nos bien, y vivos.

Nos va ganando el correr diario, el inter­net, el estrés, nos deja­mos satu­rar por las malas noti­cias, la indi­fe­ren­cia, la desolación, el miedo y la des­es­pe­ranza. Nos aba­ti­mos fácilmente por estos pen­sa­mien­tos.

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