#1: Viaje directo a los problemas

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Heather

—Mamá, ¿Dónde está mi sweater beige? —grité frustrada a mi madre, que se encontraba en la cocina preparando un abundante desayuno.

En menos de dos horas tendríamos que estar en el aeropuerto de Londres, y aún no terminaba de arreglar mi maleta. Ya había desordenado toda la ropa del armario y no encontraba los conjuntos que quería. Tendríamos nuestra esperada gira de estudios en el último año de escuela y viajaríamos al caribe. Nos hacía falta un cambio de ambiente y no estaría mal volver con un fabuloso bronceado antes de la semana del infierno, o como el resto de las personas lo conocen, la semana cuando te dicen si entraste o no a al universidad que querías.

—No lo sé, Heather —contestó mi madre—. ¿Le preguntaste a Amy o Scarlet?

No, no lo había hecho. Seguro que si le preguntaba a Amy me diría que me olvidara de él y que llevara cualquier otra cosa; y Scarlet seguro me mandaba a la mierda, como siempre lo hacían.

—¿Buscas esta mierda? Me gusta tu estilo, hermana —habló Scarlet, apoyándose en el marco de mi puerta sosteniendo un sweater, que parecía ser de color beige.

—Joder Scarlet, ¿Qué le hiciste? —tomé el sweater en mis manos, tratando de saber que había ocurrido con él. Tenía hoyos y estaba manchado de colores oscuros por dentro y fuera. Era mi sweater favorito.

—Yo no le he hecho nada. Lo encontré tirado en el pasillo del instituto y te lo traje —dijo con una sonrisa divertida—. Aunque me hubiera gustado haberlo hecho, pero la mafia se me adelantó —suspiró—. Ese Gray y sus mierdas siempre me impresionan a veces.

Scarlet salió de mi habitación mientras alardeaba más cosas sobre Jared Gray. Maldito bastardo. Esta me las pagaría caro, aunque no estaba muy segura de cómo.

El moreno era el líder de la mafia estudiantil desde hace un par de años, y pro su puesto todos sus amigos le seguían en todo lo que pasara por su estúpida cabecita. Seguro si le pedía a alguno de ellos que se tirara de un precipicio, probablemente más de alguno no va a dudar en hacerlo. Todos les temían y se encargaban de hacerse respetar, pero yo ya estaba harta. No dejaría que siguiera molestándome, le mostraría que nadie se mete con Heather Brown.

Me puse a buscar otro sweater para combinar al igual que un par de conjuntos más. Llevaba mi mejor ropa, y me compraría más allá.

Al fin con mi maleta lista, tomé todas las cosas que llevaría y las dejé al lado de la puerta principal. La maleta negra de Scarlet ya estaba lista, al igual que la verde claro de Amy.

En la cocina, mamá charlaba animadamente con Amy, mientras Scarlet comía su desayuno callada y con el ceño levemente fruncido. ¿No había manera de que sonriera? Nos iríamos de gira de estudios. ¡Por favor!

—Y eso. Tengo buenas calificaciones, pero se vienen fuertes los siguientes exámenes —dijo Amy a mamá, terminando de comer lo que había preparado.

Me fastidiaba que Amy hablara todos los días acerca del colegio y de sus calificaciones. Ni si quiera tenía tan buenas calificaciones, pero si eran mejores que las mías, definitivamente. De Scarlet nadie sabía nada, pero supongo que incluso eran peores que las mías.

—Tranquila, cariño. Con práctica y estudio, darás unos buenos exámenes —dijo mamá con una amplia sonrisa.

Cada una de nosotras éramos una imagen de nuestra madre, más joven y con distintas personalidades. Sus amigos siempre nos decían que nos parecíamos cada vez más a ella. Claro que físicamente, porque psicológicamente éramos completamente distintas.

De nuestro padre habíamos heredado los ojos solamente, y lo lamentaba porque es un buen hombre. A pesar de que mi madre hizo cosas que no debía, tan malas como para hacerlo huir, él aún se sigue esforzando por ser nuestro padre aunque sea a larga distancia. A veces hacía falta una imagen paterna en casa. Muchas mujeres y nada de testosterona. No faltaba uno que otro día que no nos poníamos de acuerdo en absolutamente nada.

Strange ConnectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora