#3: ¿Scarlet?

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Scarlet

Debo admitir que era muy divertido ver a mi hermana mayor sufrir de aquella manera. Pero tenía que detenerlo en algún momento. Y cuando Amy colocó su pie para causar una zancadilla... uf... ninguna de las dos tenía remedio.

—Si es que no hubieras sido mi hermana realmente me hubiera reído en tu cara. —dije apuntando a Heather y largándome de ese lugar.

Caminé por el resort hasta llegar de nuevo a mi cabaña, subí a mi habitación y me encontré con Rachel.

—Hola Rach, ¿qué haces? —dije tirándome a mi cama.

—Quería ir a la piscina, ¿tú quieres ir? —dijo buscando una toalla, su bikini y bronceador solar.

—No lo sé, mis trajes de baño son muy...—me quedé callada.

—¿Son muy qué? —dijo con intriga.

—Muy... provocadores, mi prima me los compró.

—Ay Scar, da lo mismo. Póntelo y vamos —dijo Rachel metiéndose al baño.

Suspiré, saqué mi traje de baño azul y me lo puse; casi al instante salió Rachel cambiada.

—Wow... por un momento no te reconocí y te iba a putear —me dijo Rachel, mirándome de arriba abajo.

—No me gusta —dije viéndome al espejo.

—Da igual que no te guste, ahora nos vamos —me tiró una toalla a la cara y la escuché bajar las escaleras.

—¡Zorra! —grité mientras bajaba las escaleras.

—¡Tu abuela! —respondió cerrando de un portazo la puerta principal.

Me observé una vez más frente al espejo. Me parecía a la perra de Heather, que asco. Seguro que nuestra prima se había aliado con ella. Que incomodo era utilizar estas cosas, no lo soportaría por mucho tiempo.

Bajé las escaleras y salí de la cabaña, caminando directamente a la piscina. Muchos chicos se volteaban a observarme, comiéndome con la mirada. Mierda de traje-baño. Al fondo del campo, bajo una palmera, estaba Amy con su grupo de raros. Mi hermana me miraba mientras soltaban unas fuertes carcajadas por mi atuendo.

Alguien me tomó por la cintura.

—Hola, bebé. —el chico me besó en el cuello. ¿Qué mierda?—. Me encanta ese traje de baño. No sabía que lo tenías. —levantó la mirada y lo pude reconocer. El imbécil de Alex.

—Aléjate —tomé sus muñecas y las alejé de mi cintura—. Parece que el calor ya te afectó en el cerebro.

—¿Ruda? —levantó una de sus cejas—. Me gusta.

—Déjate de gilipolleces y vete con mi hermana, idiota —le saqué en cara. Alex abrió los ojos como platos.

—¿S-Scarlet? —tartamudeó, a medida que tomaba distancia entre ambos.

—¿Quién más, imbécil? ¿Acaso creías que yo era la zorra de mi hermana? —el asintió levemente con la cabeza, estaba casi muriéndose de miedo.

En mi cara se formó una sonrisa traviesa por la brillante idea que se me acababa de ocurrir, me acerqué a él y sentí como se tensó. Acerqué mis labios a los suyos y cuando él cerró sus ojos le di un rodillazo en sus partes.

—Jamás te vuelvas a acercar a mí, retrasado —le dije mientras lo empujaba a la piscina.

Sentí como las miradas de todos los que estaban en la piscina se posaban en el espectáculo que acaba de montar, y los aplausos no tardaron en llegar.

Strange ConnectionDonde viven las historias. Descúbrelo ahora