Me levanté de la cama al oir un ruido extraño, muy fuerte, como de algo que cayó, si que no tenía ganas de ir y fijarme que pasaba por eso me dediqué a ver como el sol se adentraba por ese inmenso ventanal que mi habitación poseía.
Estiré un poco el brazo hacia la mesa ratona donde se encontraba mi IPhone, para actualizarme un poco. Me encontré con dos mensajes, uno de Sabrina retándome porque no le había dicho si quería que le comprara algo acá en Buenos Aires, fue imposible no reirme con semejante etupidez. El otro mensaje era de número desconocido: ''Holaaa, ¿Como anda todo? Espero que bien linda, me caiste genial. C'' Me daba muchísima intriga no saber quien era el autor de este mensaje, bueno, después me enteraré. Como tenía hambre decidí bajar a tomar el desayuno.
Me vestí simple, pero como acto seguido saldría de compras, un poco arreglado. Opté por una remera roja con mangas que tenía en letras grandes negras y con brillos escrito LONDON QUEEN y unos shorts blancos con unas tachas en la parte superior del bolsillo, me puse mis Vans Skater negras y bajé las escaleras para encontrarme con la peor escena.
Clarissa estaba tirada en el suelo con una cerveza a su lado, y lo que parecía un porro en su mano, si mi tía con todo eso y más ya que arriba de la mesada se encontraban unas jeringas, no podía creer que ella sea así, ni tampoco comprendí por qué lo hacía. Rápidamente llamé a una ambulancia, lo tenía como acceso directo en la pantalla de mi celular así que no fue difícil buscar el número. En eso de 5 minutos llegaron y llevaron a Clarissa y por más que no quise, tuve que acompañarla. Llegamos al hospital y un doctor me pidió los datos de mi tía, se los brinde, los sabía ya que siempre se números de documentos y teléfonos de mis familiares.
Fui a sentarme y esperar. Estaba rabiosa, solo quería poder despejarme e ir a comprar mi ropa. Si superficial, ¿No?, a estas instancias no tenía ganas de lidiar con mi madre, diciéndome que si yo no hubiese portado mal no tendría que estar acá por lo que me abstuve de llamarla, lo haría después de todas formas.
Horas y horas pasaban, y cada vez odio más esto, mi ''querida'' tía, estaba en este maldito hospital, y yo, aquí esperando a que alguien se decida por salir por esa puerta blanca y decirme que demonios pasa con Clarissa.
Drogas. ¿Entienden eso? D R O G A S, esta mujer debería comprarse un gato y dejar las adicciones a otras personas. Claro, pero como ella siempre fue un ejemplo a mi me condenan a vivir con una loca, suponiendo que me haría bien. Patrañas, diría Pete, oh cierto, uno de mis amigos, no sé por qué no les comenté de él.
Después de media hora mi pu*a paciencia ya estaba colmada, me iría de compras, no pensaba esperar un segundo más en este lugar, odio los hospitales y agujas, tengo una fobia terrible a todo lo que tenga que ver con esto.
Me calmé un poco, no quería amenazar de muerte al doctor o algo así, me trataría de chiflada. Me armé de valor, si, lo necesitaria para hablar en frente de gente adulta, LO ODIO, no sé, es como si fuesen a aniquilarme con la mirada mientras hablo y acabaría por lanzarle un puñetazo en la cara a la secretaria.
Con toda la pesadez del mundo fuí hacia esa especie de recibidor pequeño y con la calma y tratando de parecer tranquila, pregunté si podía hablar con alguien que me informara sobre el estado de la mujer*no pienso nombrar su nombre, no es mi tía, no después de esto*. La chica, muy amable, pero exageradamente maquillada me dijo que no podían decirme con certeza lo que pasaba, pero que si entregaba mi nombre y número de teléfono, me podría ir. Lo hice y me retiré de este sitio tan desagradable para mi. ¡SI!Por fin al centro comercial. Estas tarjetas no se gastaran solas.