UNA OPORTUNIDAD

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El día no había empezado para nada bien para Jongdae. Es decir, aun no eran ni las diez de la mañana pero Jongdae sabía que ese día en específico iba a ser horrible, escandalosamente frustrante y doloroso. 

¡Y era sábado! Pero no, ese día su perro no le había ladrado, su microondas no le había calentado y el sol no había salido. Y tenía una buena riña para la vida respecto a cada una de esas circunstancias porque, Pluto - su perro - siempre ladraba, y más si Jongdae llenaba su plato de comida los sábados y le rascaba la panza; su microondas era nuevo y no tenía más que unos meses de usado... y eso que ni lo usaba tanto porque comía o en la empresa, o en las reuniones de su jefe; y el sol... bueno, maldita sea... se venía el invierno pero aun no caía la primera nevada, así que el so debía sí o sí aparecer a las ocho de la mañana. Y realmente, eso era lo único que lo mantenía vivo los sábados. 

Bueno, eso entre otras pocas cosas más.

Él odiaba ese primer día de fin de semana - cada semana - por una simple razón: tenía el día libre,y eso significaba no ver a su bello mar de sensualidad bollística. Además, Minseok pasaba ese día dentro de la empresa haciendo las tediosas sesiones de fotos semanales ya que de lunes a viernes se dedicaba a trabajo en exterior. Lo sabía porque él se lo había comentado unas cuantas veces, además de decirle lo muy cansado que resultaba para el idol la llegada de los sábados. Y si algo sabía Kim Jongdae, era que la vida de Minseok era ajetreada. Siempre corriendo de un lugar a otro, en sesiones con menos de una hora de diferencia, viajes que lejos de quitarle el estrés lo llenaban de más. Y él había tenido el placer de ser su compañía.

Técnicamente, Chen ha estado durante toda la carrera de Minseok, claro, a eso puedes agregarle un seis negativo en la ecuación, porque Minseok se hizo ridículamente cotizado en Asia después de unos poco meses de debutar como modelo. Era increíble. Y entonces el manager del idol se vió acorralado por miles de compromisos en nombre de Xiumin y se vio en la necesidad de contratar a un asistente. Por entonces, Chen tenía que costear los gastos de la universidad, y como asistente de una persona importante, recibía una paga que aunque no era exuberante, era cómoda y lo dejaba vivir como una persona tranquila que podía pagar sus cuentas y uno que otro gustito en el mes sin olvidar la tarifa universitaria.

Y era aun más impresionante porque todos en la industria sabían que Xiumin era gay. Y eso ya es decir mucho. Porque, ¿hola?, hablamos de Corea, un país con una economía tan estable pero una perspectiva de libertad sexual bastante apretada. Minseok corría con la suerte de Baekhyun: eran talentosos y hermosos. Muy hermosos, así que aun si prefirieran el sexo con animales - algo con lo que no estaba muy de acuerdo - sabía que serían llamados por todas la empresas de Asia. Así, empresas y líneas comerciales de toda índole. 

Créeme, no sabes nada de erecciones si no has bebido un sumo de uva con una foto de Minseok de pegatina en el envase, con los ojos delineados y un labio mordido.  

Y bueno, el único momento en el que su día mejoraba era a partir de las 3 pm, cuando convenientemente Minseok tomaba un receso y Jongdae asistía a clases de canto. Porque sí, el que terminara trabajando para el manager de una empresa de índole artístico no era una coincidencia, era un arma a tomar que Jongdae usaría para despegar en lo que más amaba, y que se haya enamorado perdidamente en el transcurso del tiempo, eso sí era diferente. 

Su madre le decía que debía ser mas cuidadoso, porque podrían tomarse a pensar mal los compañeros de universidad su trabajo, pero a Jongdae le dejaba sin cuidado, eso era lo que menos le importaba. Él se decía que lo único de lo que debía cuidarse, era de no entregar tanto el corazón porque aunque había visto a Xiumin muchas veces mirándolo de forma significativa, eso no quería decir nada. 

Así que sin más, empezó su día. La colada de la casa, la comida pre-cocida para el resto de la semana, planchar unos cuantos atuendos y demás. Jongdae diría que era un soltero feliz, pero no era cierto. No desde que tenía en su pared la marca de su corazón anhelante.

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