El comienzo.

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Muchos años atrás; en un lugar dentro de un mundo errante, existían especies mágicas, especies que dejaban corta la imaginación del humano, junto a miles de ejemplares de seres mágicos, sin embargo, de entre todos ellos sobresalían dos razas: Los caballeros oscuros de la Luz y Los Inquisidores.

Los caballeros oscuros velaban por aquellas razas y especies pequeñas, cuidando a cada ser en su mundo, junto a la imprescindible presencia de Los Inquisidores, que pese a estar ambos del mismo bando, tenían conflictos constantemente.

Entonces, la idea de hacer surgir una enorme ciudad en donde toda especie desamparada era bienvenida se llevó a cabo. Aquella, se bautizó como Los Santos de Luz Eterna. Acabó siendo casi una metrópolis, con una belleza y brillo incomparable. El crecimiento de esta ciudad fue tan rápido que los caballeros decidieron alzar una torre en medio del mar; La Torre del Héroe.

Un día, Los Inquisidores, al notar la adquisición y arduo trabajo de los caballeros, fueron capaces, por primera vez en sus vidas, de pisar el fondo. Un gran resquemor y una tremenda envidia se apoderó de ellos, corrompiendo sus puros espíritus con el mal de estos sentimientos. Se declaró la guerra entonces.

Los caballeros, trataron de detenerlos a método pacífico, sin embargo, los inquisidores habían adquirido tal fuerza, que dentro de pocos años, la extinción de múltiples razas o especies fue inevitable, y tristemente, la raza de Los Caballeros Oscuros, también. El mundo ya era parte del reinado de los Inquisidores, un mundo aprisionado y lleno de resentimientos al darse cuenta, que pelear era inútil. Cada ser era sometido a grandes humillaciones por parte de los líderes, sin importar su condición. Los Inquisidores podían arrasar con todo, en un par de minutos.

Los Santos ya se había vuelto una ciudad totalmente distópica, e increíblemente, a pesar de la gran desgracia, aún había un granito de fe en sus habitantes: se rumoreaba que Los Caballeros habían sobrevivido para liberarlos de aquella vida que hasta ahora eran forzados a mantener. Confío en eso. Sé que la paz reinará otra vez. Lo sé...

Al ver al anciano contar la historia, me había llenado de confusión. ¿Un mundo donde existen los seres mágicos? Era, definitivamente, un mundo nuevo y distinto, en el que por razones obvias, yo no creía.

- ¡Danny! ¿dónde estás?

- ¿Ah? ¡Por aquí, mamá! -creo que otra vez me entretuve escuchando estas historias. Me puse a caminar pensando qué excusa podría decirle.

- ¡Por fin te encuentro, señorita! –decía apoyando sus manos sobre sus caderas, con el ceño levemente fruncido- ¿dónde andabas?

- Yo... -como no tenía nada que decirle, comencé a sentirme entre la espada y la pared- ...bueno, estaba escuchando una historia.

- Ay, mi niña... -dijo en tono dulce. Menos mal, pensé que iba a retarme D: -mejor ve a prepararte, que ya estamos por llegar.

- Sí mamá, ya voy –esperé a que se alejara un poco, y me asomé por el pasillo. Cuando vi a mi madre desaparecer por la esquina pude respirar tranquila.

Mi nombre es Danny Ivanka Susku y tengo 16 años. Mis padres han decidido que nos mudaremos al sur, a la ciudad Shim. Será algo totalmente nuevo y estoy muy nerviosa, emocionada por ver mi nuevo hogar. En mi corazón nace una inquietud muy grande, siento que mis padres no me han dicho algo pero sólo me queda ser paciente.

En mis oídos el chillido de las vías del tren al frenar me causa una reacción instantánea, me tapo los oídos como puedo tratando de reducir el daño que parece hacerme. Se siente como si me rasgaran los oídos, pero eso me ayuda a percatarme de que el tren se va deteniendo poco a poco.

Una vez que el tren se detuvo, papá fue el primero en salir. Mamá insistía en sujetarme de la mano como una niña pequeña, pero ni bien bajé entendí el porqué. A cada lado de las puertas del tren, habían largas formaciones de hombres uniformados. Puedo sentir como mi madre me aprieta un poco la mano, mientras que mi padre se asoma por la ventanilla a registrar nuestros pasaportes.

Estaba asustada de tan sólo mirar a cualquiera de esos hombres, por lo que sólo me mantuve mirando al suelo, llena de angustia.

- Bien señoritas –dice mi padre, susurrando cuidadosamente, sin embargo sin perder su tono alegre- Nos vamos a casa. Espero que les guste, como familia, es un gran paso.

Papá me rodeó el hombro con su brazo, sacudiéndome en un abrazo cariñoso. Eso, era lo único que necesitaba después de la mala espina que me habían dado aquellas personas en la entrada.

- Creo que será mejor que tomemos un taxi. Nos queda bastante lejos de la estación.

Al subirnos al taxi pude cerrar los ojos con tranquilidad, y al abrirlos, pude vislumbrar un pequeño pueblo. Estuve a punto de bajarme, sin embargo la casa quedaba más lejos. Era una antigua y gigantesca granja, que por supuesto, tenía muchas ganas de conocer.

Al entrar apenas pude apreciar la casa. Estaba todo lleno de cajas. Estuve a punto de huir para no ayudar sin embargo papá me pidió que le ayudara mientras mamá hacía la cena. El sol estaba arriba de nuestras cabezas al llegar, sin embargo cuando acabamos ya estaba atardeciendo, y yo estaba tan cansada que ni pude apreciar como habíamos organizado las cosas. Entonces fue cuando mi padre entró a la casa, sosteniendo una caja en sus manos.

- Papá, qué es eso?

- Es una pequeña sorpresa –dijo tendiéndome la caja. No dudé dos veces en tomarla, y abrirla rápidamente. Era un uniforme de escuela. No sabía cómo reaccionar. Todo pasaba tan rápido- Mañana mismo empiezas.

Les sonreí a mis padres, que ahora estaban abrazados en el umbral de la puerta.

- Será mejor que te duermas temprano. Mañana te espera un día muy largo.

Me despedí de mis padres, y me fui a dormir. Había algo que me molestaba en la sien. No sabía si era la ansiedad o un mal presentimiento. Pero algo dentro de mí me decía que mañana, sería un gran día.

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Luz y Oscuridad libro 1 empezarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora