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Semana 1
DIA 1
Fiesta, fiesta.

Viajar practicamente cuatro horas en avión para llegar a Los Angeles para tener una celebración no estaba en mis planes.

Pero Sandy quiso que fuera, insistío de todas las formas hasta que termine accediendo, solo pagaría mi boleto de avión y ella me ofrecía un techo dondé vivir.

Todo lo que sea por los caprichos de mi mejor amiga, espero que valga la pena y me quite toda carga negativa que llevo adentro.

Tanto mi abuelo como mi abuela aceptaron que me fuera un tiempo con la excusa de lo frustante que era estudiar hasta altas horas de la noche, dormir pocas horas, estudiar el resto del día y llorar porque no puedes aprenderte nada de lo qué viene en el jodido libro... Y tenían razón.

Por primera vez viajaba en avión, siempre los tours que tenian mis familiares era en coche o en autobús, pero eso de viajar en ese tipo de transporte es una locura.

Entre en pánico cuándo llegue dentro del aereoplano, le preguntaba tantas cosas a la azafata de como era viajar aquí, ella se burlaba de mí por mi reacción parecía un perro Chihuahua temblando de miedo, me daba cuenta de lo exagerada que estaba siendo.

Cuándo sobrevoló la pista casi grito del miedo, me había planteado tres teorías:

La primera: El avión puede caer, estrellarse y moriré sin saber si tendré pareja.

La segunda: Podemos chocar con otro avión, moriremos aplastados cruelmente.

La tercera: Quizás llegue un OVNI y nos haga desaparecer como la hipótesis que se planteó en las desapariciones del triángulo de las bermudas. (Cosa que es poco probable pero no hay que descartar posibilidad).

Cuándo quedamos en el aire me tranquilicé por completo al saber lo relajante que era esto, la vista a estas alturas era maravillosa, todo era como pequeñas hormiguitas quietas en el suelo.

Sandy se había ido por su parte, puesto que sus padres vivían allá como consecuencia del trabajo de su padre, quién era empresario de una marca muy exitosa en la ciudad, por lo que ella asistiría por mí y me ofrecería estadía temporal, solo por un mes, claro.

Al aterrizar el avión de nuevo entre en paníco, nuevamente hice suposiciones de que moriría joven debido a la intensidad que este poseía, pero no paso más que una llegada común y corriente.

La gente comenzó a bajar por orden númerico de asiento, yo estaba intermedia así qué tuve que esperar inpaciente hasta que la lenta de la azafata quiese otorgarme la orden.

Ya al llegar a la puerta de salida el viento me golpeo con tanta brutalidad que retrocedí chocando con una anciana quién me culpo diciendo "Niña tonta fijate".

Baje con lentitud mientras ocultaba la vergüenza que me causo esa vieja.
Nos reunieron en un grupo para entregarnos las maletas, otra vez esperarnos hasta que nuestro número fuera pronunciado por un hombre.

Era el treinta, veintinueve personas que esperar y con toda la prisa que llevaba por ver a Sandy.

Espere unos diez minutos de pie, desesperada porque mi cabello golpeaba con fuerza mi rostro, por más intentos de retirarlo era en vano porque de nuevo se estampaba con mi cara.

Por fin llego mi turno, me otorgaron las dos maletas que traje desde un principio, una violeta, la otra era turquesa. Agradecí, las tome entre manos para despues dirigirme hasta la diminuta puerta de cristal que se suponía que era la entrada.

Por fin, en California.

Los pasillos estaban con la mayor cantidad de gente posible caminando de un lado hacía otro, los altavoces daban aviso a los pasajeros acerca de la salida de los transportes aéreos, enormes filas para las proxímos viajes, en sala de espera, los gritos chillones de los niños que corrían de un lado a otro...

Lo que jamás podre darteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora