Five

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Todas las mañanas anteriores sin falta había estado recibiendo mensajes de Dinah. Ella había encontrado mi número en mi cuenta de Facebook y desde entonces me mandaba textos del por qué yo debía salir con ella.

Pero ese sábado no recibí nada de ella.

Me desperté temprano porque habíamos quedado con la coach para vernos y entrenar aprovechando que la escuela estaba vacía, a excepción de los castigados.

Cuando llegué ya estaba Lauren calentando lejos del resto del equipo, Eva y Ally se juntaron para ensayar mientras que las demás fingían hacer algo cuando en realidad solo cuchicheaban unas con las otras. Calculé mis posibilidades y fui con Lauren.

—Hola —me dijo cuando me acerqué a ella.

—Ey —comencé—. ¿Cómo estás?

Lauren continuó con sus estiramientos.

—Estresada —dijo—. ¿Y tú?

—Estresada —repetí y ella esbozó una sonrisa.

—Desventajas de ser la capitana.

Sonreí y Lauren me pidió tomar su pie mientras ella continuaba estirándose.

—¿Sabes qué deberíamos hacer? —me animé, y ella alzó una ceja cuestionante—. Después de las seccionales, sin importar el resultado, deberíamos hacer una pijamada.

—No quiero arruinar tu espíritu —comenzó—, pero no me llevo particularmente con cierto grupo del equipo.

—No me refería a ellas —negué—. Solamente tú y yo. Invitaría a Ally pero parece que ella está haciendo una nueva amiga.

—Traidora —bufó Lauren, obciamente bromeando—. ¿A qué se debe tanto interés en estar a solas conmigo? ¿Al fin te enamoraste de mí?

Reí sonoramente y mi amiga me devolvió una sonrisa.

—No es eso... Sólo pienso que deberíamos pasar algún tiempo juntas, imagina que yo vaya a Yale y tú te quedes en la Universidad de Arizona —bromeé.

—Bueno también hay posibilidades de que sea al revés —rodó los ojos juguetonamente.

—Claaaaro —reí.

—Te detesto.

Lauren y yo reímos antes de escuchar el pitido de la coach para que comenzáramos a entrenar.

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Los lunes casi nunca me parecían divertidos, pero en ese inicio de semana sentía mi emoción de estar a unos días de las seccionales. Personalmente me encantaba participar en las competencias de animadoras, me gustaba mucho ganar. Llevábamos dos nacionales ganadas mientras yo estaba en el equipo, y este año era mi deber llevar a la escuela hacia la victoria de otro título más.

Llegué al salón de Filosofía y me acomodé en mi lugar mientras esperaba a que Lauren apareciera porque Ally me saludó de lejos cuando pasó cerca de mi casillero junto con Eva. Había estado revisando mi celular cuando noté que Eva y Camila llegaron tomadas de la mano, con Ally detrás de ellas y para mi sorpresa Dinah también estaba dentro del salón.

Lauren llegó justo cuando el profesor cerró la puerta, me había sonreído pero cuando su mirada se colocó en las bancas de atrás rápidamente sus ojos se aguadaron.

—Ey —le saludé pero solamente movió la cabeza hacia arriba, como cuando se enojaba—. Acabo de ver a Dinah entrar, pensaba que no estaba en esta clase, como nunca entra.

Intenté ser graciosa, pero Lauren me vio con repulsión.

—Tienes razón, nunca había visto a Cabello y Hansen en esta clase —dijo—. En ninguna clase, de hecho.

Sonreí pero al instante cambié mi expresión a una más dura, Lauren estaba escudando su tristeza con su actitud de perra que todos conocíamos muy bien. Antes de saber su secreto tenía por seguro que ella solamente era así, que su forma de ser no podía cambiarse, pero ahora todo es diferente, y entendía cómo se sentía, no porque yo haya pasado por algo así, sino por simple empatia.

El timbre sonó al fin y Lauren salió deprisa del salón. Hice una mueca porque usualmente ella me esperaba para irnos juntas, pero entendía que no quisiera pasar más tiempo en ese lugar, por obvias razones.

Salí para dirigirme a mi casillero porque me tocaba Química y había olvidado meter mi libro a mi mochila. Pero cuando llegué no pude evitar sonreír. Dinah estaba parada afuera de mi casillero con su sonrisa cínica.

—Hola —dijo.

Suspiré y rodé los ojos pero sin dejar de sonreírle.

—Hola —le saludé.

—Acabo de salir de la oficina del coach del equipo de fútbol.

Sus palabras se escuchaban algo decepcionadas, así que me quedé viéndola para escuchar lo siguiente que tenía por decirme.

—¿Y qué pasa?

Dinah se encogió de hombros sencillamente y después me miró a los ojos.

—Bueno, parece que no saldrás con el mariscal de campo en mucho tiempo —dijo mientras sonreía—. Soy la nueva quarterback.

Me sorprendí demasiado en ese momento, y lo único que pude hacer fue lanzarme hacia ella para poder abrazarla. Estaba realmente feliz por Dinah, y más porque eso significaba que Lauren estaría algo alegre ese día.

Dinah me envolvió en sus brazos y cargándome pudo darme vueltas en el aire, como en esas películas de romance, pero esto obviamente no lo era.

—Estoy muy feliz por ti —le dije cuando ya nos habíamos separado.

—Para serte sincera no creí que me diera el puesto —sonrió—. Creo que Lauren va a estar feliz.

—Claro, Lauren es la jefa de tu club de fans —reí y ella hizo lo mismo.

—Lo siento mucho por todas las tonterías que he hecho —me dijo, seria—. Sé que no quieres salir conmigo pero me gustas y eso a veces me deja ciega pensando que yo también puedo gustarte... Así que lo siento.

—¿Dinah Jane Hansen se está disculpando por hacer tonterías? ¡Vaya!

Ella se quedó viéndome directamente, después se mordió el labio y yo me ruboricé levemente.

—Dijiste mi nombre correctamente —dijo Dinah.

—Bueno, de tanto que lo repites me lo pude aprender —le dije sonriendo—. He decidido ya no golpear tu ego.

—No querer salir conmigo mata mi ego por completo.

—Que bien, así tu siguiente novia no sufrirá tanto —reí.

—De su parte: gracias —ahora ella rió.

—Ahora, ¿podemos ser amigas? —pregunté—. Me gustaría que pudiéramos porque...

—Ey, ey, ey —Dinah me interrumpió con una mano en frente de mi cara—. No creo que podamos ser amigas si me gustas de esta forma.

—Dinah....

—Sé que no te gusto, Normani, pero para poder dejar de sentir esto necesito alejarme de ti, y siendo tu amiga no voy a poder —explicó, sus manos en los bolsillos.

—¿Entonces por qué estás aquí ahora?

—Me rehúso a alejarme de ti —se encogió de hombros—. Ni siquiera yo me entiendo, creo que estoy siendo anarquista conmigo misma.

No pude evitar reír e hice que ella me mirara mientras soltaba unas pequeñas carcajadas.

—Me tengo que ir —me alarmé cuando noté que ya había pasado mucho tiempo.

—¿Te veré en el entrenamiento? —preguntó.

Suspiré y estudié mis posibilidades.

—Creo que debes mostrarme cómo se ve el uniforme de fútbol en ti —le dije y ella asintió.

—Esperaba mostrarte cómo me veo sin él —respondió.

Le sonreí mientras negaba y me di la vuelta para encaminarme a la clase de Química, pero la sonrisa no se me despegó de la cara en todo el camino.

have you ever dated a quarterback?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora