Necesidad [+18]

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Red jamás le había dicho a nadie el cómo había llegado al universo original. Nadie sabía que clase de ciencia había ocasionado el extraño choque de mundos, y tampoco tenían el interés en aquél campo científico como para identificarlo. Sans parecía el único lo suficientemente inteligente como para descubrirlo, pero no se había molestado en ayudarle a volver a su propio universo. Al contrario, se había esforzado para conseguir que el esqueleto de collar se quedara.

Si le dieran a elegir entre su localización actual y su propio universo, posiblemente se quedaría con la primera opción. Y no era por el aura amistosa y pacífica que los monstruos le ofrecían en el subsuelo, si no por el cómo se sentía cuando estaba junto al Sans original.

Necesitado.

Se sentía como si tuviese un propósito en la vida. Como si hubiese nacido para algo. Antes de haber conocido al otro Sans, Red solía pensar que sólo servía para ser la perra personal de su hermano menor, Papyrus. Pero, con el comediante sentía que su vida tenía un significado más profundo que sólo satisfacer en el sexo.

Al inicio se había mostrado reacio a corresponder los fuertes sentimientos del esqueleto de suéter azul. Se negaba a sentir algo mayor a la amistad por alguien que técnicamente era sí mismo. Detestaba la idea de ser narcisista, de ser tan poca cosa como para enamorarse de si mismo. Pero, Sans le había demostrado que mientras lo que sintiera fuera amor, no importaba absolutamente nada.

Red lo había aceptado entonces, ignorando el verdadero significado de las palabras que Sans le había dicho. Red creía fervientemente que esta enamorado de Sans, porque el estar con él le hacía sentir que su vida tenía un propósito, y en cierto modo el esqueleto de Underfell lo estaba, en cierto modo le quería pero la cruda verdad era otra.

Red era totalmente dependiente de Sans.

Estaba con el esqueleto comediante todo el tiempo que podía; lo acosaba cuando Sans estaba en el trabajo y se suponía que Red debía esta en la casa de los hermanos esqueleto, lo observaba de manera fija cuando Sans dormía y esperaba siempre fervientemente el momento en el que Sans lo castigara con golpes por hacer algo mal.

Sans necesitaba de Red, y él necesitaba de Sans. Eso era lo único que el esqueleto de Underfell sabía con certeza en su relación con el Sans original. No estaba consciente que la actitud que tenía era enfermiza en una relación. Y tampoco le importaba. Sólo quería sentirse necesitado.

Era lo único que ocupaba para resistir. Lo único que pedía para ser feliz. Necesitaba ser alguien importante en la vida de alguien. Necesitaba no ser olvidado. Necesitaba que se lo recordaran con golpes, con un amor duro.

Era eso lo que Red quería, pero los deseos de Sans eran diferentes. Y no estaba consiente de aquello.

Pero llegaría el momento en el que se fijaría. Aunque por el momento, era tiempo de disfrutar los segundos de paz que ambos tenían. Porque el infierno se acercaba l, a un paso exageradamente lento,  sí, pero seguro.

Y    e l    i n f i e r n o    l o s   q u e r í a   v e r      a r d e r.

...

Era otra noche en el cuarto de Sans. El esqueleto comediante había llegado a su cuarto con intenciones de plantar su cabeza con la almohada y obtener sus preciadas 24 horas de sueño de belleza, pero el cansancio se fue por el caño al ver a Red despierto, cubierto por las sábanas de su cama.

Desnudo. Estaba jodidamente desnudo.

Maldito fuera Red. Quería provocarlo. Y vaya que lo estaba logrando. El esqueleto de Underfell sólo llevaba la correa que tenía desde siempre puesta. Sans tragó en seco, sintiendo su inexistente garganta secarse.

"Red... ¿Qué haces a ésta hora despierto?"

El esqueleto pasivo sonrió con malicia, un ligero rubor dándole una imagen seductora y tierna al Sans dominante. "Estuve esperándolo, amo."

Sans sintió que entraba en una especie de cortocircuito, sus mejillas incendiándose en rubor azul. Entendió el rumbo de lo que el esqueleto pasivo quería, y realmente no se oponía a la idea. Siendo honesto, la idea se usar un Rol de Amo y Mascota había pasado hacía mucho tiempo por su mente.

Lo que no entendía era el por qué precisamente en aquél instante, pero luego le comunicaría sus dudas al esqueleto de rojo.

"Pero qué linda y buena mascota tenemos aquí." Sans dijo con voz grave y profunda, de ese tono del que no puedes evitar retorcerse por los escalofríos en la espalda. Red se removió en su posición, ahogando el gemido que quería salir por simplemente oír su voz. "Quedándose a esperar a su amo, que buena mascota que eres."

Red sintió un nudo en su cuello, sus mejillas inundándose en rojo. Se había a oír a su propio hermano llamarlo "perro", "mascota" o incluso "perra"; pero oír aquellas palabras salir cariñosamente de la boca del comediante hacía que su alma se llenara de calor y afecto.

Estaba acostumbrado a que aquello le hiriera, que le molestara. No entendía por qué no lo hacía,  y tampoco comprendía del todo porque no le enfadaba aquél hecho. Algo debía andar realmente mal con él.

"Yo... he sido una muy mala mascota, amo." Chilló el esqueleto de pupilas rojas, ignorando el cómo la extensión de su ser suplicaba por acercarse a Sans y rogar que le tocase como sólo él sabía hacerlo. Se sentía sediento. "Yo... necesito ser fríamente castigado."

"¿Acaso Red quiere sexo rudo? ¿Por qué simplemente no me lo pregunta?" Sans pensó de inmediato,  ligeramente incómodo. Bueno, supuso que si Red quería aquello, simplemente sería cuestión de seguirle la corriente y cumplir sus deseos.

Se lamió la boca, su lengua azulada deslizándose por sus contornos lentamente antes de lanzarse a devorar la boca ajena sin piedad, con rudeza, dispuesto a cumplir con el pedido del esqueleto de rojo y, de paso, satisfacer sus propias necesidades sexuales.

A pesar de aquello, la idea de que algo andaba mal en Red no dejaba de cruzar en la mente de Sans.

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⏰ Última actualización: Feb 28, 2017 ⏰

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