||¿Se acuerdan de la castaña curvilinea del capítulo anterior? Va a seguir apareciendo en los siguientes capítulos, así que mantenganla en su vista 👀||
Ley de Murphy: enunciado basado en un principio empírico que trata de explicar los hechos acontecidos en todo tipo de ámbitos. A grandes rasgos, se basa en el adagio siguiente: «Si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal».
Viernes 24 de febrero
El vistoso cartel sobresalía de las paredes con la leyenda “Sethai”, que vaya a saber uno el significado. Era uno de los lugares favoritos de Tetsuro. Se hizo amigo de los barmanes y tenía la suerte de recibir toda la bebida que quisiera. Lo cual era ventajoso al llegar el momento de encarar a chicas y algún que otro chico. Si tenía suerte los podía llevar a su departamento, el cual convenientemente se encontraba a unas calles de aquel club.
La noche había transcurrido tranquila, un par de cervezas abrieron el espectáculo y le dieron el ritmo al ambiente. Estaba entrando la madrugada del sábado cuando lo vio.
Una fuerte y chillona voz lo había desconcertado, mientras que le echaba un ojo al los pechos de una chica que estaba cerca de él. Una pequeña y curvilínea castaña llamaba la atención a un chico un poco más alto que ella. Entre los dos, sobresalía sea por la altura o por su seriedad un muchacho rubio. Lo veía de perfil, apoyado sobre la barra. Su piel deslumbraba bajo las luces azules y rojas. Irradiaba belleza. Una nariz larga y fina y unos labios rosados y delgados que necesitaba probar en ese instante.
Más temprano que tarde se presentó su oportunidad. Sus amigos se perdieron entre la multitud que ocupaba la pista y el chico de lentes quedó por fin sólo.
Diecisiete veces. Las estuvo contando. Diecisiete veces para saber solamente su nombre.
Las expresiones del rubio no variaban mucho. Frustración y sarcasmo eran los pilares. Quizás ese tipo de lugares no eran de su preferencia. Y era obvio que ese era su humor. Y aun cuando esa sonrisa altanera le parecía lo más irritante del mundo, también volvía al rubio más deseable.
Trago tras trago fue igual de reservado, igual de sarcástico, igual de esquivo, pero nunca le pidió retirarse, y eso a Tetsuro —quien sin lugar a dudas tenía ganas de mandar a la mierda a ese presumido— le daba esperanzas.
—Tsukishima
El rubio había revelado su nombre en voz baja, con la esperanza de que el moreno no le escuchara y estuviera absorto en el sabor de la cerveza que bebía con mucha emoción.
—¿Disculpa?
Una sonrisa se dibujó en su rostro. Lo había oído bien, pero quería su nombre completo. Con suerte lo encontraría por las redes sociales al otro día. El menor frunció el ceño frustrado. Frustración y sarcasmo.
—Tsukishima Kei
Tsukishima Kei, 21 años, olía a fresas y quería tomarlo entre sus brazos, llevarlo a su departamento y no salir de la habitación por tres días.
Contrólate Kuroo.Jueves 2 de Marzo.
El ardor de sus labios seguía allí. El moreno había dejado una marca que tardaría tiempo en borrar. Sólo rogaba con todo su ser no volver a encontrarlo.
—Lo estas haciendo de nuevo, Tsukki
Esa frase lo jaló a la tierra. Yamaguchi se veía preocupado. Cayó en cuenta de cómo estaba. Con la mirada perdida y dos dedos sobre sus labios. Ardían.
—¿Fue tan bueno? — dijo con un tono un poco más amargo que de costumbre.
—Fue solo un beso, si te refieres a eso.
Un rubor recorrió sus mejillas. Había bloqueado a Ayaka después de mandar varios snap a su historia de él siendo devorado por Kuroo. Nunca se había llegado a percatar de que indiscriminadamente el moreno le agarraba de una nalga como si su vida dependiese de eso, hasta que Yamaguchi le mando unas capturas y no le quedó más que morir de vergüenza y planear el asesinato de la castaña que lo había arrastrado a ese club.
—Es que nunca te había visto así, Tsukki. Podríamos ir juntos este fin de semana si quieres y busc-
—Ni loco Yamaguchi —le interrumpió—. No tengo las más mínimas intenciones de buscarlo. Ahora dejemos de darle vueltas al asunto
—Lo siento, Tsukki
El castaño bajo la mirada hacia su café. El frio parecía cosa de otro mundo dentro de ese pequeño local. Pronto empezaría la primavera y aún el invierno se veía con ganas de molestar unas semanas más.
Sentía la intriga comerlo desde adentro. Tsukki siempre había sido reservado, pero rara vez con él. Y la única descripción que tenía del chico fue la que le dio Ayako. “Sólo se que era un papasote”. Se había reído en su momento, pero ahora le molestaba demasiado. En la foto sólo se veía una mata de pelo negro desalineado, y a pesar de que era alto, sabía que Tsukki lo era más.
También sabía que él no le correspondía. Lo supo desde el primer intento de novio que tuvo su mejor amigo. No sería justo molestarse con el rubio por eso; aunque lo hizo, sólo para después poder enterrar sus sentimientos en el fondo de su alma. Las cosas eran de esa manera. Amigos para siempre. Después de todo, a él le alegraba tenerlo cerca, tomando algo caliente para combatir el frío, sin poder sacar de su mente la idea de que sería mejor si calentaban sus cuerpos juntos en un abrazo.
—Tsukki…
El rubio movió la cabeza dándole paso a que continuará. Y con tono vacilante el pecoso prosiguió
—Ya termine mis examenes y yo... yo me preguntaba si te gustaria salir este sábado—¿acaso no sonaba eso a una cita? Se empezaba a poner cada vez más nervioso y la necesidad de aclarar las cosas salió casi en grito— ¡E-en grupo!
¿Qué te pasa Yamaguchi? ¿No habías crecido y superado eso ya?
Y cómo con sutileza rechazarlo, se preguntaba el rubio. Si era en grupo de seguro estaría Ayako pidiendo a gritos a ir al antro donde había encontrado al amor de su vida de esa semana ¿Y si salía y entonces se encontraba con Kuroo? Todo menos eso. Pero qué posibilidad existía de que un chico como él —que se notaba a leguas de distancia que era un rompecorazones— pisará dos veces el mismo club.
Sábado 4 de marzo.
Yamaguchi era un chico tímido y él un amargo, no entendía como habían terminado siendo amigos de Ayako. Pero allí estaban. Era sábado por la noche, y el vistoso cartel sobresalía de las paredes con la leyenda “Sethai”.
Digan lo que digan, para Yamaguchi y Tsukishima que detestaban ese tipo de lugares, les gustaba ir juntos. Era divertido para el pecoso oir los agudos comentarios que tenía su amigo para compartir sobre la gente que estaba allí. El cabello de este, el cuerpo de aquel, la pareja rara, como baila ese de alli. Y para el rubio el hecho de tener cerca a su cómplice lo relajaba. Se podían reir juntos, burlarse de gente juntos, embriagarse juntos y hasta olvidar aquella mínima posibilidad de que el moreno se apareciera por el lugar.
Pero si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal.
—Mira a ese Tsukki, pareciera que tiene un cepillo en el cabello…
Giro su cabeza con disimulo, aun sonriendo por los últimos chistes que habían hecho sobre un enano que bailaba como si no hubiese un mañana. Pero aquella sonrisa, rastro de una risa previa, desapareció al darse cuenta de quién era y de que lo estaba mirando fijo.
Kuroo Tetsuro, 23 años, estudia administración de empresas gracias a una beca por jugar voley, es de escorpio, siempre ha querido tener una mascota, le gustan los paseos largos por la ciudad y la caballa a la parrilla, eso entre tantas cosas más con las que le saturó la cabeza el sábado pasado.
La ley de Murphy fue aplicada con él, y estaba detestando a ese dichoso destino busca broncas.
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CRISIS
FanfictionSe supone que todo quedaría en un simple beso de una noche. No juzguen un libro por su portada... o en este caso un fanfic por su portada. Gracias♡ Este fanfic está inspirado en un conjunto de canciones de The Killers: -Mr. Brightside -Shot At The N...