Mademoiselle Fantôme - Capítulo 1

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Era la noche 31 de Marzo de 1890 en París, hubo un baile de máscaras a los pies de la Torre Eiffel para celebrar el primer aniversario de la inauguración de esta. Ya tenía todo el traje, y la máscara fue a lo que le dedique más tiempo: la hice con mis propias manos. Parecía recortada de la cara de un difunto, soy un aficionado a la literatura de terror y quise llevar eso al baile. Solo me quedaba esperar hasta que llegara la hora.

Fui caminando hasta la Torre, solo quedaba a unas cuatro cuadras del cité en el que vivía, ahí me juntaría con mis amigos: Madeleine, Odette, Marcus y Quentin. Desde lejos se podía observar al gentío por las calles ese día, todos con sus trajes elegantes, de alta costura e inolvidables mascaras. A duras ganas pude llegar bajo la Torre (debido al exceso de gente) donde se encontraban los músicos en un pequeño escenario, todos de máscaras blancas y un sencillo terno. La música era bastante agradable, como si estuviéramos en una verdadera sala de vals. Al rato me junté con los chicos y bebimos vino mientras bailábamos.

Pasaron las horas, y la música no paraba de sonar. Ya adormecido por el vino (no tengo la costumbre de beber) les dije a mis amigos que me iría a casa, aunque ellos no querían... hasta que una voz femenina me hablo y dijo dulcemente: "Disculpa, estoy sola y en toda la noche no he encontrado a nadie para bailar, es como si no vieran... ¿quieres bailar?" ambos nos sonrojamos, y yo sentí como el rubor de apoderaba de mi rostro. Mis amigos nos dejaron solos para que bailáramos.

Señorita Fantasma, así la llame por primera vez en mi mente, es que no comprendía como es que alguien no aceptaría bailar con esa rosa tan delicada antes, era como si no la viesen, como si fuera invisible. Llevaba puesto un vestido a la francesa como el de María Antonieta, pero este era imponentemente rojo con los encajes y demás detalles blancos con dorado, su máscara era blanca de encaje burdeo y negro, era como una rosa en primavera, sus cabellos castaños enrulados, su piel blanca, pero sus ojos... eran increíblemente plateados, casi transparentes, sentía que me reflejaba en unas lunas diminutas, jamás había visto unos así en toda mi vida. Mientras bailaba con la muchacha, contemplaba sus ojos hipnotizadores, sentía la impotencia de preguntarle tantas cosas, pero las palabras no salían de mi boca, realmente me tenía como un tonto a sus pies.

Después de un rato la música cesó y la gente comenzaba a irse cuando ella me susurro al oído: "Te espero en la mansión Colville esta noche", me dio un beso en la mejilla y se fue rápidamente. Los chicos volvieron y me empezaron a molestar por mi posible romance con la desconocida aunque después pararon, no querían llegar a ser muy molestos. Me atreví y les di mi propuesta:

-¡Oigan, tengo una idea para seguir celebrando! -les dije con la esperanza de que aceptaran.

-¿Qué cosa? -dijeron a coro.

-¡Vallamos a la mansión Colville!

-¡Si, eso nos ayudara a cambiar la rutina. Me apunto! -dijo Odette.

-¡Yo también! -dijo Quentin.

-No lo sé Víctor. Dicen que sucesos extraños han ocurrido allá durante los últimos años. Esa familia abandono la mansión hace unos veinte años, la construcción es frágil y tétrica, ahora se usa en memoria de antiguas estructuras para recordar el patrimonio. Su entrada no está autorizada al público a no ser que se tenga una autorización especial para poder visitarla durante el día, de no ser por eso sería ilegal entrar en ella. -Nos informó Marcus con temor.

-Sí, lo cierto es que la gente cree que la mansión esta poseída por algo o alguien, no sé si sea cierto sea pero lo más probable es que sí. -dijo Madeleine.

-Chicos, cálmense -dije mientras los afirmaba por los hombros. -Solo iremos con un poco de vino para celebrar el aniversario de nuestra queridísima Torre Eiffel. Jamás hemos ido a la mansión y sé que se mueren de ganas por ver sus misterios, todos nos preocuparemos de todos ¿no? Vengan, será muy divertido y recordaremos esta noche por el resto de nuestros días. ¿Se nos unen?

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