*basada en el manga y anime tokyo ghoul.
Ella entró corriendo, agitada. Su cuerpo ya no soportaba el hambre y, por culpa de su instinto asesino, no solo no tenía alimento sino que una paloma la perseguía para exterminarla. Todo había sucedido tan rápido, ella buscaba una presa fácil para saciar el dolor estomacal y la primera persona que se cruza resultó ser ni más ni menos que uno de esos investigadores que cazaban ghouls ¡Vaya suerte! De un golpe seco, golpeó la puerta y se adentró a la fábrica abandonada. Tropezó con un cable y golpeó su barbilla, sin preocuparse de su propia sangre, se levantó y buscó una salida. No había escapatoria, era un espacio gigante pero solo veía lo que la luz de la luna le permitía. Esperaba, imploraba que ese hombre se apiadara de ella y la dejara en paz pero, al escuchar el chirrido metálico de la puerta abriéndose, toda esperanza fue perdida. Se escondió en uno de los últimos pilares de cemento del lugar, no podía luchar, era débil y no había comido en mucho tiempo.
- Sé que estás ahí, pequeño monstruo.- canturreó el hombre.
La chica estaba bien oculta e intentaba calmar su respiración. Era su fin y solo lo estaba alargando. Debería haber escuchado a su hermano mientras pudo, escapar de casa le había causado más problemas que soluciones. Si tan solo hubiera aceptado su ayuda. Era tarde para lamentarse, lo importante es que él estaba a salvo y no corría los riesgos de vivir junto a un caníbal. Sintió los pasos de la paloma acercarse. No podía bajar los brazos tan rápido, eso era para cobardes. "Pero soy una cobarde" contestó una voz dentro de ella. Sacudió esos pensamientos negativos y se preparó para dar su último golpe. Si iba a morir intentaría defenderse y no dejarse caer tan fácilmente.
- ¡Te atrapé!
El hombre apareció frente a ella y su instinto reaccionó haciendo que ella lo esquivara gracias a su kagune. Dos alas de fuego oscuro aparecieron en su espalda. Éstas estaban débiles pero podría intentar al menos un golpe. La paloma la miraba fascinado, había escuchado que su tipo de kagune era de los más hermosos que habían: Alas de fuego bañadas en un rojo carmesí degradado a un azul eléctrico medio oscuro en sus bordes. Dentro de las mismas parecía tener como pequeños rayos o como si la misma electricidad las recorriera. Ella se lanzó hasta él con una sola cosa en su mente: lo delicioso y satisfactorio que sería devorar a esa paloma. El hombre sacó su quinque y de un golpe la estampó contra uno de los pilares de cemento.
- ¿El pequeño monstruo cree que va a poder derrotarme con esos ataques directos?
Ella gimió de dolor. Intentó levantarse pero había gastado lo que le quedaba de energía en ese ataque. La paloma caminó hacia ella, sonreía descaradamente, como un psicópata. La chica cerró los ojos, como si ese gesto fuera a salvarla. Tres segundos pasaron y solo podía escuchar gemidos de dolor. Sin entender, los abrió y se encontró con el mismo hombre bañado en sangre. En sus ojos se vislumbraba orgullo quebrado. Su cuerpo cayó a un lado, justo a un lado de ella. Ahí es cuando vio algo clavado en su espalda ¿Filos? ¿Cuchillas de un material desconocido? No sabía cómo describirlos. Levantó la mirada y se cruzó con unos ojos familiares, no porque ella lo conociera sino porque quien la había salvado era un ghoul. Justo al final de la gran fábrica, oculto en la oscuridad, pudo ver sus ojos y unas alas iguales a las suyas. Pero estas tenían una gran diferencia: eran tipo mariposa, unas gigantes alas que podrían confundirse con las de un ángel por su tamaño.
Majestuosas e intimidantes.
- ¿Qué haces aquí? Este territorio ya tiene dueño.
Su voz, fría y gruesa, le hizo temblar. No sabía que contestar y el cuerpo inerte de la paloma le distraía de crear una respuesta coherente. Su estómago crujió, necesitaba comer pero sabía que esa acción frente al ghoul sería una gran falta de respeto.
- Yo...- Abrió y cerró la boca varias veces sin saber que decir.- L-lo siento. No pretendía meterme en un territorio marcado, y-yo... -Cerró los ojos intentando no pensar en el cuerpo, el olor a sangre, su boca haciéndose agua.
En un segundo, el firme agarre de la mano del ghoul se encontraba apretando su cuello. La luz de la luna le permitió admirar las delicadas facciones del hombre que la sostenía. Lo que más destacaba era su cabello, verde menta, que por esa iluminación podría confundirse con un turquesa agraciado. Su ceño fruncido y la piel pálida como el papel le daban un aire más tenebroso, sus ojos negros con los destellos rojos típicos en un monstruo como ellos no mejoraban la situación. Era atractivo ¡Jodidamente atractivo! Sus mejillas enrojecieron levemente ante tal pensamiento. Se cacheteó mentalmente, estaba al borde de la muerte y solo pensaba en que su salvador –que ahora intentaba matarla- estaba bueno.
- ¿Cómo sé que no eres una espía de otro clan?
Él apretó más su cuello, logrando que la acción de respirar se volviera difícil. Eso le hizo caer en cuenta de la situación.
- ¿S-sabes qué?- Ella clavó sus ojos, ya desbordando las lágrimas, en él. Tal vez este encuentro no era tan malo como pensaba, siempre podía elegir el camino fácil ¿no? - Hazme la vida más fácil y mátame.- Un aire de sorpresa recorrió por una milésima de segundo al joven.- ¡Ya no lo soporto! –Sollozó como pudo.- ¡Mátame!
Ella cerró los ojos, esperando su final pero eso nunca sucedió. El agarre del joven se aflojó hasta soltarla. Abrió los ojos y siguió los movimientos de él minuciosamente, éste se acercó a la paloma, le arrancó un brazo como si fuera de papel y lo tiró a su regazo.
- Come.- Ordenó.- Tendremos que llevar el cuerpo a otro lugar y necesitarás fuerzas.
La joven, estupefacta, siguió las órdenes y calmó el llamado de su estómago.
. . .
Después de dejar el cuerpo inerte de la paloma envuelto en una bolsa de consorcio, llenar su cuerpo de rocas y tirarlo al mar, volvieron a la fábrica. Comenzaron a subir unas escaleras que parecían infinitas. Ella no sabía que hacer ¿Acompañarlo? ¿Irse? Lo único que esperaba en poder separarse del chico y seguir en su vida de callejera. No fue hasta que él habló que ella reaccionó a lo que le decía.
- ¿Por qué te perseguía una paloma?
Bajó la mirada, avergonzada.
- Estaba hambrienta.- Explicó.- Me desesperé y me dejé guiar por mi instinto, encontré a un hombre en el callejón y resultó ser una paloma.
- Estabas hambrienta.- Repitió él, pensativo.- Eso quiere decir que estas sola ¿me equivoco?
- Escapé de casa.- Ella lo miró esperando algún gesto para continuar. Éste hizo un asentimiento con la cabeza y ella prosiguió.- Mis padres adoptivos me descubrieron comiendo carne humana, enloquecieron pero, antes de entregarme a las palomas, me fui.- Explicó ella como si no fuera relevante, aun cuando la versión extendida era más dolorosa que ese cutre resumen.
Se adentraron a un pasillo. Él le hizo un gesto para que lo acompañara y así lo hizo. Entraron a una habitación con cuatro puertas, él abrió la segunda a la derecha y le indicó que entrara. Había una cama, una cajonera bastante percudida y una pequeña ventana. Las paredes no se encontraban en el mejor estado y se notaba algo de polvo en las superficies.
- Descansa.- Ordenó él.- Mañana entrenaremos.
Ella, sin entender realmente la situación, se volteó a mirarlo con el ceño fruncido.
- ¿Qué?
- Si te dejo sola tu instinto podría terminar delatando mi ubicación.- Él tomó el pomo de la puerta y, antes de cerrarla, añadió.- Hasta que no aprendas a usar tu kagune como corresponde no te irás.
Ella quedó sola, en una habitación iluminada únicamente por la luz que se adentraba por la ventana ¿En que mierda se había metido?
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The Stories I Never Told
Historia Corta"Historias cortas" dirían algunos, un libro de diferentes mundos o pequeñas ideas, eso es lo que este libro guarda en sus páginas. A veces un simple encuentro en una cafetería, en el espacio o detrás de las lineas de un cuento fantasioso. En otras...