Carta a los niños de sonrisas rotas

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1. Revolución Industrial

La Revolución Industrial se concibe con la aparición de la máquina de vapor en el s.XVIII. Esta invención trajo consigo un efecto bola de nieve que trajo otros muchos nuevos inventos que acontecieron a otros nuevos aparatos. Hubo una mejora industrial, demográfica y agrícola, trayendo consigo nuevos materiales, nuevas construcciones, nuevas posibilidades socio-económicas, nuevas innovaciones, nuevos puestos de trabajo, más dinero, más alimentos y un nuevo papel para los menores: MANO DE OBRA BARATA.

Bajo este papel, nos encontramos con dos tipos de niños:

-Los aprendices de parroquia, huérfanos que estaban a cargo del gobierno británico, vendidos a las fábricas a cambio de unas migajas y un techo bajo el que, muchas veces, caerse muertos. Sin recibir la más mínima compensación monetaria, estos chiquillos venían al mundo, prácticamente, para morir en él.

-Los niños gratuitos, rondaban la edad de 5 años, y aunque estos pequeños sí recibían realmente una paga, ésta era tan ridículamente baja que en verdad, podría decirse que no cobraban nada por dejarse, literalmente, la vida.

Ambas figuras, aparecieron en el ámbito de las minas de carbón y la fábricas textiles de algodón donde pasaban la mayor parte de su tiempo en habitaciones con muy poco aire fresco y sin poder hacer nada de ejercicio, más allá del que su trabajo exigía. Los niños también eran contratados para trabajar en fábricas de manufacturas como deshollinadores y haciendo ladrillos.

El trabajo en las fábricas, muchas veces era el único medio de igresos en algunas familias, donde los padres confiaban en sus hijos para aportar algo de pan a la mesa.

Los niños que trabajan en fábricas de manufacturas, entraban en contacto con altos niveles de fósforo, lo que provocaba que sus dientes se pudran. Algunos niños murieron a causa de la inhalación excesiva de vapores que despedian estas fábricas. En las fábricas de algodón, los niños generalmente manejaban maquinaria peligrosa lo que provocaba que tengan graves lesiones y accidentes. Otros se caían dentro de las máquinas dormidos por trabajar durante una cantidad excesiva de tiempo eran aplastados por peligrosas máquinas con las que trabajaban. Los niños que trabajaban en las minas de carbón a menudo morían a causa de las explosiones y lesiones.

Aun que la peor parte de todo llega al pensar que eran prácticamente los padres y niños quienes aceptaban estas condiciones y aunque entiendo sus motivos como ente objetivo, no lo hago como ente humano y pasional. Pero a los hechos me remito, como nos recuerda el profesor Ludwig von Mises:

"Los dueños de las fábricas no tenían el poder de obligarle a nadie a aceptar un trabajo en la fábrica. Sólo podían contratar a gente dispuesta a trabajar por los salarios que ofrecían. Por bajos que estos salarios fuesen, eran en cualquier caso mucho más que lo que estos pobres podían ganar en cualquier otra actividad. No es distorsionar los hechos el decir que las fábricas apartaron a las amas de casa de sus niños y sus cocinas, y a los niños de sus juegos. Pero esas mujeres no tenían nada para cocinar y alimentar a sus hijos, y esos niños eran indigentes y estaban muriéndose de hambre. Su única salvación fue la fábrica. Los salvó, en el estricto sentido de la palabra, de una muerte por inanición"

Por parte de la legislación no fue hasta 1833 que se redujeron las jornadas exhorbitantes, hasta cierta medida, aunque, para mí, el mero hecho de que estas jornadas se mantuviesen, más o menos cortas, contúa siendo inhumano:

"La jornada de trabajo empezaría a las 5:30 de la mañana y finalizaría a las 8:30 de la noche. En otro apartado también quedaba patente el hecho de que los jovenes de entre 13 y 18 años no podían sobrepasar las 18 horas laborales (siendo una hora y media de este período tiempo para comer). De acuerdo a lo establecido, los menores con edades comprendidas entre 9 y 13 años no podían sobrepasar las 9 horas laborales. El tratado concluía aclarando que de 8:30 a 5:30, o lo que es lo mismo, durante la noche, el trabajo por parte de cualquiera de estas personas estaba completamente prohibido."

Bueno, supongo que, como se suele decir: algo es algo.

No volvió a ser hasta la legislación de 1891 que volvemos a ver un avance destacable sobre la contratación infantil en las fábricas burguesas del s. XVIII.

"-Los dirigentes no podrán contratar mujeres que hayan tenido un hijo hasta 4 semanas después del parto.

-La edad mínima con la que un niño puede comenzar a trabajar se incrementa un año, es decir, pasa de ser de 10 a 11."

Para mí, sigue siendo insuficiente...

2. Actualidad

Trabajo infantil, en la actualidad o no, no es un tema nuevo, sino un virus que nos lleva infectando desde hace siglos y que, aún con nuestro "desarrollo", no hemos logrado erradicar, sino que, incluso, en ciertos lugares, hemos llegado a acrecentarlo.

Hay al rededor de 215 millones de menores trabajando. La mitad de esos niños están atrapados en las peores formas de trabajo, que incluyen esclavitud, actividades ilí­citas, prostitución o cualquier actividad que pueda dañar su salud. Hay unos 5 millones de niños atrapados en situación de trabajos forzosos, y sin embargo:

"La edad mí­nima de admisión a todo tipo de empleo o trabajo que por su naturaleza o las condiciones en que se realice pueda resultar peligroso para la salud, la seguridad o la moralidad de los menores no deberá ser inferior a dieciocho años (artí­culo 3, Convenio sobre la edad mí­nima, 1973)."

Y aún por muchas leyes, artículos, años, mentes y palabras... a los hechos me remito, tantas palabras y tan pocos resultados cuando hay niños ahí, fuera de nuestras fronteras con las manos cayosas y raspadas por un trabajo que nadie, mucho menos ellos, debería hacer.

-Corea del Norte

-Somalia

-Sudán

-República Democrática del Congo

-Zimbabwe

-Afganistán

-Burundi

-Pakistán

-Etiopí­a

Ejemplos, ejemplos de países humanos con tan poca humanidad, donde el trabajo infantil, está a la orden del día.

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