« Caliente, Clamor, Conocimiento »

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Jongin se hizo cargo de que cada huella dejada por Do Kyungsoo ese día hubiese desaparecido. Que nadie lo hubiese visto, que nadie recordase absolutamente nada del chico sentado a la sombra de un árbol aquella tarde. Arrasó por su habitación, echando a un bolso cuadernos y libros del chico, ropa y zapatillas, todas las pertenencias que había, incluyendo sus sábanas; no era demasiado, pudo llevarse las cosas en tan solo dos viajes, guardándolas en una pieza que quedaría bajo llave en la casa que ocupaba ocasionalmente, alejada de la ciudad. SI hubiese seguido el protocolo adecuado para la ocasión hubiese quemado las pertenencias, o al menos haberse deshecho de ellas de una manera mayor, pero era objetos que su ídolo había tocado, usado, que tenían su olor impregnado y no, al menos hasta que estuviese seguro de que el chico lo hubiese aceptado, no podía eliminar su pasado por completo—pero sí ocultarlo y tenerlo para su goce. Varios libros llamaron su atención, los cuales encontró en lo más alto de la repisa que había en la habitación, casi como si estuviesen ocultos de la vista normal de algún visitante; el seudónimo del autor haciendo que la orilla de su boca formase una mueca complacida y orgullo crecer en su pecho en varios de ellos. No esperaba menos de su chico, pero era una sorpresa, indudablemente, ya que Jongin estaba seguro que el hecho que Kyungsoo disfrutase de ese tipo de lecturas en secreto no era coincidencia. Había algo especial en él, y es que un tema es disfrutar del terror, pero otra ligeramente distinta es indagar en ello en sus rincones más retorcidos.

No podía esperar a que su ídolo despertase.


x


Kyungsoo había perdido casi por completo su sentido de la orientación y el tiempo en esa oscuridad absoluta. Probablemente habían pasado cuatro días, o seis, en ese mismo instante quizá era la madrugada de una semana después desde el incidente, o el anochecer del lunes. No estaba seguro de nada, pero las lágrimas habían cesado por un intento de calma que se interrumpía constantemente con temblores bajo sus pies, alaridos de muerte a través de las paredes y manos en la oscuridad cada cierta cantidad de horas, agarrando su mandíbula y alimentándolo. Cuando necesitaba ir al baño lo hacía palpando las paredes hasta llegar a otra pieza más pequeña y estrecha, húmeda y maloliente; el día lo gasta en permanecer acostado sobre un colchón que había en el suelo o dando vueltas al medio de la pieza para controlar la ansiedad—comenzó a temerle a la oscuridad y cerrar sus ojos mirando a la pared. Ha calculado que los gritos desgarradores afuera de la puerta ocurren cada dos horas aproximadamente, pero pierde fácilmente la cuenta de cuantos escucha antes de caer dormido. Son voces desconocidas que hacen aumentar su miedo con la incertidumbre de cuándo esos gritos serán reemplazados por los suyos, o si en verdad existen en la realidad o son parte de su imaginación.

Tres veces al día se escucha la puerta abriendo y cerrándose, alguien acercándose a él, tirando cosas a un lado. Kyungsoo se tensaría y movería sus manos amarradas frente a él de un lado a otro, pero siempre habría otras fuertes que lo tomarían y lo harían quedarse quieto. Las manos le hacían sentarse, y un cuerpo más grande se posicionaría tras él; cada una de esas veces pudiendo sentir su pecho presionarse en su espalda, cada una de esas ocasiones temiendo sentir algo filoso en su cuello en lugar de lo de siempre—un beso.

Entonces luego le sacaría el paño de la boca y le volvía a dar un beso casto en el mismo lugar. Kyungsoo llorando y balbuceando que por favor lo deje ir, suplicas que no llegarían nunca a nadie, como si su secuestrador, Jongin, no estuviese ahí. Las primeras veces, cuando lo intentaba alimentar, asustado mantenía sus labios cerrados fuertemente, pero dedos apretaban su mandíbula con fuerza para obligarlo a abrirla y la comida era metida al fondo de su garganta, haciendo que se ahogara. Fruta picada, carne, agua, alguna cosa dulce; como si estuviese cuidando el mantenerlo sin desnutrirlo peligrosamente. Las primeras veces también, sin embargo, escupía los alimentos al suelo y lo maldecía, pero en lugar de recibir un golpe, de nuevo, solo era un beso y un abrazo que lo obligaba a dejar de retorcerse. Kyungsoo comenzaba a pedir que fuese algo más violento, algo que demostrase lo que ese desconocido pensaba hacer con él, pero no había nada de eso. Al menos de momento.

ABECELOSO; KaisooWhere stories live. Discover now