Capítulo II - ¿TODO SUCEDE POR UNA RAZÓN?

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Mmm… Sí y no… En realidad todo sucede por muchas razones. Me imagino que alguna vez has escuchado entre otras, de la ley de la Causa y Efecto. La ley física nos dice que a toda acción le sigue una reacción y la ley metafísica nos dice lo mismo: que a toda causa le sigue un efecto. Dicen los metafísicos que nada sucede por casualidad, y están en lo cierto, ésta palabra solo señala el desconocimiento de esta ley.

Así como una persona tiene 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos y así hasta 50 generaciones atrás, el número de antecesores se elevaría a millones, de la misma manera, ocurre con las causas subyacentes detrás de todos los efectos.  Hay siempre una relación entre todo lo que ha ocurrido y lo que seguirá ocurriendo.

Sin embargo sería inexacto decir que los pensamientos generan causas a las cuales le seguirán sus efectos. Lo que conoces como "acontecimientos" son un conjunto de acciones que obedecen a "órdenes" precisas que fueron emitidas desde el corazón de tu sistema...no tan solo de tus pensamientos. Estas tan ocupado con tus pensamientos que dejas de "escuchar" los comandos que estas impartiendo desde el único lugar que tiene permisos...especiales para crear acontecimientos: Tu Centro; estos comandos están ineludiblemente asociados a tus sensaciones y que prefiero llamar "sentimientos", (no los confundas con el afecto). El sistema interpretará y ejecutará gran parte de lo que tu Corazón o Centro expresa. Pero ¿cómo es que sucede todo esto sin darnos cuenta? Es más sencillo de lo que crees, la mente siempre va a responder frente a lo que deseas o temes, mientras que lo que aquí he llamado sin hacerle justicia: Corazón, siempre va a responder frente a lo que necesitas.

Creo que la dificultad estriba en la incapacidad de diferenciar entre necesidad (supervivencia) y deseo (sobrevivencia). Ha llegado a ser tan difícil que tendríamos que hacer un silencio enorme para lograrlo. Has creado tantas “necesidades” (con tus pensamientos) que cada vez requerirás más esfuerzos, dinero y energía para conseguirlas, con sus respectivas consecuencias. La frustración que frecuentemente experimentas al no poder cubrirlas repercute en las emociones o sentimientos que invariablemente registrará tu corazón.

Si la consecuencia de ello fuera la sola amarga experiencia de la frustración, no sería tan grave; el problema está en que tu corazón (tu centro) emitirá y esparcirá esas ondas que una vez captadas por el sistema, la matriz; procederá a través de su intrincado sistema de redes, a crear una serie de acontecimientos que respondan a la naturaleza de la sensación. En ese orden de cosas, imagínate que la base de datos que tienes para procesar tus verdaderas necesidades,  es decir: tu Centro, se llena de frustración y amargura; la matriz interpretará que necesitas acontecimientos de esa naturaleza y no hay nada que puedas hacer para evitarlo. Ni si tus pensamientos son “positivos”, ni si tus palabras son “esperanzadoras” (mucha gente suele decir: Dios proveerá, mientras su corazón se consume en la angustia) podrás evitar los siguientes acontecimientos lineales. Es una ecuación simple y matemática. Millones de fibras inteligentes se interconectarán con todas las formas y criaturas vivientes y ‘no vivientes’ que se encuentren directa o indirectamente relacionadas contigo produciendo una reacción en cadena que finalmente se manifestará en lo que conoces como acontecimientos.

A no ser que te hicieras consciente de ello y expeditamente  cambiaras la sensación primaria que la originó.

Pero ¿cómo cambiar algo de lo que no eres consciente? Tu corazón reconoce dos tipos de sensaciones: en la experiencia humana se reconocen una vez más por sensaciones. Las llamaremos: sensaciones de bien-estar y sensaciones de mal-estar. Aquí debes ser muy cuidadoso ya que la mente posee una habilidad especial que puede engañarte. Si averiguas un poco en el mundo de la informática, estas son conocidas como ‘software engañoso’, que no es otra cosa que aplicaciones que desvirtúan intencionalmente el estado de la seguridad de un equipo. Estas aplicaciones intentan convencer al usuario de que debe eliminar los riesgos de seguridad o los programas posiblemente indeseados (por lo general, que no existen o son falsos) de su equipo. La aplicación secuestrará el equipo del usuario y no lo dejará eliminar ni solucionar los problemas imaginarios hasta que no compre o instale el software “requerido”. Las aplicaciones engañosas generalmente parecen convincentes: los programas pueden parecer programas de seguridad legítimos y, por lo general, tienen sitios web correspondientes con testimonios de usuarios, listas de funciones, etc.

Del mismo modo la mente intentará suplantar e interpretar las sensaciones de bien-estar y mal-estar. (Ambos sistemas responden básicamente a los mismos principios).

Existen unas ‘ayudas’, unas especies de ‘Anti-spyware’ que podrían resultarte útiles a la hora de limpiar la información que has recibido en este punto. Debes responder a una sola pregunta (en realidad un protocolo de seguridad) con total honestidad  y literalmente con la  mano en el ‘corazón’: Esto… ¿es algo que necesito? Ó ¿es algo que deseo?

La respuesta debería venir desprovista de pensamientos codificados en palabras; y más bien en forma de sensaciones ininteligibles pero nítidas. Si notas palabras tratando de interpretar la respuesta, vuelve a empezar porque es la mente la que está respondiendo. Si en cambio identificas una  profunda sensación de bien-estar ó mal-estar, sabrás lo que te está pasando, pero también lo que podría pasar. Es ése el momento de cambiar la sensación si así lo deseas.

Algunos místicos han denominado a esto la voz de Dios; yo prefiero no darle ninguna denominación.

Estas leyes, son inquebrantables en su esencia y no tiene nada que ver el hecho de que te resulte creíble o no, ó si las entiendes o no.  En realidad no requiere de ninguna de las dos cosas para que funcione. Pero en cambio si puedes decidir lo que necesitas y lo que deseas experimentar.

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