CAPÍTULO 3

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Había un dragón que se veía de lejos. Era carnívoro, estaba comiendo personas muertas. Cientos de personas tiradas en el suelo, cada una sin una parte de su cuerpo. El dragón estaba concentrado en comer, mientras yo estaba despertando de su nido. Cadáveres por todas partes. Debo correr. Me levanté lentamente sin hacer ruido, corriendo cada cadáver que se interponía en mi paso. El dragón escuchó cuando bajé del nido, por que el suelo está lleno de hojas. Cerré los ojos y me di vuelta. El dragón me está mirando con sus inmensos ojos. Hice tres pasos hacia atrás, tomé coraje y corrí dentro del profundo bosque. El dragón comenzó a perseguirme, y de repente los pasos de éste cesaron. Estoy en una playa, frente a un mar sin olas. Hay tres islas alrededor, no es difícil llegar hasta allá nadando.

-Oye, necesito tu ayuda- Me sobresalté al oír la voz profunda de un hombre. Otro humano en la isla vivo.

-Qu-quién eres?- Es un hombre con una gran barba, como la mía. Lleva ropa marrón, destrozada. Se notaba que se la había hecho el mismo.

-El dragón.- Señaló el profundo bosque. Abrí los ojos lo más que pude. El dragón carnívoro es realmente un humano. Me hace pensar que quizás es un caníbal.

-Qué?- Lo único que conseguí decir.

-Mira, si no quieres que vuelva a convertirme en dragón y devorarte de dos bocados, llévame a la tercera isla. O mueres o nadas hasta allí- Asentí y le ofrecí mi espalda para que se suba. Tomó mis hombros, y me metí en las profundas aguas que llevan hacia las islas.

Cuando llegué a la tercera, comenzó a correr y se convirtió nuevamente en dragón. Hay mucha gente, seguramente viene de caza. Comencé a correr hacia otro lado, buscando lugar para salvarme. El dragón me observa en el trayecto, y puedo ver en sus ojos decir ''No te vayas''. Aceleré el paso y me encontré frente una cueva de piedras, el hombre-dragón estaba a mi lado, satisfecho por su comida. Lo observé lentamente, intentando evaluar su rostro. No logro reconocer su expresión.

-Estoy listo- Dice satisfecho.

-Para qué?

-Para comerte.- Empezó a caminar lentamente hacia mí hasta que algo brilló en la cueva. Los dos miramos hacia ella. Era un gran ojo. Un ojo de dragón.

Desperté asustada, llena de sudor. Hace tiempo no tenía sueños como estos, me resultan extremadamente raros. «¿Qué quiso decir?», me resulta raro, muy raro. En fin, me levanté de la cama con un dolor de cabeza inmenso, no tenía ganas de ir al colegio. Fui al baño a lavarme la cara y despabilarme, ya que me sentía exhausta. Seguramente debe ser por que es lunes. Siempre me sienta mal este día. Fui a mi pequeño comedor, y tenía un café con leche en la mesa. Como todos los días. Mi madre fue a levantar a mi hermana más pequeña, que va al mismo colegio que el mío pero varios cursos menos. Terminé mi café con leche y lo dejé en la cocina. 07:50, quedan 10 minutos. Busqué mi mochila de carrito que tanto detestaba, y salí afuera a el colegio. Queda a dos cuadras, lo cual me facilita la llegada. Otra vez llego tarde, como siempre. ''Mientras más cerca estés, más tarde llegas'', mi gran dicho en este momento. Sonrío por esa estupidez, y entro al colegio. Todas las personas de aquí tienen la manía de que si llegas tarde, te ven con cara de ''¿como llegas tarde?'' Y yo a esa cara le diría que nos confiamos que vamos a llegar, pero nunca es así. Es como que si querés llegar bien vas demasiado temprano, pero si querés llegar puntual vas demasiado temprano. Raro ¿No?, yo también digo lo mismo. Entré al curso y vi las caras que sospeché que iba a ver.

-Buenas noches- Dijo la maestra, sonriendo por lo que llegué tarde.

-Buen día- Dije, feliz.

Me senté al lado de Frida y le sonreí.

-Holi- Le dije sonriente.

-Otra vez tarde Catapulta, muy mal- Me reí fuerte por el sobrenombre y me retó la profesora.

-Oh, rayos!- Dije susurrando.

-Hoy estás bien traviesa, Cat- Dice Frida.

-La verdad que sí, F...- Pensé un sobrenombre para Frida, no encuentro ninguno.

-Tina, ok no- Dije, rindiéndome de buscarle un sobrenombre.

-Dah, mis padre me dicen cochina- Dijo quitándole importancia.

-Oh... Frida la Cochina. Eres una cerda entonces- Hice el ruido que hacen los cerdos y comenzó a reír despacio, para que la profesora no lo note. Obviamente, la profesora nos clavó su famosa mirada asesina.

Esperando Por TiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora