—¡No, eso no es verdad!—exclamó Lucy levantándose con mucha brusquedad.—¡Me estás mintiendo! ¡Solo lo dices para que me quede en esta horrible mansión!
Su padre la estaba sacando de sus casillas. A pesar de las ansias que había sentido en un primer instante de darle un abrazo, al descubrir que esa persona que parecía ser su padre tenía esa antigua actitud que tanto odiaba, le dieron ganas de salir corriendo.
La maga estelar ignoró sus órdenes y siguió gritándole todo lo que necesitaba decir:
—¡Y no pienso casarme con ese tipo, no lo conozco de nada! ¡No voy a permitir que sigas siendo dueño de mis decisiones! ¡Me voy!
Eso hizo, se dirigió hacia la puerta del comedor pero el aullido de su padre hizo que se detuviera.
—¡Lucy, no te atrevas a pasar por esa puerta!
Esta se giró y le miró con dureza.
—Eso es lo único que sabes hacer, mandar sobre mi vida —afirmó la chica más calmada y con tristeza. —Tú... tú no eres mi padre. Él había cambiado y ya... ya no está en este mundo.
Con esto, se fue a su habitación con unas pocas lágrimas corriendo por sus mejillas y sin mirar atrás. Se sentó en su gran cama con su cabeza dando vueltas, todo esto era demasiado para ella.
Un sentimiento de decepción recorrió su piel. ¿Por qué justo cuando creía que se iba a reencontrar con el padre que había perdonado años atrás, tiene que toparse con el sobreprotector Jude Heartfilia al que solo le importaba su empresa?
Suspiró, se secó las lágrimas y decidida, cogió sus llaves, todos los Jewels que poseía y algo de abrigo. Iba a salir de la mansión y dirigirse a Magnolia para encontrar respuestas, aquí no había nada más que hacer.
Abrió la ventana y se subió a una pequeña terraza. Estaba en el segundo piso pero la caída no era tan grande como pensaba. El salto era sencillo. Se disponía a realizar el acto cuando escuchó como la puerta de su cuarto se abría. No le dio tiempo a colocarse en una posición normal y la persona que entró, la cogió con las manos en la masa.
Lucy suspiró aliviada al ver que esa persona solo era una sirvienta, la misma de antes.
—¿Qué estás haciendo Lucy-sama?—preguntó la joven sirvienta de cabellos castaños.
La maga dudó por un momento y luego, le contestó con seguridad. Daba igual si alguien se enteraba ya de su huida, seguro que solo diez minutos después de haber salido de la mansión la noticia llegaría hasta los oídos de su padre.
—Me voy de aquí, tengo que hacerlo —dijo, volviendo a tocar el suelo.
—¿Otra vez?—preguntó con preocupación mirándole a la cara. Lucy se dio cuenta de que los ojos de la joven reflejaban una mezcla de dolor y miedo. —¿No te acuerdas de lo que paso la última vez que lo intentaste?
—¿Qué ocurrió?— preguntó extrañada y apoyándose en la pared más cercana.
La sirvienta se sentó en la primera silla que encontró, la del tocador. Antes de empezar el relato, miró hacia el suelo apretando los puños.
—Hace un año —comenzó a contar la chica de cabellos castaños—te escapaste de casa sin previo aviso. Por unos meses, el señor ignoró este hecho, parecía que no le importase si algún día volvieras o no. Pronto descubrí que él esperaba que con el paso del tiempo no pudieras vivir por ti misma y que acabarías regresando. De repente, el señor comenzó a estar más estresado de lo normal y mandó un trabajo a un gremio para llevarte de vuelta a casa. Creo que ese gremio se llamaba Phantom... Phantom algo, no me acuerdo.
—Phantom Lord—corrigió Lucy.
—Ese mismo. Pues así lo hicieron, aunque al parecer tardaron más tiempo de lo previsto porque te resististe y...— Hizo una pequeña pausa, las palabras se le atragantaban en su boca. —Como castigo, el señor despidió a todos los trabajadores de la mansión. A todos menos a mí. Era nueva pero... todos éramos como una gran familia.
Lucy se quedó de piedra. ¿Cómo su padre había sido capaz de hacer tal cosa? Una pequeña llama de rabia se había encendido en el interior de la rubia, llama que consiguió controlar. Colocó una mano en su espalda, consolándola.
—Lo siento—se disculpó la pequeña Heartfilia. — Fue todo por mi culpa. —La sirvienta no respondió. —Pero esta vez es importante, tengo que hacerlo, por Fairy Tail.
La joven de cabellos castaños se calmó y miró fijamente a Lucy.
—Señorita Hearfilia...
—Llámame Lucy, por favor. Solo Lucy.
La sirvienta sonrió, algo había cambiado en la maga estelar. Ya no tenía miedo de enfrentarse a su padre ni lloraba si este le gritaba. De un día para otro su actitud había cambiado. Un cambio tan brusco y repentino era casi imposible. Algo no encajaba.
Ignoró estos pensamientos y le respondió.
—Lucy, te ayudaré en lo que pueda. Vete ya, es el mejor momento para escapar. No sé cuánto tiempo podré darte, pero espero que sea el suficiente para salir de aquí.
La rubia sonrió.
—Gracias. —Lucy se levantó y fue a saltar por la ventana, pero antes de eso le hizo una última pregunta a su nueva amiga. — ¿Cómo te llamas?
—Alice—respondió sin dejar de sonreír.
Por fin, la maga celestial saltó al césped del jardín. Un salto que habr'ria salido perfecto, si no fuera porque apoyó el pie derecho mal, tropezó y cayó. Se levantó y comenzó a caminar con precaución por su extenso jardín. Cuando estaba lo suficientemente lejos del peligro, se dio la vuelta y echó un último vistazo a la mansión. Estaba muy segura de su decisión. Esta no era su casa, Fairy Tail lo era.
Cogió el primer tren que iba a partir, este se dirigía a la ciudad portuaria de Hargeon. Se ocultó con una capa por si acaso había alguien que la conociera por los alrededores. En el tren, la maga cogió sus llaves y se fijó en que las tenía todas, incluso las que había obtenido estando en el gremio. Un dato curioso que le ayudaría en su investigación.
El trayecto duró menos de lo esperado y en tan solo dos horas llegó a su destino, sin que ningún obstáculo se cruzara por su camino. Todo marchaba bastante bien, por ahora.
La ciudad de Hargeon estaba tal y como Lucy la recordaba: las calles llenas de vida, mercancías que circulaban de un lado para otro y todo tipo de personas, las cuales principalmente eran viajeros que hacían una parada para descansar. Aunque existía una diferencia notable: había mucha menos gente de lo normal.
Ella comenzó a pasear por las calles de la ciudad con cautela, mirando a todos lados, con la esperanza de encontrar a alguien que poseyera la marca de Fairy tail o por lo menos, alguien conocido.
Estuvo andando por calles aleatorias sin rumbo fijo. No consiguió encontrar a nadie y ya iba a planear su próxima acción cuando un chico con un pelo no muy común apareció de la nada. Este caminaba con un tono despreocupado y con una sonrisa brillante en su rostro. A su lado, una pequeña figura azul le acompañaba, con quien estaba hablando el chico.
Los ojos de la Heartfilia se iluminaron y una rápida pero gran sonrisa se dibujó en su rostro.
—Natsu. Happy.
...
¿Cómo reaccionará Natsu?¿Y Happy?¿Les pasará algo?¿Habrán cambiado?
Nuevo capítulo corregido. La verdad es que hay bastante diferencia de estilo, dado que esto lo escribí hace 4 años aproximadamente. Espero que os haya gustado y nos vemos en el siguiente capítulo.
Nos vemos pronto,
Blake Reese
oL3I
ESTÁS LEYENDO
Sin Fairy Tail
FanfictionUn día como otro cualquiera, Lucy se despierta en su antigua y abandonada mansión, la cual ahora está intacta y llena de vida. No solo estaban los sirvientes, cocineros y jardineros sino que también su padre, quien supuestamente había muerto y de co...