Acto II: lo Viejo.

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De la misma forma en que alguien amó algo antes de ser nada, otra persona estrelló cristal contra el suelo y se fue caminando por encima del vidrio.

Si el amor fuera incondicional, alguien hubiera amado pies sangrantes, hubiera juntado el vidrio, se hubiera cuidado de no cortarse las manos.

Si el amor fuera suficiente no habría vidrios rotos en el suelo.

Una nena a la que ya no le gusta llorar pero está hecha de agua se para en el borde de un volcán muerto. Sus piernas son de gelatina y cuando sonríe siente sus labios tembar; la piel que envuelve su esqueleto nunca fue suya (o eso quiere creer).

Se truena los dedos y el volcán ruge. Detrás de sus pupilas corta el filo de aquellos vidrios que nadie se animó a juntar.

¿Cómo puede una persona que no se siente segura dentro de sí misma encontrar refugio en la mente de otra?

Conociendo el silencio en la penumbra ¿quién apagaría la luz?

Inclus sabiend que su estómago es sismo y sus manos papel, estira la mano para abrazar a una persona que solo supo estrellar cristal, pero no pudo pedir perdón, ni dar las gracias. Una persona cuyas plantas todavía tienen cicatrices, y por eso vuela en lugar de caminar cuando quiere irse. Siempre vuelve. No sabe si es bueno o malo.

En los vasos rebalsados que tiene en la mirada se refleja un personaje que nunca llegó a existir. Frustrada o abatida. Cargada de odio y de vergüenza. Cualquiera que sea el motivo, pica profundo en el lugar donde las emociones queman, o son cenizas.

Cuando se da cuenta de que tiene miedo, ya está cayendo. Cuando golpea el fondo se da cuenta de que ella misma es el volcán. Ella es la lava, las paredes altas y oscuras de un lugar en el que no se siente segura, y las manos que la empujaron, las que la dejaron caer, las que la quisieron salvar.

Para cuando se da cuenta de que el miedo no existe, el calor ya la convirtió en humo. Cuando vuela siente el aire que la disuelve en partículas. Después de tanto no entender nada, la nena a la que ya no le gustaba llorar se siente caer, liviana, desde una nube alta alta alta. Hecha nuevamente de agua, gotea desde la tristeza que descansa en los ojos del mundo, justo como una lágrima.

Si el amor fuera incondicional sería mucho más fácil vivir, pero siempre hay condiciones.

Hay que aprender a ser querido, y querernos, y no querer tanto que nos quieran.

Las astillas del cristal roto se mezclaron con la mugre y, cada día, inhalamos un pedazo ínfimo mientras hacemos la comida. Mientras lavamos la ropa. Mientras hacemos el amor condicionado.

Si por dentro hay huracán, es hipócrita tratar de no escupir lluvia. No se puede vomitar sol desde el esófago y esperar un paraguas.

La nena flota por el río hacia el océano índigo, o es un charco en el medio de dos baldozas rotas, o se deja beber por alguien que no estrelle cristal, que no corra. Alguien que sepa pedir, o buscar. Alguien que haya amado algo antes de ser nada.

Por primera vez en la vida, prueba el sabor de lo que es saber lo que uno quiere. Que lindo era no tener miedo y tampoco tener pesar.

"¿Quién lo hubiera dicho? Mi vida ha sido mía todo este tiempo." 

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⏰ Última actualización: May 23, 2017 ⏰

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