—¿Q-que piensas hacer?— preguntó Fran alejándose poco a poco de su compañero, pero este se lo impedía acercándose más hasta el punto de que chocara contra la pared que tenía detrás.
—Sabes perfectamente que está pasando por mi mente. No te hagas el tonto, mi Fran~— Levantó su mano para dirigirla a la mejilla del contrario y acariciarla suavemente. El cachete de Fran se había enrojecido levemente por el tacto. Cerró sus ojos.
Tito iba a acercar nuevamente sus labios a los del otro pero...
—N-ni se te ocurra...hacerlo.
¿D-de verdad m-me obligarás a que me gustes como tú lo haces conmigo? Y-yo no puedo... A-además sé que no estás en tus cinco sentidos como para darte cuenta de lo que haces... —Tales palabras hicieron que en Tito, el poco alcohol que fluía por sus venas dejara de tener efecto rápidamente, al igual que en Fran pero a este ya se le había pasado unos minutos atrás, y ahora si que sabían lo que estaban haciendo y lo que podría llegar a ocurrir.
Tito se alejó unos centímetros de Fran con tristeza que se notaba a leguas en su rostro, porque tenía razón. ¿Obligarlo? ¿Enserio iba a obligar a tener sexo con él sabiendo que estaría arruinando la bonita unión, como de hermandad, que tenían?. Que tonto era...
No lograría nada si actuaba de esa forma.
—Ha-hagamos que este momento nunca ocurrió y volvamos a ser como éramos, ¿no crees?. Si quieres dejaré de hacerte bromas y dejar de lad— Fran fue interrumpido por el dedo índice del mayor de los dos, tapando su boca.
—No...
—¿Qué?— Fran lo miró confundido.
—No te obligaré a hacerlo porque eso depende de lo que tú quieras sentir pero...podría si quieres dejarme...
—Ya de por si no quiero nada, Tito..— Fran frunció el ceño, ¿ahora a qué quería llegar?.
Tito tomó ambas manos de Fran para luego acercarlas a sus labios y besarlas. El otro sintió como una corriente eléctrica que se propagó por todo su ser gracias a ese contacto. Respiró hondo, como antes y habló —Tal vez no quieras nada ahora porque siento temor en ti, pero ¿me dejarías intentar probar...? — le regaló una sonrisa tímida a su acompañante. Luego de esa acción entrelazaron sus dedos.
Fran estaba que iba a explotar de todo lo que estaba sintiendo en ese preciso momento.
La actitud que estaba tomando el de cabellos rulosos con él lo volvía loco, más de lo que ambos eran. Lo quería, podría desear lo mismo pero algo le decía que no, que sus gustos lógicamente no podrían cambiar de un momento a otro. Se negaba a algo que ya estaba dicho y predicho.
Pero...
¿Escogería el probar lo que sentía estar con Tito de una forma diferente? ¿O no arriesgarse y que ambos hayan arruinado su relación? Por que en parte los tenían la culpa, sus bromas, todo eso.
Miró como sus dedos estaban aún entrelazados, como si estuviesen destinados a estar así. Luego lo miró a él, esperándolo con la misma sonrisa, esta que le entregaba seguridad.
Después se arrepentiría de una decisión como esta pero...terminó aceptando. Terminó aceptando algo que podría considerarse como prohibido, porque en parte lo era. Nadie lo sabría, quedaría guardado entre los dos. Como si hubieran aceptado un pacto con el Diablo, algo así.