Lindo nombre.

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Angelina cerró los ojos unos segundos y se adentró en la plataforma a paso decidido mientras que su mellizo, Evan, la seguía detrás.

La joven decidió abrir sus ojos casi negros, ojos que si se miraban fijamente podrían llegar hasta intimidar. No porque tuviera mala actitud, sino porque su mirada era tan profunda que, como dijo su padre la primera vez que la tuvo en brazos, se podía hasta ver parte del alma de la chica. Cuando escuchó el bullicio de las personas, decidió abrir sus ojos; habían padres despidiéndose de sus hijos y viceversa, jóvenes como ella que se encontraban con sus amigos, parejas que se besaban. Era, dentro de todo, un bullicio agradable que extrañó casi todo el verano.

Ya faltaba poco para que el tren parta a Hogsmeade y de allí a Hogwarts, como todos los años.

Hogwarts; su lugar favorito en el mundo, su mundo. Cuando llegó su carta, junto con la de su hermano, lo primero que hizo fue soltar algunas lágrimas de alegría, ya que desde que tuvo conciencia, a su hermano y a ella, los llenaron de conocimientos e historias de aquel colegio, el mejor de todos.

—Vamos, vamos, vamos—Una voz algo chillona los apuró. Era su madre, Louise, que le entregaba una gata, Patitas, a Angelina. Aquel no era un nombre ni original ni de gato, pero había decidido llamarla de esa manera por su condición; el animal tenía enanismo y contaba con unas patas de unos ocho centímetros y una graciosa cola peluda más grande que todo su cuerpo.

—Adiós, mamá. —Abrazó a su madre cálidamente mientras besaba su mejilla varias  —A penas lleguemos se los haré saber, ¿Sí? Prometo controlar a Evan —Le informó ganándose una mirada asesina de su hermano.

Evan no era precisamente un santo, sino que era todo lo contrario. Disfrutaba de hacer sentir inferior a los demás, sobretodo a los hijos de muggles. Todo lo contrario a Angelina, que era la pureza y la gentileza en persona, a excepción de cuando se enojaba. En esos momentos, su hermano se alegraba porque según él, ella parecía una verdadera Slytherin.

Evan hizo lo mismo con Louise, sólo que sin besarla y con una actitud más reservada, y metió las cosas de ambos en el tren para luego cerrar la puerta del vagón.
El expreso estaba a punto de marchar, y los mellizos de buscar a sus amigos, cuando un chico apareció por la puerta con rostro desesperado, ¿Y cómo no?.
Rápidamente, Angelina abrió la puerta, cuando el chico, con ayuda de Evan, metió sus cosas dentro. Unos segundos más tarde el tren comenzó a marchar lentamente así que dejó a Patitas en el suelo y tomó la mano del chico y lo impulsó hacía adentro, haciendo ambos casi caigan al suelo. Por lo que automáticamente Angelina soltó una carcajada por la situación, al igual que el joven.

Él cerró la puerta y se apoyó en ella, se lo notaba cansado y algo agitado por lo ocurrido. Luego, miró a ambos hermanos.
-Joder, gracias. Juro que pensé que iba a perderme el año. -Ella, característicamente le sonrió pero su hermano sólo tomó sus cosas y se fue, dejando un ambiente algo tenso, que sólo duro unos pocos segundos. Él no lo había hecho porque no lo conociera, todo lo contrario, sabía que aquel chico era un gryffindor y que, además, era mestizo. Según Evan, aquellas personas no merecían su respeto, salvo por su amigo Severus Snape, que a pesar de ser sangre mestiza, se habían hecho muy buenos amigos al compartir ideales similares.

Por otro lado, la morocha notó familiaridad en el rostro del chico. Lo había visto algunas veces por los pasillos del colegio. Y claro, si él era prefecto. Angelina sólo sabía que aquel ojos verdes tenía un nombre parecido a Regus o Relus. Lo había escuchado en la clase de pociones.

—No hay por qué —Volvió a tomar a la gata en brazos sin dejar de sonreírle —Lamento lo de mi hermano, Evan es... es especial con las personas.
Él sólo sonrió tímidamente sin mostrar los dientes y abrió la boca para hablar pero terminó haciéndolo unos segundos después.

-Soy Re-Remus Lupin, ¿Y tú?. - Tartamudeó un poco, lo que la hizo reír a penas.

La joven se tomó un tiempo para observarlo bien, era mucho más alto de lo que parecía, tenía el cabello rubio ceniza y algunas cicatrices que adornaban su rostro. Le parecía muy atractivo, pensamiento que la hizo sonrojar al instante.

Qué...qué bella. Pensó él.

-Angelina Rosier -Respondió, y luego se tornó un silencio algo raro, pero no incómodo; ambos se miraban, como analizándose. El joven, de nombre Remus, llevaba unos jeans sueltos y una camisa medio metida en ellos. Nada extravagante, y ella tampoco creía que lo necesitara para encantarla.
A ninguno parecía molestarle aquello, sobretodo cuando sus miradas se conectaron. Ambos parecían maravillados con el otro, como si estuvieran esperando verse, conocerse. Hasta que una voz grave, y molesta, según Remus, hizo que pierdan la atención en el otro.

-¡Angelina! ¡Ya ven! -La anteriormente nombrada miró hacia la procedencia de aquella voz, encontrándose con su hermano asomándose por una de las cabinas, frunciendo el ceño al ver que Remus seguía ahí.

Lo único que pudo hacer Angelina fue sonreír incómoda, dándole una última sonrisa antes de tomar sus cosas e irse hacia Evan.

-Lindo nombre, por cierto. -La chica de ojos profundos se giró para verlo de reojo y luego siguió su camino con una gran sonrisa en sus labios.

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⏰ Última actualización: Mar 02, 2017 ⏰

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