Jugando en la Heladería

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Era el dueño de una pequeña heladería situada cerca de tu domicilio. Como de costumbre, llegabas tan naturalmente hermosa para hacerme compania mientras cerraba el negocio. Pero esta vez había algo diferente. Te sentía, a mis espaldas, haciendo algo que no podía descifrar. Me doy vuelta y te veo, desnuda en frente mio, con una nueva lencería tan elegante como erótica. -Juguemos...- me susurras. Mi corazón palpitaba a una velocidad increíble, victima de la excitación. Nos besamos un largo rato, hasta que te recosté sobre el mostrador, y continué con mi ritual de seducción. Dejé tus pechos al descubierto, y comencé a lamer de un lado al otro tus deliciosos pezones. Sentí un suspiro que amalgamaba tu excitación y relajación en una sustancia perfecta. -Comeme toda- me rogas al oído. Me desvestí rapida y torpemente, agarré un poco de helado de chocolate y lo unté sobre tu cuerpo. Nunca había probado tan exquisito manjar. Volví a la heladera, pero esta vez recubrí mi sexo, tan suave y cálidamente erecto, con helado de dulce de leche. Si bien el sexo oral no era habitual en nuestras relaciones, esta vez el deseo fue mayor que cualquier lógica que el cerebro pudiese inventar. Lo chupaste con ganas, de un lado y del otro, hasta que mi pene quedó completamente desnudo de nuevo.

Agarré un preservativo que tenía a mano, lo coloqué, y comencé a penetrarte encima del mostrador. Fueron dos horas de dulce e irrefrenable excitación en las cuales eramos el uno para el otro, disfrutando nuestra sexualidad de una manera peculiar.

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