¡PAM!
Abrí los ojos y parpadeé unas cuantas veces para enfocar la vista.
-Menos mal que te has dignado a despertar.- dijo mi hermana con una almohada en la mano- Vamos a llegar tarde como no muevas ahora mismo tu trasero de la cama.
Salió cerrando la puerta suavemente, aunque estaba segura de que si no fuesen las siete menos cuarto de la mañana, habría pegado un portazo.
El viento ululaba con fuerza en el exterior. Me levanté de la cama lentamente, sintiendo el frio intentando atacar mi piel a través del pijama. Con pesadez, metí mis pies desnudos en las zapatillas y arrastrando los pies, crucé el pasillo en dirección a la cocina. Allí estaba de nuevo mi hermana, calentando la leche en un cazo, ya que mi madre había prohibido que utilicemos el microondas por las mañanas, porque haría ruido y despertaríamos a mi segunda hermana pequeña de ocho meses.
-¿Quieres una magdalena, Sofía?- me preguntó mi hermana, con una extraña amabilidad en ella.
-Sí, gracias- respondí.
-De nada, hermanita.
-¿Te pasa algo?- dije con un murmullo, insegura. No sabía si empezar a preocuparme por su amabilidad extremadamente rara.
-No, nadanah, para que mentirte, no estoy acostumbrada a ser amable contigo, y ya que me lo preguntas, me ahorras el tener que fingir durante los próximos minutos.
-Si es que lo sabía.-siseé mientras le daba un mordisco a la madalena.
-Necesito dinero. ¿Me das cinco euros?- dijo ella.
-¡Sí claro!
-¡Por favor! ¡Pliiiis!
-Me temo que te has golpeado la cabeza mientras dormías. Definitivamente no.-respondí tajante.
-¡Eres una mala hermana!
-Lo que tú digas.
Acto seguido, me levanté y me dirigí a mi habitación de nuevo para ponerme la ropa.
Abrí la puerta y un fuerte viento impactó contra mí y me tiró para atrás. Cerré la puerta con dificultad y me volví para decirle a mi hermana:
-Por las barbas de Merlín. ¡Que viento!
-Deberías estar ya más que acostumbrada-dijo enfurruñada - llevamos más de una semana con este temporal. Anda, abre la puerta de una vez, Sofía, quiero llegar al instituto y perderte de vista un poco.
-Me gustabas más cuando no eras una preadolescente, Lei. Disfrutaré de Yas mientras pueda.-dije refiriéndome a mi hermana pequeña.
-Que graciosa.
Puso los ojos en blanco e intentó abrir la puerta. Una ráfaga de aire helado entró por la puerta, en cuanto consiguió abrirla. Lei se estremeció y volvió a cerrar la puerta detrás suyo.
-Bueno, las buenas hermanas mayores protegen a sus hermanas menores-dijo mientras respiraba profundamente.- sal tu primero.
Solté una carcajada.
-Se supone que soy una mala hermana, tu misma me lo comentaste hace una media hora, ¿lo recuerdas?
-Y me arrepiento profundamente por eso y¡OH!-exclamó mirando su reloj- ¡VAMOS A LLEGAR DIEZ MINUTOS TARDE AL INSTITUTO!
Suspiré y me dispuse a tener la mayor batalla de mi vida: que yo y mi hermana llegásemos sanas y salvas al maldito instituto.
Con todas la fuerza que tenía volví a abrir la puerta, y un viento huracanado entró en el portal.
Ojalá parase, pensé, Que se detenga ahora mismo, o no podré llegar viva al instituto y saber si he aprobado el examen de matemáticas.
Y como si se tratase de una orden divina, el cielo dejó de aullar.
Los árboles que instantes antes parecía que estaban a punto de salir volando, volvieron a sus posiciones iniciales, y absolutamente todo quedó sumido en el silencio.
Mi hermana y yo dimos un respingo al escuchar cómo la puerta, que supongo que dejé ir por la impresión, chocaba con el marco.
-¿Qué acaba de pasar, Sofía?- pregunta mi hermana al cabo de cinco minutos.
-No tengo ni idea, Lei, no tengo ni idea.- respondí. Sólo ha sido una coincidencia dije para mis adentros.
En aquel entonces no tenía ningún conocimiento de cómo cambiaría mi vida desde ese día, pero no quiero adelantarme a los acontecimientos.
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CONTROLANDO A LA NATURALEZA
Fantasía...Con todas la fuerza que tenía volví a abrir la puerta, y un viento huracanado entró en el portal. "Ojalá parase", pensé, "Que se detenga ahora mismo, o no podré llegar viva al instituto y saber si he aprobado el examen de matemáticas". Y como si...
