Única parte.

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Hoy Arthur estaba en uno de esos días.

Era de aquellas veces en que él era capaz de sentir las secuelas de su pasado. La inseguridad, la desconfianza y el miedo se entrelazaban y giraban alegremente en su interior, devolviéndole todas y cada una de las horripilantes emociones que creía haber despedido hace ya un tiempo.

No quería estar solo de nuevo.

No quería ser abandonado.

Quería poder ver caer la lluvia sin sentir una helada y punzante opresión en su pecho.

Lo quería a él.

Observó atentamente las gotas que resbalaban por el vidrio de la ventana que daba a la solitaria y oscura calle de su vecindario. Suspiró sonoramente y volteó a ver alrededor; su casa también estaba vacía y oscura, se sentía sobrecogedor, aburrido y hasta triste ese ambiente.

Su corazón todavía dolía y pensó en tomar un poco de alcohol, pero pronto las palabras de cierto estadounidense resonaron con ímpetu en su cabeza: "¡Sí que eres mal bebedor, Arthur! Deja que yo, un héroe, te ayude." Inevitablemente se sonrojó un poco por simplemente recordar su voz y la sonrisa con la que decía eso, ni siquiera había cruzado por su mente el hecho de que lo había tomado entre sus brazos para dejar que se acurrucase en su pecho. Claro que no, él no era ese tipo de persona.

Caminó un poco alrededor y ordenó perezosamente algunas cosas fuera de lugar. Estaba solo y triste, también aburrido. Sentía la necesidad de tenerlo cerca y poder sentir su aroma...¡No, no! ¡No lo necesitaba para nada, él podía arreglárselas solo!

Pero por más batalla que le diera a sus pensamientos, todos giraban alrededor de esa persona que lo traía completa y patéticamente enamorado para ser el hombre que él creía ser. Negó fuertemente con su cabeza,se dejó caer en su sofá y tomó pensativamente su móvil. Le dio vueltas a la idea de enviarle un mensaje y pedirle que viniera, o preguntarle qué estaba haciendo, también pensó en solamente saludar, sólo quería su atención enfocada en él, aunque fuese en una cosa como un tema tan trivial como ese.

Tomando coraje y respirando hondo, lo hizo.

Se levantó y fue por un vaso de jugo para intentar tragar el nudo de indecisiones que crecía dentro de él. Más satisfecho y relajado, dejó de lado su teléfono y echó su cabeza hacia atrás; observó distraídamente el techo con aire pensativo y dejó divagar sin rumbo su mente, aunque la tormenta que estaba teniendo lugar fuera se alzaba por encima de cualquier cosa que pasara por su cabeza. Y eso le recordaba; le recordaba a cuando Alfred había decidido independizarse de él, a cuando había llorado destrozado por las noches y no había conseguido consuelo de ninguna forma que no implicara alcohol de por medio, a cuando se sentía pequeño y roto.

Sus ojos se cristalizaron levemente y ésta vez sí sintió la creciente necesidad de que ésos brazos lo envolvieran, pero no tenía el valor suficiente para realizar la llamada. Tenía miedo. ¿De qué? De ser rechazado. ¿Por qué? Ni él lo sabía. Admitía que había veces en las que ni él mismo se entendía.

De pronto el sonido del timbre hizo eco por todo el lugar, dejándolo confundido. ¿A quién se le ocurriría salir en medio de semejante tormenta? Casi como un flash, las palabras se balancearon lenta y cantarinamente en su mente: Sólo a un héroe se le ocurriría semejante cosa. A su héroe.

Se apresuró en llegar a la puerta y frenó frente a ésta, intentando borrar su sonrisa esperanzada y apagar el latente brillo de felicidad en sus ojos, incluso se echó aire con una mano. La abrió lentamente y fingió mirar con molestia a la persona que ahí lo observaba, con un paraguas en mano y una sonrisa más brillante que el relámpago que había aparecido envidiosamente detrás de él.

Rainy Night (Usuk)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora