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Un cuento si, un cuento si – repetía un pequeño de seis dulces años, piel blanca, ojos grises, largo y rizado cabello azul, hermoso simple vista – Un cuento dada –

Andrómeda sonrió a su pequeño, este era un hombre de rasgos finos, toda una belleza; Rápidamente cogió al menor y lo llevo al jardín dentro del castillo, pequeñas luces flotantes brillaban, parecía luciérnagas, pero todo es ese espacio era mágico.

Su nombre era Caleb, era el primogénito del rey de todo el Sur, con la hija de una pobre sirvienta, no se confundan, el rey se había enamorado de la tierna muchacha y tomados de las manos, lucharon contra todo por mantener su amor, y ese amor resulto en un hermoso príncipe. Caleb tenía los ojos grises y hermoso cabello platinado. Ambos reyes llenaron el Sur, de riquezas, gobernando con amor y justicia, un hermoso cuento, con un bello final feliz.

Pero la vida no es de un final feliz, esta continua; el príncipe Caleb, vio morir a una joven edad a su madre en el nacimiento de su hermano menor, desde entonces, todo se volvió gris, el rey enfermo de tristeza, desprecio a su hijo menor, manteniéndolo encerrado desde su primer día de vida, para no ver el rostro de su amada reencarnado en el recién nacido; y el bello Caleb, cargo en silencio la perdida de ambos padres... por muchos años todo fue así.

Caleb caminaba con firmeza, su padre tenía días postrado en una cama y pedía con urgencia su presencia, pronto vio las enormes puertas de la alcoba y entro pidiendo permiso – Padre me llamabas

Hijo me temo, que te he llamado para despedirme – dijo el rey

Padre no seas ridículo – dijo el príncipe, que aunque su cara era una estatua de mármol, su interior era un huracán de emociones

No es ninguna ridiculez – dijo suspirando el hombre – soy un hombre débil hijo, no pude con su muerte – mientras unas lagrimas se formaban en los ojos del hombre mayor – Debes ocuparte de todo, es lo mejor, yo debo seguirla

No quiero – respondió Caleb

El príncipe no quería el trono, solo había sucesión por muerte, y su padre por muy triste que estuviera, no estaba muriendo, él; le pedía algo que a ningún hijo debería pedirle... Acabar con su vida.

Hijo, no puedo, seguir –

(Cobarde, maldito seas, mil veces cobarde) – Viendo con desprecio a su progenitor – Algo debe hacerse, pero no tomare el trono- Sentenció el joven

El rey no dijo más palabras, solo dio la espalda a su primogénito, pues para él, no había nada más que discutir. El reino moriría con él.

El rey tenía el corazón roto, no había cura, para tal sufrimiento, para el solo había una solución, y esa era seguir a su amada, más allá de este plano terrenal.

-♦♦♦-

Caleb se encontraba a la puerta del encierro de su hermano André; por benevolencia su padre, no le había prohibido visitarle, de haber sido así, hace años que estaría loco, y muriendo de depresión, como su padre.

- Hermano – dijo André – Que te trae aquí

Caleb al ver al chico, se forzó a forma una sonrisa, aunque le salió como una mueca, no se lo pudo ocultar al adolescente (Solo tiene 12 años); André, vio la sombra de angustia en los ojos grises, parecía el tono de la nubes, en la tormenta.

Quiere morir – con disgusto

Tú sabes que no es su culpa, el que mama –

Eso no tiene nada que ver, es un cobarde, entiendo que aun ama a nuestra madre y que le siga guardando luto, pero es imposible querer morir de amor, eso es solo fantasía – tomando con furia un libro de relatos – que cuentos estúpidos como este libro hacen creer a las personas ingenuas.

Un cuento para Calipso #FS2017Where stories live. Discover now