Tormentas

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Shó, acá, sin saber dónde me estoy metiendo. Veamos qué resulta. (?) Escribiendo de un shipp que jamás pensé que escribiría, oh. XD 

Pero bueno, convengo que estos dos me gustan mucho tanto por su historia como por la química y el fogus pirómano (?) Qué se le va a hacer. No hay casi nada de romance porque soy quisquillosa y no pude verlo en esta situación, pero ya mejor dejo de decir que "no voy" a escribir algo de tal cosa, porque termino contradiciéndome y asdfjasd ya está (???) 

Disfruten el siguiente one-shot hilarante (porque sí, sentí que estaba medio drogada o algo mientras lo escribía o qué sé yo, a ver qué resultó xD):

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Los grillos y las chicharras habían estado cantando con fuerza hasta después de la media noche. El calor y la humedad estaban densos, augurando el mal clima que comenzaba a hacerse notar y escuchar. El cielo resplandecía de vez en cuando y, lejanos todavía, los truenos resonaban.

En su mente le dolían los golpes y los magullones, estaba sentido por los arrebatos, al liberarse del agarre que Martín ejercía sobre sus brazos esa tarde, que le dejaron marca por la presión y la fuerza, además de la amargura por saberse derrotado.

Lo que ellos buscaban era disolverlo, no querían quedarse con él, querían dividirlo o destruirlo, absorberlo hasta que desapareciera.

Ya no tenía idea de cómo había llegado al mundo.

¿Quiénes lo habían tenido?

¿De dónde o quiénes lo arrebataron?

¿Quién era el rubio asqueroso y peleonero bajo el cual estaba a cargo?

Bueno eso último lo tenía bastante en cuenta. "Soy tu primo, eras parte mía, ¿en serio no te acordás?" Y no, no se acordaba del todo, aunque hacia él fuera el único por el que naciera algún tipo de reconocimiento que no lo instaba tanto al rechazo. Sabía que Martín era algo suyo, lo sentía en los huesos y lo veía un poco en la apariencia.

Pero no quiere estar con él ahí.

No era su lugar y el corazón se le desgarraba furiosamente en un dolor peor al de los golpes (los que ve venir de manos cuyo dueño desconoce su memoria, ya cansada quizá de albergar tanto maltrato). No es su lugar. Y sabe que está lejos (aunque no sepa ni de dónde carajo se trata) y quiere volver.

Tiene que volver.

Pero no lo dejan salir, no lo dejan preguntar y lo encierran. Y el siguiente trueno suena tan fuerte sobre sí, que pega un salto en la cama y odia con todas sus fuerzas a su presunto primo y a los destellos blancos que iluminan las cortinas de la ventana.

El chaparrón empieza a caer con gotas gruesas y fuertes. El minuane charrúa, que no se sabe ni minuane ni charrúa, siente el corazón queriendo salírsele de terror... también siente, y sabe, que hubo manos familiares que lograron calmarlo y hacerlo sentir tranquilo en algún momento, ante esa misma sensación.

Tiene miedo porque los truenos le recuerdan el sonido de los porrazos ante su rebeldía, porque las centellas le dejan caras borrosas y gritos insultantes de quienes le dejaron usando los anteojos, como resultado de los castigos físicos. Y qué va a querer su memoria acordarse de todo eso, si de solo pensar un poquito en esas caras, ninguna le deja una vaga sensación de alivio.

Y después está Martín.

Los ojos verdes brillantes y preocupados, casi resentidos, mirándolo como si tuviera la culpa de una catástrofe enorme o como si fuera una cosa insignificante por la que no debería ni pelear. Golpeó y mordió a Martín cuando lo vio, aparentemente, por segunda primera vez. Le pegó cuando abrió los ojos y se lo encontró tan cerca, lo mordió cuando el mayor le agarró de las muñecas para pararlo.

Tormentas [ArgUru]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora