Capítulo 2

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La mañana siguiente Angie se fue directo al aeropuerto, no estaba feliz de hacer ese viaje pero estaba segura que sus padres cumplirían con su amenaza de ir por ella si no lo hacía por voluntad propia. Una hora después llegó a Montreal- Quebec, sonrió ante el clima helado de la ciudad donde había nacido y crecido pero la sonrisa se le borró cuando vio la limosina de su familia esperando por ella.

Buen día Charlie — saludó Angie cuando se acercó al chofer de su padre
Buen día señorita, que gusto de verla por aquí.
—¿Iremos directo a la empresa?
—Sí, su padre estará esperándolo allá, después de la reunión se ira a Francia.
—Qué raro que el este viajando…

Angie observó en silencio la ciudad mientras el ostentoso auto se movía por las calles. Al llegar a la empresa, dos miembros de seguridad la escoltaron hasta las oficinas de su padre. Angie se sentía aburrida de todo ese innecesario protocolo pero sabia que quejarse seria inútil. 
La asistente de su padre abrió la puerta, él estaba sentado en su gran escritorio y sonrió cuando ella entró. Le indicó que se sentara mientras él terminaba de hablar por teléfono. Angie estuvo observando a su padre durante casi una hora, hasta que finalmente terminó su importante llamada y se puso de pie para saludarla.

—¿Dónde está mamá? — preguntó después de besar la mejilla de su padre.
En Francia…no pudo venir  ¿Cómo has estado?
—Bien — respondió secamente — siempre que estoy lejos de tu dinero, estoy bien — comentó amargamente  — Lastimosamente no puedo evitar estas juntas.
—Deja de quejarte — susurró su padre con suavidad — muchos quisieran tener lo que tu tanto detestas.
—Cuando tienes dinero a cambio de familia…no creo que nadie pueda ser feliz
—Quizá…pero cuando puedes estar con nosotros, llegas a discutir nada más.
—Entonces ahórrame el disgusto y sácame de esta junta — pidió por enésima vez.
Eres la única hija que tengo…serás la dueña de todo esto y tienes que saber cómo llevar las empresas cuando yo no esté.
—Lo donaré…— aseguró Angie con mala cara — eso haré con tus millones, pues a mí no me hacen falta.

Howard era un hombre de más de 50 años, guapo y muy educado, pero cuando su única hija dejaba notar su poco apego a él siempre se sentía triste y preocupado. Durante la adolescencia, Angie siempre exigió tiempo con sus padres pero ningún tuvo tiempo así que un buen día dejó de pedir lo que sabía no tendría y se dedicó a estudiar y un buen día decidió irse fuera del país donde nadie supiera quien era su padre y donde la trataran como una chica normal.

—¿Cómo esta Rose?— preguntó el padre.
Bien… pasó a la final del campeonato...

Howard sonrió con alegría pero ella sentía que solo fingía interés. Un empleado llegó a avisarle que todos estaban esperándolos. La reunión duró cerca de 2 horas y luego ella estuvo libre.
En la puerta Howard se despidió de su hija con prisa pues tenia que tomar un vuelo rumbo a Francia.
Angie subió al auto lista para marcharse cuando recibió una llamada.

Hola Raquel — saludó Angie a su asistente — estoy rumbo al aeropuerto
—Malas noticias…— susurró Raquel — está pronosticado una tormenta en 20 minutos y todos los vuelos están cancelados.
—¿Qué? — gritó —  ¿Cómo que cancelados? ¡No es posible!
—Sí, la agencia llamo avisando.
—¡Qué fastidio! — exclamó — Charlie espera, llévame al campo, mi vuelo esta cancelado se viene una tormenta.
—De acuerdo, niña…a su nana le dará gusto verla.

Angie sonrío al pensar en aquella mujer que había cuidado de ella durante toda su vida a quien le debía todo lo que era en ese momento. Sabia que recibiría un regaño por no haber venido antes pero con unos cuantos besos ella se ganaría una gran sonrisa.

The Show Must Go On #FanFicDonde viven las historias. Descúbrelo ahora