Venganza.

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El tiempo ha pasado desde que todo cambió en la aldea, ya no se escucha ni el más mínimo ruido de alguna persecución donde Pucca y Garu fueran los protagonistas, al contrario, ahora todo era común y corriente, como si nada hubiera pasado y todo estuviera bien. Pero no lo estaba.

—¡Jumong, rápido!—Se escuchó gritar a Jing Jing mientras entraba a la guarida como si fuera un león salvaje en busca de su comida.—Necesito el libro donde buscaste esa poción de amor.

Jumong y Clown estaban tranquilos en la guarida jugando cartas y apostando por quien iría por comida esta vez. Aunque la pandilla ya no estuviera con Tobe, aún seguían haciendo de las suyas por la aldea pero no tan ordenadamente como antes pues ya no tenía algún tipo de "Jefe." Que los mandaran a ejecutar algún plan malvado o algo por el estilo. El brujo saltó del susto por la manera de hacerse presente Jing Jing, tanto así que mandó a volar sus cartas perdiendo así el orden del juego.

—¿J-Jing Jing? ¿Para qué quieres ese libro? Lo he perdido hace algunas semanas y dudo que pueda encontrarlo.—Respondió un tanto alarmado a las palabras de la kunoichi.

—¿¡ACASO TE HE PREGUNTADO SI LO HABÍAS PERDIDO?! ¡BÚSCALO!—Gritó de vuelta Jing Jing hacia el brujo bastante furiosa.

Clown no hizo más que intentar calmar a la chica con algunos chistes malos acompañados de ese intento de risa al final de ellos, no surtieron efecto; no porque sean malos si no porque la kunoichi estaba en un trance del cual era difícil sacarla. Hacía algunos años, cuando ocurrió la tragedia, Jing Jing había dejado ver ese especie de frenesí al dibujar a Pucca en un gran lienzo cubierta por un círculo rojo con un raya en medio en señal de desaprobación que estuvo adornando la guarida desde entonces. Jumong, aún alarmado, empezó a buscar el libro tan rápido como pudo, tenía una estantería llena de ellos y probablemente ahí lo había dejado la última vez que lo utilizó.

Por otro lado, Jing Jing se había ido a otra habitación del lugar a la espera del libro que le había encargado buscar al brujo. Aquella habitación estaba repleta de dibujos de Pucca rayados igualmente como el que estaba en la sala principal de la guarida, era como si fueran el papel tapiz del lugar. En la pared de en frente había una gran mesa llena de hojas, libros, pequeñas notas dobladas, pinceles y tinta que no eran más que planes e ideas para su venganza que llevaba años haciendo. Al parecer había acogido algo de Tobe mientras trabajaba para él. La kunoichi se había sentado frente a la mesa para poder seguir planeando su venganza que en poco tiempo estaría lista, solo faltaba el detalle del libro, rehacer la poción y se pondría en marcha con ella.

De pronto se escuchó la puerta sonar con un par de golpes y luego un rechinido mientras la abrían.


—¿Jing...? ¿Puedo pasar?—Aquello no hubo necesidad de responderlo pues el payaso entró sin esperar respuesta alguna.

La kunoichi volteó rápidamente luego de aquello con una mirada bastante peculiar, se veía enojada pero por unos momentos sus ojos brillaron; tal vez esperando que aquella persona hubiera sido Jumong con su libro. La rabia volvió a sus ojos que dieron una vuelta en su propia órbita al ver que no era lo que esperaba.

—¿Que quieres? Esto ocupada.—
Le dijo a secas y se volvió a la mesa, hundiendo su mente de nuevo en su venganza.

—Veras... Esto... Bueno... Creo que deberías voltear tu boca y sonreír, te verías mejor ¡He~!—Respondió el payaso con cierta inseguridad a las palabras que de mala gana ella le había dedicado.

Aquello no fue más que una molestia  para la kunoichi pues chistó su lengua en señal de desagrado.

—Escucha, Clown, tal vez tus chistes me hacían reír antes pero ahora no, ya no soy la misma y no intentes cambiarme. Ya mi antigua yo no volverá.—Respondió al payaso sin voltear a verlo, no fue hasta terminar de hablar que lo hizo.—¿Si? Bien, que bueno que lo entiendas. Ahora necesito que te vayas, quiero estar sola. De paso, ¿Le podrías decir a Jumong que se apresure con el libro? Gracias.

Cuestión De Tiempo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora