~Mentas coquetas~

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Disclaimer: fairy tail no es de mi propiedad, lo es de Hiro Mashima.

Advertencia: Cursi con personajes que cayeron en el Ooc.

Universo alterno. Zervis. Nalu. Gale.

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Dedicado a mi sobrina y su incansable << ¡Hazlo, hazlo!>>, animándome ―obligándome― a escribir este fic, que entra en la categoría de Drabble ―o eso creo―, todo comenzó cuando comíamos mentas después de terminar el duro trabajo de traslado de materiales pesados.

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~Mentas coquetas~

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|Zervis|

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El sopor de media mañana estaba quitándole fuerzas para seguir con su lectura.

En un primer momento le había resultado atrayente y de cierto beneficio haberse sentado al lado del gran ventanal. Esa parte del edificio era una de las mejores, y ella lo sabía. Pero no a esa hora de la mañana. Ahora ya lo sabía. Quizá se debía a que ella siempre iba a la biblioteca en la tarde, pero ese día había tenido un día libre y había decidido pasarlo leyendo en la comodidad de la biblioteca.

Se levantó y fue primero al baño para refrescarse y luego salió del edifico para comprarse alguna chuchería que la despertara o la mantuviera atenta.

En la tienda todo le parecía delicioso, pero no adecuado. Entre ver y ver los muchos dulces que allí habían su vista se topó con una cabellera azabache. Ese cabello corto pertenecía a un chico que tendría maso menos su edad, o eso le calculo al ver su rostro joven. Se perdió viendo todo lo que hacía. El cómo le tendía al dependiente una bolsita metálica de color verde, que en realidad era dos. Luego vio como cogía lo comprado y se dirigía hacia ella.

De pronto despertó de su ensoñación y al darse cuenta de su actitud y de ser sorprendida de esa forma―en su descarado observar―, se sonrojo. No sabía que hacer o decir. Lo mejor era darle paso. Se retiró al costado, avergonzada, intentando tapar sus sonrosadas mejillas con su cabello, para mal de males, ese día se había decidido por hacerse una cola alta y por lo tanto sus mechones sueltos no eran suficientes para fungir de cortinas.

Lo mejor era bajar la cabeza y rezar para que el muchacho pasara de largo.

Pero no tendría tanta suerte.

Eso aumento más sus arreboladas mejillas tiñéndolas de un rojo aún más intenso.

―Señorita, disculpe... ― la voz le llego a los oídos demasiado suave, hasta podría decir que le estaba susurrando ― ¿podría regalarme la hermosa vista de su rostro?

Las desvergonzadas palabras del joven no habían mejorado la situación, la habían empeorado hasta el punto de sentir que pronto perdería el conocimiento, y más aún cuando sintió una mano suave levantar su mentón para obligarla a verlo.

Ahora que veía esos profundos ojos negros, no podía más que perderse en ellos.

Se quedó allí parada viéndolo.

No aparto el rostro de los oscuros orbes ni un segundo.

Pero una bolita blanca fue a parar en los labios masculinos y luego este se lo paso al interior de su boca.

Se había perdido las acciones del pelinegro por estar embelesada con los nada expresivos ojos, pero extrañamente cálidos.

―No debería de estar mirando a extraños ―oyó que decía, pero no podía dar respuesta ― es peligroso.

―Lo es...―articuló al fin ―pero no puede evitarse, es demasiado tentador ―recuperada de toda impresión, paso a contraatacar.

―Uhm~... la tentación resulta imposible de evadir...ya veo ―a modo de reflexión, el muchacho, llevó su mano libre al mentón propio y adquirido una pose pensativa ― ¿debería de rendirme yo también? ―preguntó volviendo a verla. Ahora sus ojos tenían malicia pintados en ellos.

―Com...― no pudo terminar debido al asalto que sus labios estaban sufriendo en esos momentos por otros ajenos.

Ahora ya sabía que era esa bolita que el pelinegro se había metido a la boca minutos atrás. El sabor a menta inundo sus papilas gustativas y sumado a ello la esencia del sabor ajeno la llevaron al más puro de los deleites.

― ¿A-acepta besos así de fácil? ― interrogó recuperando un poco la respiración el muchacho de oscura mirada, con un leve carmín en sus mejillas, tan leve que costaba distinguirlas, pero que de algún modo resaltaba en ese pálido rostro.

―No ―dio su negativa a la par de sonreír complacida como sonrojada ―, solo si son del muchacho que estaba sentado en la otra mesa, frente a mí, y que no paraba de mirarme y que me siguió hasta aquí cuando abandoné el lugar y que responde al nombre de Zeref Dragneel ―concluyó con la picardía tatuada en el rostro. En ese bonito y juvenil rostro.

―Es que no podía evitarse, la señorita Mavis Vermilion, ha estado provocándome todo el tiempo ― la aparente inocencia del rostro y voz masculina rivalizaba con el brillo travieso es sus negros iris que se tornaban rojos. Unos tentadores y provocadores ojos rojos―, sus gestos adormilados eran difíciles de ignorar y esos labios entreabiertos se me hacían tentadores ― comento divertido, siguiendo con el juego que habían empezado nada más entrar en la tienda, incluso desde mucho antes ― ¿Puede culparme?

―No puedo ―negó moviendo también la cabeza a los lados ― así como no debería de reclamarme por dejar que me besen extraños ― continuó

― ¿Es pecado querer degustar los labios de mi prometida? ― Sus manos fueron a parar en la cintura de la menuda mujer y la apego más a él.

―No~ ―respondió cantarina dejándose llevar por el aroma a mentas del aliento de Zeref ―. Como tampoco es pecado quedarme viendo como mi futuro esposo hacía sus compras con diligencia.

― Entonces... ¿Quieres otra menta?

―Por supuesto.

E iniciaron otra demostración de afecto en pleno establecimiento de ventas, frente a la enternecida y media picarona sonrisa de la vendedora Mirajane Strauss, quien saco de sus bolsillos su teléfono y tomo fotografías sin que ellos se dieran por enterados y se lo mando a cada conocido que tenía, y que casualmente eran los conocidos también de la pareja, con un divertido mensaje

<<A este paso habrá hijo antes del matrimonio>> y como posdata un <<Natsu, tu hermano se te está adelantando. ¿Lo vas a permitir?>>

Eso último había sido un empuje para que su otra OTP se hiciera canon.

MENTASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora