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—Es solo que me preocupo por ti.— exclamó, como si quisiese llorar. Reí.

—Tranquila, te juro que estere bien.— dije.

—¡No! Son ocho meses y unas cuantas semanas. No puedo simplemente salir y dejarte sola.— recordó.

—Pero tu viaje es de cinco días. Estaré bien, solo tengo ocho meses y una semana, el bebé no va a nacer en estos días.

La doctora había programado mi parto para mediados de diciembre, y apenas era veintiocho de noviembre, lo que quería decir que faltaba. Y si todo salía bien, mi pequeña cosita llegaría al mundo en esos días.

—¿Segura?

—Segura.— asentí con una sonrisa.

Laura soltó un bufido y tapo su cara, Dios mío, ¡qué dramática! Era lógico que faltaba tiempo aún para que mi bebé naciera.

Se encontraba así porque Josh la había invitado a un crucero por Orlando, Florida. La hija de él cumpliría siete años, y lo que me contó Laura, era que él quería que la pequeña y ella se llevarán bien. Así que era un regalo de cumpleaños, donde Laura iba incluida para que conociera a Ally.

—Anda, Josh se pondrá feliz si le confirmas que iras. El vuelo sale mañana.

—Bien, bien. Iré a preparar mis cosas y a avisarle. Los quiero un montón.

—Te queremos más.— le dije, mientras acariciaba mi vientre.

A media noche, Josh vino por Laura para llevarla a su casa. Dijo que era mejor que estuviera con él para que juntos fueran directo hacia el aeropuerto al día siguiente.

Ella se despidió de mí, como si ya nunca jamás me fuese a ver. Y lo único que hacía su novio era reírse de ella.

—Cuando regrese, vamos a organizarnos para preparar la mejor cena de Noche Buena y este bebé reciba miles de regalos de Navidad, ¿vale?— prometió.

—Sí, sí, adiós. Diviértete.— reí.

Ella me abrazo y corrió hacia el carro de Josh. Subió y luego los dos me saludaron con la mano en forma de despedida para que después él arrancará el coche.

Volví hacia el departamento y me senté en el sofá, para poder consentirme con la botana que me había preparado. Ya ni me importaba cuanto comiera, a fin de cuentas parecía una vaca. Y vaya, también yo daba leche.

***

Tres días después, me encontraba malditamente aburrida dentro del departamento. Cuando Laura se encontraba aquí, por lo menos la escuchaba cantar muy desafinadamente. Y ahora lo único que había era silencio. O mis quejas porque mi bebé pateaba fuerte. 

Decidida, tome mi cartera junto a mis llaves, y salí de casa. Iría al súper a comprar algo para comer, y tenía que ir caminando porque Laura se había llevado las llaves del coche.

Cuando llegue al lugar, parecía como si hubiese corrido una maratón. Sentía un poco de sudor en mi frente y los pies me dolían. Cargar con kilos de más era algo terrible. Suspiré y sentí tranquilidad al sentir el aire acondicionado del súper.

Camine por los pasillos, deteniéndome en donde estaban todas las papas fritas y dulces, aunque la doctora Sandra ya me lo había prohibido. Tomando varias cosas, las coloque en el carrito y seguí caminado. En el pasillo de galletas, vi a una niña buscando algo, y a mi mente llego el día en que yo anduviera de compras con mi bebé. Sonreí.

Me puse a un lado de ella, queriendo tomar una caja de galletas Oreo pero un grito me lo impidió.

—¡No!

FATHER - JBDonde viven las historias. Descúbrelo ahora