De almas gemelas y costumbres.

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Su relación era dudosa para casi todos.

Ambos eran abiertamente homosexuales, con extrañas fijaciones hacia las piernas largas, cuellos delgados y dedos chuecos. Los habían descubierto varias veces, sin ánimos de ocultarse, vistiendo faldas en los vestidores de nekoma y una que otra vez llegando a extraños acuerdos donde Kurō vestiría medias negras bajo un demasiado corto vestido de maid y Bokuto luciría un liguero blanco con la camiseta del #1 de nekoma a penas tapando lo necesario.

No habían estado seguros de quién iba tras Tsukishima de Karasuno hasta que Kurō se le declaró en medio de un partido de práctica al fastidiado y avergonzado rubio que en medio de palabras inteligibles había atinado a asentir con la cabeza solo para después en venganza atinarle más de una vez justo en el centro de la cara o a media cabellera despeinada con toda su fuerza disparada en el balón. Durante el resto del día en la concentración la mayoría había pensado que ambos habían estado pretendiéndole y que el pelinegro se había adelantado puesto que el estado de ánimo de Bokuto había estado saltando de lo ansioso a lo desanimado durante todo el día. Eso fue hasta que al atardecer, mientras recogían los balones y se preparaban para un pequeño almuerzo antes de continuar, Bokuto había corrido mientras ululaba desde el extremo más lejano de la entrada hasta la misma y se había lanzado a los brazos de un castaño con cara de niño bonito al cuál Hinata llamaba "El gran Rey". Nadie dudó que Oikawa Tōru era el que había mantenido en ese estado de incertidumbre al as de Fukurodani cuando sin pensarlo dos veces se habían besado por más de 5 minutos hasta que había sido tan incómodo para todos que Kurō había intervenido dando un golpe en la nuca de ambos.

— Vamos bro, aún no he besado a "Tsukki", así que no hagas esas cosas frente a mí. — Entre mofa y tristeza había dicho el pelinegro.

Tsukishima no dudó en tirarle encima todo el contenido de la nueva pocari que había comprado.

Bokuto y Oikawa se desternillaban de la risa.
Kurō se quitó la playera y la escurrió sobre el cabello de Bokuto.
Oikawa rió con más fuerza mientras abría la botella que llevaba Bokuto en la mano para tirarla sobre él.

Todo terminó en una guerra de playeras mojadas a un lado de la cancha. Ambos capitanes se quedaron limpiando el piso mientras se abrazaban por momentos para llorar su "pena".

Cuando esas cosas pasaban nadie sabía quién era novio de quién en realidad.

Durante un fin de semana al mes uno iba a casa del otro y se quedaba hasta el Lunes por la mañana. Por ello ninguno de los dos tenía su récord de asistencia intacto, pero siempre llegaban a la práctica de voley por la tarde con su respectivo equipo.
Siempre habían sido lo suficientemente prudentes para no meterse en problemas grandes. Cuando mucho tenían que correr a velocidad luz para que no fueran atrapados por algún dueño de alguna casa que se hallaba molesto por qué habían saltado la cerca para conseguir de vuelta el balón.

Cuando llegó el momento de ir a la universidad nadie se sorprendió de que aunque no eligieran la misma si estuviesen cerca de la misma zona. Tampoco sorprendió a nadie que decidieran vivir juntos, lo que si dejaba a todos con la boca abierta es que tuvieran una relación tan solida con sus respectivas parejas, además de que se hubiesen acoplado a dormir todos bajo el mismo techo durante uno que otro fin de semana.

La primera vez que fueron a un bar fue justo cuando Kurō cumplió la mayoría de edad. Ambos se dirigieron al bar de mejor reputación de su barrio, habían ahorrado para ese día durante meses, tenían la tradición de guardarse sus primeras veces solo para ellos dos.

Nadie nunca supo si eso era referente a todo, si la primera vez que los habían encontrado durmiendo juntos por la mañana, enredados en las sábanas y sin ropa debajo también había sido su "primera vez". Ninguno de los dos había rendido bien durante los entrenamientos de ese día.
Nadie se atrevió a preguntar.

Compartían los días y las noches. Se dividían la cama entre semana y partían la cena cuando la plata no les daba para más.
Bokuto le entregó la mitad de su alma a Kurō el día que ambos, acostados en la misma cama y mirando al techo le confesó que había intentado suicidarse después de entrar a la secundaria, debido a que sus padres esperaban que se casara con una hermosa chica y tuviera hijos. El se había dado cuenta que lo suyo eran las piernas lampiñas con armamento entre ellas desde que no podía quitar la vista del chico más guapo del colegio mientras se duchaban luego de deportes.
Kurō aceptó la mitad de su alma y cómo no había suficiente espacio le dio la mitad de la suya confesándole que había besado a Kenma mientras dormía cuando tenía 8 años por que tenía miedo de que su primer beso no fuera con un chico bonito. Al día siguiente al preguntar a sus padres se enteró que los chicos "deben" besar chicas bonitas.
Ambos rieron y sin que significase algo más que una aceptación de sus almas se besaron de la forma más casta y amorosa que nunca hubiera existido. Después de eso se les hizo lo más común del mundo besarse la frente antes de dormir y abrazarse hasta el amanecer.
Al día siguiente ambos confesaron abiertamente su homosexualidad a sus padres. Aunque el viaje de una ciudad a otra fue cansado lograron su cometido. Ambas familias lo aceptaron y aunque, era difícil de creer, les creyeron cuando les aseveraron que solamente eran amigos, no hubo necesidad de decirlo dos veces.

Desde entonces las mismas palabras los acompañan siempre, con la y misma eterna tonada...
La luna es su luz.
El mañana es suyo.
Y como pueden conquistar la noche...
"Don't worry about a thing."
— No te preocupes por nada, bro. —

De amores y almas gemelas. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora