Capítulo II

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─Ese idiota de Nowaki...

La noche entraba profundo y el clima era frío, pese a tener un abrigo que cubría buena parte de su cuerpo, un vaho escapaba de sus labios cada que exhalaba.

Caminaba al lado de un parque de altos árboles, vagamente suponía que por la tarde harian una buena sombra a quienes esten debajo de ella.

Por esas horas ya no encontrabas gente paseando ni dentro ni fuera de éste; sin embargo, contaban con postes que emitian la luz suficiente para poder caminar. Con eso y con ayuda de la luz natural de la Luna que ese día se encontraba en su máximo explendor, Hiroki caminaba sin apuros y sin rumbo fijo por la vereda de aquel parque sin prestarle mucha atención, había decidido salir simplemente porque no queria pasar otra noche en ese solitario apartamento.

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─Entonces, ¿no vendrás hoy?

─Lo lamento Hiro-san, hoy día es el cumpleaños de Matsumoto-sempai, ha servido 37 años de su vida al hospital y hoy se retirará. Los trabajadores haran una celebración en su honor, traté de negarme a ir pero no quería quedar mal con la persona que me ha apoyado y me ha aconsejado tanto durante todo este tiempo.

─... Entiendo, es importante para ti.

─Así es.

─¿Regresarás?. ─No era algo que le importase saber pero dejó que las palabras salieran por si solas, como si su corazón le obligase a mantener por más tiempo la conversación.

─Tal vez no, ya es tarde pero alquilamos un lugar en el que podamos celebrar por unas horas. Al terminar descansaré un par de horas en la casa de Tsumori-sempai y luego regresaré al hospital. ─Otra vez ese, ¿cuántas veces ya se había quedado ahí?, hasta ya se imaginaba que ese tal sempai le había dado una copia de la llave.

─...Comprendo, que te diviertas. ─Respondía algo irritado.

Entendía que por el trabajo, sus horarios fuesen los más afectados y el tiempo para verse sea casi nulo, pero que también lo poco que conversacen fuese para comentarse cosas simples o, como en este caso, avisar que no llegaría a casa, lo molestaba desde hace algún tiempo.

─Hiro-san... si tú quieres pued-

─Esta bien Nowaki, es bueno divertirse un poco. ─intentó sonar animado pero no sabía si lo lograba.

─... Hiro-sa- ¡Oi, Kusama!─ una segunda voz se oyó con algo de euforia y apuro─ ¡tenemos que irnos ya! ─Se escuchó un suspiro y Nowaki alzó un poco la voz pero no para contestar el teléfono ─ Sí, ya voy. ─el doctor dió otro suspiro y regreso a la conversación que ya tenía─ Hiro-san...

─Estaré bien, no te preocupes.

─Gracias. Te quiero, Hiro-san. ─Nowaki habló en un tono cariñoso, ese que a veces lo molestaba y lo lograba sonrojar pero que hoy lo sentía vacio.

Hubo un momento de silencio en el que ninguno mencionó nada, solo se oía un alboroto de fondo, probablemente era del lado de Nowaki. Después de otro grito que llevaba el nombre del de cabellos negros, Kusama volvió a hablar.

─Me tengo que ir, adios.

─Adios.

Hiroki colgó su teléfono y lo dejó deslizarce por su mano hasta caer al suelo. Miró un punto fijo en la pared sin prestarle atención en realidad. A su alrededor un par de velas se terminaron de consumir por completo y solo quedaba el pequeño rastro de humo que se mezclaba con el aroma de la comida que se encontraba servida en dos platos y que ahora probablemente se hallaba completamente fría.

Un Amigo Puede Sanar Un Corazón HeridoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora