- Lo siento Joy, ya sé qué hace una semana de eso, pero es imposible no llorar- Le dije a Joy limpiando mi río de lágrimas.
-No te preocupes, mañana hablamos- Bostezo colgando la llamada.
Después de que colgase la llamada deje mi movil a un lado para poder cambiarme de ropa y ponerme el pijama. Pero cuando me di cuenta llevaba minutos viendo las gafas de Bonnie ¿Como le pude decir eso...? Soy una mierda y sin pensar más me fui a dormir en esas frías mantas.
Bip, Bip, Bip
-¡Buen día hijo!- Gritó mi padre desde la cocina.
-B-Buenos días- Medio dormido salí de mi habitación para llegar a la cocina sin antes lavarme los dientes.
Y... Entonces me acordé de algo, Bonnie estaba muerto. Ahora recordaba la mierda que era, porque nunca podré confesarme a la persona que amo, la cual yo maté. Bonnie se había suicidado justo el día que le tire sus papeles al suelo y le insulte, y entre esos papeles estaba esa nota, la nota que avisaba de su suicidio, de sus sentimientos, de lo miserable que se creía. Volví a llorar, volví a faltar a clase, volví a recibir unos insultos por parte de mi padre. Si yo no te hubiese conocido Bonnie, ahora mismo estaría como tú, pero ahora sé que no hubiese hecho nada de bien, lo sé porque lo ponía en la nota de tu suicidio, hablabas de mí y decias que siguiese adelante, y eso haré, o al menos lo intentaré antes de destruirme a mí mismo. Pude conseguir tu diario, en el, en las últimas páginas hablabas de tu amor hacia otra persona, un chico de pelo turquesa al cual llamaban maestro y tocaba la guitarra.
¿Qué hubiese pasado si yo me hubiese confesado?
Sería feliz a tu lado, pero ya no estas.
Espero, dónde quiera que estés, que aprecies todo el amor que hasta ahora no te he podido dar.