Primera publicación. 15/03/17.

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Hemos asistido a la democratización de la poesía. Por un lado es, sin duda, algo positivo acercar la poesía a un amplio público que antes nunca la hubiera conocido. Sin embargo tenemos la "cara b" de esa película, la realidad en donde todos escriben poesía y animan a los demás a escribirla porque "la poesía es cualquier cosa que escribas plasmando lo que sientes". Y no, la poesía no es eso. Aplicamos un nombre indebido a algo que es otra cosa; a un simple escrito de diario personal.
La poesía es pensar lo que se quiere plasmar, sentir sin duda, pero también es buscar la palabra perfecta para cada parte del verso. Es cambiar todas las veces necesarias una palabra por todos sus sinónimos hasta encontrar el significado perfecto. Es cambiar el orden de las palabras en el verso hasta encontrar esa combinación que te haga decir "joder, me encanta".
Es decir, la poesía no es ponerse a escribir lo primero que te venga a la cabeza y cortarlo en versos y ponerle una rima pobre. No, eso es simple y llanamente un sucedáneo de marca pobre.
Con esto no quiero decir que haya gente que vale y gente que no, para nada. Lo que quiero con esto es hacer ver que la poesía es algo más que solo escribir, que es trabajo, es leer a los grandes poetas de todas las épocas, es quedarse inmerso en una idea que debes modelar hasta hallar la perfección (un término inabarcable por cierto) del verso o, más concretamente, del pensamiento poético que se quiere transmitir.
Debemos darle a la poesía el trabajo, meditación y tiempo que merece. Trabajarla como el artesano que fabrica armarios a mano. Pulir una y otra vez, lijar las imperfecciones que no terminan de encajar y, sobre todo, buscar nuestro propio lenguaje poético alejado prudentemente del lenguaje cotidiano. Solo así tendremos la poesía con el valor que merece.

Poema 1.
Comparto hogar
con estas sombras
en la oscuridad
que me hacen temblar

Sé que no es real
pero me olvidé
qué sí lo es
desde que estoy aquí

Puedo escapar
pero el dolor asfixiante
de la libertad
no me permite ilusionarme

Él ha escapado
gracias a los golpes
he sabido que respira
en el mundo detrás de esta cueva

No sé cuanto tiempo
queda para que las sombras
me consuman
no soy tan fuerte

Mis gritos chocan
se devuelven
y me abofetean el rostro
estoy cerca
pero ellas no me permiten irme.
Pertenezco a este lugar.

Poema 2.

Vuelve al ruedo el animal
asqueado, hastiado,
recostado en ángulo obtuso,
abstraído del mundo, del tiempo,
buscando la psicofonía
de aquel aliento
fundido en su pecho,
enterrado en su mente,
en su torso.

Hundido en el llano
de las lamentaciones,
untando sin asco
no solo su alma,
también su cuerpo;
repugnando lo excelso,
lo que pinta eterno,
en el estridente vacío
que retumba el silencio.

La promesa del reencuentro,
la naturaleza del destino
todo ya es superfluo
a estas turbulentas alturas,
puesto que tienta y juega,
se rehúsa al Itaca,
pierde y huye
y mientras derrama su sangre,
destruye cielos con su verso.

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