Capitulo 10/2

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Abrí mis ojos en cuanto escuche la puerta abrirse y trague seco para despues voltear hacía Dan como si no pasara nada. Lo mire como si fuera otro de nuestros tantos días mas. Lo mire con un rostro falso de felicidad, esa fue la primera vez que mi sonrisa mintió.

—Dan, haz llegado—. Avance rápidamente hacía el y lo tome en mis brazos.

Oh Dan, no sabes cuanto lamento esto que esta pasando.

—Seb, no pense encontrarte en casa—. Se solto de mi abrazo y puso su mochila sobre la silla en la que también estaba la mía. La miro, si que la miro pero de sus labios no salio pregunta alguna sobre aquello.

—¿A donde mas iría? —. Lo mire nuevamente y me apure a llegar hasta su lugar en la mesa, donde abrí su silla para que tomará asiento —Vamos Dan, siéntate. Prepare espaguetis para ti pequeño—.

El miraba todo extraño, pero su emoción no pudo esconderse mas. Así que rápidamente se sento frente al plato. Yo Sonreí, tal vez esta vez un poco real y camine hacía mi lugar. Tome mis cubiertos al igual que el y comenze a comer.

—Cuentame, ¿Como estuvo tu día? —. Pregunte de pronto.

El me miro a los ojos y un opaco brillo se dejo ver. El estaba mal, lo estaba. Podía sentirlo.

—No fue del todo bueno. Estuve distraído todo el tiempo—. Dejo sus cubiertos en la mesa y bajo el rostro — Pensando en nosotros—.

Mi corazón comenzo a latir fuertemente y mi garganta dejo florecer aquel nudo maldito que creí haber alejado hace un rato. Estaba pensando en nosotros y yo sabía que significaba eso.

—¿Pensando en nosotros? —. Me hize el confundido y el levanto su rostro, su hermoso rostro.

—Lo que ha sucedido últimamente, las peleas y todo lo demas. ¿Estamos mal cierto? —. Sus ojitos estaban llorosos y mordía nuevamente sus uñas esperando una respuesta.

Una que no pude darle por que no tenía el corazón para hacerlo. Solo baje el rostro y suspire.

—Si, lo estámos— Confirmo el mismo su pregunta. — Solo quiero saber por que estamos mal, quiero saberlo para repararlo. Yo no... —.

—Me tengo que ir Dan— Lo interrumpí de pronto y el me miro con las lágrimas ya resbalando de sus mejillas. —Tengo que marcharme—.

El se puso de pie rápidamente y se cubrio los ojos para poder ocultar su rostro inundado en lagrimas. Podía escuchar sus pequeños suspiros, podía escuchar su corazón romperse, podía escuchar su esperanza caerse en el abismo. Y yo quería que escuchara eso de mi también. Quería que supiera cuan lastimado estaba.

—¿A donde irás? ¿Con tu madre? —. Dijo cuando descubrió su rojo rostro.

Mis ojos ya no pudieron aguantar mas y las lágrimas salieron sin permiso. Me coloque de píe también y mire hacía el techo. Si tenía que decírselo, se lo diría ahora. Aclararia todo, me iría después de haberle dicho la verdad. Una que duele. Pero algo dentro de mi me decía algo.

"Si el te quiere, no te dejara ir".

No sabía si hacer caso omiso a esas palabras unisonas en mi mente o ponerlas frente a todo lo que estaba pasando.

—Ire con Marián—. Mis ojos aún con lagrimas lo miraron nuevamente solo para darme cuenta que lo había jodido de verdad.

El me miro con dolor para despues pasar su vista hacía mi pequeña mochila y cerrar con fuerza sus ojos. Le había hecho todo el daño posible a esa pequeña persona. Lo había pisoteado por temor.

—De acuerdo, fue un placer tenerte en casa—. Fue lo último que dijó antes de salir corriendo hacía la habitación.

Ahora sí, esto era todo. Tome mi mochila y camine hacía la puerta pero no pude dar un paso a la salida, dí medía vuelta y mire hacía el pasillo por donde estaba la habitación de Dan. Solo estaba la oscuridad, la misma que habitaba mi alma. Posee mi mirada nuevamente frente a la puerta y salí de ahí sin mas.
El aire rosaba mi rostro, haciendo que mis lagrimas se secaran tan pronto salieran de mis ojos y tome un respiro. Mire el cielo, era gris. Camine lentamente por las banquetas cuando escuche mi nombre. Alguién gritaba mi nombre y ese era Dan, mi pequeño Dan.

Dí la vuelta y lo ví correr hacía mi con sus ojos hinchados de tanto llorar y sus mejillas totalmente rojas. Llego fuertemente y me tomo del cuello abrazandome con pasión. Podía sentir su corazón latiendo a lado del mío.

—No quiero que lo hagas sebastián, no quiero que te marches—. Susurraba en mi oreja y mojaba mi cuello de mas lágrimas.

Yo... Yo también lloraba.

—No iba a hacerlo Dan. Si tu me lo hubieras pedido hace unos momentos no me hubiera ido, sin embargo no lo hiciste —. Lo abrace con fuerza y respire por ultima vez el aroma de su cabello, de su hermoso cabello. —Hubiera dejado todo, nos iríamos lejos de aquí. Sin embargo fueron otras las palabras que salieron de tu boca y no las que yo esperaba—.

El se retiro un poco de mi y me miro.

—Ahora te lo pido, no te marches—. Suplico.

—Ya es tarde y es mejor para ambos—. Me separe de el y tome su mano. — Adiós Dan, mi pequeño Dan—.

El quito su mano y dió la vuelta para regresar a su casa como si nada hubiera pasado. Eso me dolió, que actuara de esa forma, pero me lo merecía y yo lo sabía.

Y seguí mi caminó, uno que no entendía y mucho menos deseaba.

El oro de los tontos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora