Acto I: Capítulo I

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Oakville, Connecticut. Una pequeña población inmersa en un gran estado.

Yo y clara nos preparábamos para nuestro retiro semanal en Stratton Lake. La pequeña localidad se consideraba uno de los sitios románticos más recomendados de la zona según internet. Sé que internet no es una fuente de confianza en estos tiempos, pero las imágenes del lugar se asemejaban bastante a la realidad.

Ya estaba todo preparado para el retiro excepto una cosa. Había que dejar a la mascota a cargo de alguien. Por lo tanto llamé a mi amigo Dexter para que cuidase de Harrison, mi fiel can. Dex no es un hombre muy atento pero le ví capacitado para encargarse de Harrison durante un par de días. Una vez zanjado el tema del perro ya estábamos listos para partir.

A Clara le encantan las vistas que quitan el hipo. Por lo tanto me entretuve un rato en trazar una ruta con un par de paradas turísticas en vez de una que vaya directamente a Stratton. El trayecto contaba con múltiples sectores. Básicamente dos.

El primero, un bosque inmerso en las más profundas montañas del sur del estado. Donde los abetos alcanzaban alturas estratosféricas y la fauna era libre a la vez que voluptuosa. Los colores de la zona eran tan vivos que dejaban en mal lugar a muchas pinturas paisajistas. Con tal de ir a las montañas nos habíamos tenido que desviar varias millas del trazado principal Connecticut - Stratton. Pero ya lo había planeado todo para llegar a tiempo a la entrega de llaves del piso en la cafetería de Stratton.

Una vez acabamos de recorrer los bosques sureños fuimos camino al lago que da nombre a nuestro destino, Stratton. Allí nos detuvimos a almorzar y a contemplar como reflejaba la luz del sol en esas aguas de tonalidad un tanto oscura. Aquella luz daba un efecto único al lago ya que se podía apreciar la profundidad de este a la vez que podías ver la belleza que desprendía.

A aquella hora el sol brillaba intensamente pero, si evitabas el deslumbramiento de este, se podía llegar a ver Stratton Lake en la lejanía del lago. No deberían de quedar más de dos millas al norte para llegar a nuestro destino. Un sitio apartado de la contaminación acústica y de los problemas personales de cada individuo. Era como una dosis leve de morfina por vía intravenosa.

Al cabo de unos minutos, por fin divisé un cartel. Al acercarnos un poco más con el vehículo, vi que ponía claramente "Bienvenidos a Stratton Lake". Mis pies ya no respondían a causa del largo viaje en coche. Clara no hacia más que quedarse boquiabierta, con la mirada perdida observando la pequeña localidad tras la ventanilla del vehículo.

El viaje terminó, ¡ya habíamos llegado! Ahora solo quedaba relajarse y disfrutar de la semana junto a mi esposa Clara. Prometía ser, si más no, fascinante. 

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⏰ Última actualización: Feb 11, 2014 ⏰

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Crónicas de un lugar llamado Stratton LakeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora