Hola ¿Qué tal? Mi nombre es Giselle Franco tengo veinticinco años y esta es la historia de dos mejores amigos que nunca supieron que desde el momento en que se conocieron sus destinos ya estaban escritos.
Todo comenzó hace 10 años un 29 de marzo para ser exactos, tenía quince años, en ese entonces me encontraba organizando una actividad de mi colegio llamada Kermes, ya saben aquella actividad en donde vienen colegios de todo el país, familiares y amigos a pasarla bien ya sea comiendo o jugando en alguno de los puestos. Y como ya me encontraba un poco cansada decidí ir a sentarme en una de las bancas cerca del área verde, un poco de tranquilidad no daña a nadie.
Hundida en mis pensamientos, note que alguien me observaba fijamente, voltee a ver y me encontré con unos ojos cafés mirándome con curiosidad. Si me lo preguntan no tenía ni idea de quien era.
-Hola. ¿Cómo te llamas? –Soltó de repente-
-Hola... soy Giselle. Y ¿tú eres?
Lo examine de pies a cabeza, alto, delgado, tez morena, ojos cafés, cabello rizado, pestañas largas, BUM me di cuenta de que si conocía a este chico, resultaba ser el chico al cual le interesaba mi mejor amiga. Ahora todo tiene sentido.
-Soy Sebastian López
Asentí.
-Un gusto.
Momento incómodo. ¿Cómo se supone que uno siga una conversación con un extraño? ¿De qué puedo hablarle? A Él no le parecía un momento incómodo, se miraba realmente despreocupado, como si estuviera disfrutando de mi compañía.
Ambos nos quedamos en silencio mirando al resto de personas corriendo de un lado al otro. El timbre sonó indicando el regreso a mi clase, me levante y me despedí, aquello había sido un tanto extraño pero no sabía que aquella conversación tan extraña iba a ser el comienzo de tantos problemas.
Verán al día siguiente, el día de mi Kermes, me encontraba con una de mis mejores amigas y juntas decidimos disfrutar de nuestra comida en una de las bancas que se encontraba a unos metros de nosotras, pero vaya sorpresa allí estaba Él sentado hablando con mi otra mejor amiga, a la cual ya sabemos que le gusta. Al sentarme me miro directamente y sonrió.
-Hola... -Vacilo-
-Giselle... –Dije amablemente-
-¡Giselle! –Afirmo- perdón. Soy muy malo recordando nombres.
-Ya lo note. Sebastian –Hice un énfasis en su nombre-
Sonrió.
Pudo este ser el fin de la conversación, pero no fue así, hablamos de tantos temas, en una de esas le conté que quería organizar una fiesta y juntos empezamos una lluvia de ideas. Sebastian también me contó de sus momentos más graciosos en una de sus fiestas, no podía parar de reír de lo estúpido y ocurrente que era, jamás me lo imagine de él, se miraba una persona un poco seria, pero ya saben lo que dicen nadie es lo que aparenta ser. Y sin darnos cuenta, cuando terminamos de reírnos notamos que estábamos completamente solos, las descaradas de mis mejores amigas me abandonaron, y si les soy sincera no me di cuenta de a qué hora se levantaron y se fueron.
-Vaya. Nos dejaron solos –Solté-
-Si. No note a qué hora se fueron.
-Yo menos. ¿Vamos a buscarlas?
Asintió y ambos nos levantamos para buscarlas.
...
Después de ese día ya no volvimos a hablar, fue como si cada quien retomara su vida. Hasta que un día en el cual yo me quede hasta tarde en el colegio esperando a mi hermana, nos volvimos a encontrar.
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El relato del día en que ambos lo aceptamos.
RomanceCreí que todo iba a prevalecer de esta manera, siempre creí que él nunca me iba a abandonar y que nunca me iba a decepcionar y saben ¿Por qué?, bueno porque él se había vuelto una de las personas más importantes de mi vida y cuando quieres a alguien...