Capítulo 2

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18 años después
Cuidad de Tokio.

>>Kotoko Amamiya...

Kotoko...”

>>...Con 19 años de edad ya es toda una celebridad en todo Japón y el mundo.

Los televisores de vidriera mostraban la misma programación de noticia y en todos transmitían las mismas imagenes.

Ojos violetas.

Pensó el Dios al ver las fotografías de la adolescente, en todas salía con las sonrisas más radiantes. Aún así, nada podía hacerle competencia a sus ojos.

Tan brillantes como los recordaba.

>>Los rumores, dicen que sus ojos pueden ver lo que los demás no podemos ver, espectros o seres del más allá, gracias a la bendición de un Dios.

—No quería creerle a mi hermana con respecto a los ojos de esa chica, pero al parecer es verdad. –se detuvieron a hablar dos mujeres al frente de la vidriera, cerca de él. —¿Ojos violetas? Jamás lo hubiera imaginado.

—Leí un reportaje sobre ella, en la que ella misma cuanta su triste historia de niñez. –miró hacia ellas con interés. —Fue abandonada por sus padres porque pensaron que estaba maldita, dicen que desde siempre tuvo el don de poder comunicarse con entidades espirituales.

El Dios miró por última vez las pantallas y se dispuso a seguir su camino pasando de las dos mujeres.
Tenía que visitar a alguien.
Pero al momento que él pasó, ellas parecieron reaccionar a algo.

—¿Sentiste lo mismo que yo? –preguntó una de ellas y la otra asintió. —Fue... tan cálido.

***

Kotoko

“Gracias”


Recuerda, recuerda.

Suspiré.

—¿Kotoko-san?

Abrí los ojos reaccionando.

—¡Lo siento! ¡Este suspiro no quiso decir nada, sólo lo hice! –Exclamé desesperada a mi profesor de lengua extranjera que parpadeo ante mi desesperación. —¿Qué? Sigamos con la clase.

Sonrió. —No, es mas que suficiente por hoy. Mañana seguiremos. –comenzó a guardar sus cosas y una vez que lo hizo, me sonrió. —Hoy no pareces tener mucho interés en la clase, tú estas aquí, pero tu mente parece estar en otro universo.

—En mis recuerdos exactamente, o por lo menos lo que pareció quedar de aquellos. –mi profesor sonrió confuso, obviamente, casi nunca entiende lo que le quiero decir, debe ser bastante agotador no poder entender a tu alumna. —No importa, son otras cosas raras de las mías. Lo acompañare hacia la entrada.

N. (Narrador)

Luego de despedir a su profesor particular, se adentró a su recamara en la parte trasera del templo y se vistió con un pantalón Hakama rojo y una chaqueta Haori de color blanco para comenzar con su labor cotidiana.

Kamisama Kiss (Levi Ackerman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora